Xavi Posets
Los trabajadores de la planta de Montcada i Reixac llevan 68 días en huelga indefinida contra la amenaza de cierre de las plantas de Montcada, Barcelona y San Andreu de la Barca, que la dirección oficializó el 28 de mayo. Supondría la extinción de 25.000 puestos de trabajo [1] a finales de año, un golpe durísimo para la clase obrera y el tejido industrial.
El cierre responde a la política de reestructuración de la empresa. Los trabajadores ya venían denunciando la nula inversión en producción por parte de la dirección, dejando unas líneas cada vez más obsoletas y a medio gas. El delito es mayor sabiendo que la multinacional ha recibido 222 millones de euros de las arcas públicas (Estado y Generalitat) desde 2004 para evitar el cierre, una amenaza frecuente con la que Nissan extorsionaba. No suficiente, el año pasado despidieron a 600 personas vía ERE por el mismo motivo. La decisión de cerrar ya estaba tomada desde antes de la pandemia.
Los efectos del cierre irían más allá de dejar sin trabajo a miles de trabajadores en medio de una crisis sanitaria y económica derivada del COVID [2]. Si una multimillonaria como Nissan se puede desprender con tal impunidad de sus trabajadores, otras podrían seguir su ejemplo. Así, una amplia capa social de trabajadores podría acabar desocupada o aceptando una bajada en condiciones laborales para mantener sus lugares de trabajo, en un nuevo ataque de la clase dominante en busca de salvaguardar sus beneficios económicos.
Lo de Nissan es, por tanto, un problema social. La mayor cristalización hasta ahora de que esta crisis la paguen los de siempre. Y en contra de esto, los trabajadores de Nissan llevan meses en pie de guerra, buscando el apoyo de la sociedad catalana y del resto del Estado Español para revertir la situación, para mantener sus puestos de trabajo. También lo están las y los trabajadores de subcontratas de Nissan, Acciona en mayor parte, que desde el viernes pasado defienden un piquete en la planta de Barcelona, con el fin de evitar la fuga de material.
El Gobierno de PSOE-UP no da la cara por los trabajadores. Ya lo hemos visto con la gestión de la pandemia, nacionalizando las pérdidas privadas. Ni si quiera son capaces de derogar la reforma laboral del PP, algo que tanto PSOE como UP prometieron en el circo electoral, y que ahora exigen los trabajadores de Nissan.
La única manera para mantener todos los puestos de trabajo es la nacionalización sin indemnización de las plantas y puesta en funcionamiento bajo control de los propios trabajadores, en busca de una reconversión productiva que tome en cuenta las necesidades sociales y basada en modelos ecológicos. Todo esto no vendrá de la voluntad de los políticos actuales, sino que tiene que ser impuesta por la lucha en las calles y en las fábricas, en solidaridad con el resto de la clase trabajadora.
Y en el mismo sentido es imperante la ocupación de las fábricas, tal y como apuestan los trabajadores de Acciona, con el fin de evitar la materialización del cierre, es decir, para resguardar la maquinaria y las líneas y que no se lleven ni un solo tornillo.
Señalamos las manos envenenadas que ofrecen las instituciones, que buscan un acuerdo con la empresa – que por su parte ya ha presentado la propuesta de ERE a la plantilla de Nissan -. Y también las de partidos como UP, PSOE, C’s e incluso Vox. También remarcamos el discurso entreguista de la dirección de CCOO, que vende la nacionalización como algo imposible mientras negocia la derrota.
Los y las trabajadoras de Nissan y subcontratas deben discutir y decidir cada paso en asambleas independientes a los límites que acarrea la burocracia sindical. Es necesario separarse de cualquier pacto con la patronal y a la vez unirse codo con codo con el resto de la clase obrera en lucha, como el sector sanitario o los sin papeles, poniendo sobre la mesa la huelga general.
Desde Socialismo o Barbarie apoyamos a los trabajadores de Nissan en su lucha por la defensa de sus puestos de trabajo. La entendemos como nuestra lucha como clase trabajadora, y apostamos por la nacionalización sin indemnización y bajo control obrero para revertir la situación. Que esta crisis no la pague la clase trabajadora. ¡Nissan no se cierra!
[1] 3.000 trabajadores de la empresa Nissan, pero hasta 25.000 en total de forma directa e indirecta.
[2] La crisis económica que vivimos hoy no es solo generada por el COVID. Antes de diciembre de 2019 ya se apreciaban tendencias recesivas a nivel mundial que con probabilidad hubiesen desatado una crisis económica. La pandemia ha acelerado y agravado esta situación.