Ale Quelcom
La madrugada del 7 de julio de 2008 en los San Fermines en Pamplona, Nagore Laffage, una joven estudiante de 20 años fue brutalmente asesinada por José Diego Yllanes Vizcay.
Ante la negativa por parte de Nagore de tener sexo con él, su respuesta fue violarla y propinarle una brutal paliza, una tortura, que le causó lesiones internas muy graves. La autopsia halló 38 heridas, internas y externas. [1] Por si no era suficiente, la estranguló y una vez muerta, intentó descuartizarla. [2] A pesar de que Nagore llamó al 112 e intentó pedir ayuda, no sirvió de nada.
La condena a José Diego Yllanes fue polémica y duramente criticada por la sociedad entonces. Fue condenado por homicidio (y no por asesinato, que conlleva penas más elevadas de cárcel) por haber confesado el crimen y por ir borracho, y el único agravante que se tuvo en cuenta fue el de superioridad física sobre la víctima. ¿De verdad alguien puede considerar que no hubo alevosía ni ensañamiento?
Durante el juicio, se le preguntó a la madre de Nagore, Asun Casasola, si “su hija era muy ligona”. Igual que con el caso de la Manada (y muchos otros) se cuestionó por qué la víctima había ido con los agresores o se culpó a la víctima por haber consumido alcohol. “Yo entonces dije: ya está, están juzgando a Nagore”, dice Casasola. El femicidio de Nagore tampoco fue considerado violencia machista por no haber una relación de pareja entre el agresor y la víctima. [3]
Si bien las acusaciones particulares y las asociaciones de mujeres contra la violencia machista pedían más de 20 años de cárcel, finalmente fue condenado a 12 años y seis meses de prisión. Yllanes, de familia bien y residente en la Clínica Universitaria de Navarra – relacionada con el Opus Dei – obtuvo la libertad condicional después de 9 años y ocho meses. [4]
En 2017 salió a la luz que el femicida de Nagore – aún cumpliendo condena en tercer grado – trabajaba en una consulta especializada en psicología y psiquiatría a cargo de Carlos Chiclana – también vinculado al Opus Dei [5] y colega de Yllanes en el MIR en la Clínica de Navarra [6]-. La reacción en redes sociales no se hizo esperar: retiraron su fotografía de la web de la consulta y adujeron que “no trataba con pacientes”.
Violar y asesinar a Nagore le salió muy muy barato: en menos de diez años, el femicida ya está libre y ejerciendo su profesión en clínicas privadas. A partir de este año 2020, podrá volver a ejercer en la sanidad pública. La familia de Nagore sigue luchando y exigiendo justicia año tras año por su hija y por todas las mujeres víctimas de violencia machista que, además, sufren posteriormente la justicia patriarcal.
Desde Las Rojas opinamos que el camino a seguir es la lucha en las calles. Desgraciadamente el caso de Nagore no tuvo una repuesta contundente y multitudinaria como sí tuvo el caso de la Manada de Pamplona, gracias al auge del movimiento feminista a nivel mundial. Sin embargo, la victoria en el caso de la Manada puso de manifiesto que la justicia patriarcal la tenemos que combatir con organización y lucha en las calles. ¡Nagore presente! ¡Que Yllanes no ejerza nunca más! ¡A luchar para que cada femicida y violador vaya preso! ¡Basta de justicia patriarcal! ¡El Estado es responsable!
[2] https://theobjective.com/further/nagore-laffage-el-nombre-que-marco-para-siempre-los-sanfermines/
[4] EL PAÍS, jueves 10 de julio de 2008. Pág 17.