Brutalidad fronteriza contra migrantes en Melilla

Del 2 al 4 de marzo unos 4.000 migrantes subsaharianos intentaron cruzar la valla de Melilla ante los ataques brutales de la policía fronteriza, dejando imágenes inhumanas producto del racismo institucional.

Xavi Posets

Refugees welcome. Bienvenidos a la Unión Europea. A no ser que seas un migrante subsahariano, claro; para ti solo tenemos palazos, balas de goma, CIES y devoluciones en caliente. 

Así podríamos resumir estos tres últimos días. Mientras Bruselas acuerda brindar protección temporal a los refugiados de Ucrania, en Melilla se rechaza con ferocidad policial a una cantidad histórica de migrantes subsaharianos que han intentado cruzar la valla. Unas 4.000 personas, la mayoría jóvenes y provenientes de países en conflicto como Mali, Burkina Faso y Sudán, según ha informado El País.

El 2 de marzo unos 2.000 migrantes intentaron saltar la valla, en lo que fue el intento más masivo hasta la fecha. 500 personas consiguieron cruzarla. Al día siguiente, unas 400 lo lograron de las 1.200 que lo intentaron, y el 4 de marzo lo intentaron 800 migrantes, sin éxito. Las personas que lograron saltar la valla han sido hacinadas en los CETIs (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), sobrepasando la capacidad de estas cárceles para migrantes.

La actuación policial de la frontera fue desmesurada: disparos al aire y palizas con patadas y golpes de porras. Una decena de migrantes ha tenido que ser hospitalizada, aunque el número de pacientes sería mucho mayor de no ser por el miedo a ser reportados y represaliados. 

Como es costumbre, la policía ha puesto en práctica las devoluciones «en caliente» de forma indiscriminada, siendo esto un acto ilegal para el propio Tribunal Constitucional que, aún avalando las devoluciones exprés, éstas están prohibidas para menores o solicitantes de asilo, por lo que es necesario un proceso individualizado para examinar cada caso, algo que a la práctica no sucede nunca.  

Por su parte, el ministro de interior Grande-Marlaska ha justificado la actuación de la policía, que caracteriza como «proporcionada» y «necesaria», debido a la «violencia inusitada». También ha asegurado una coordinación «perfecta» con Marruecos en la gestión de la frontera, cuya policía trata de forma aún más inhumana a los migrantes, haciendo el «trabajo sucio» (como si en el lado español de la frontera fuese limpio) a cambio de financiación por parte de la UE. 

Como decimos, es la justicia española, junto al agresivo accionar de la policía española y marroquí, las que avalan y hacen efectivas estas políticas racistas de la Europa fortaleza. Por eso mismo se nos atraganta el cinismo y la hipocresía de la misma UE cuando promete ofrecer a los ucranianos desplazados por la guerra – más de un millón- un estatus automático que les permitirá tener derecho al asilo, acceso a vivienda, permiso laboral y seguridad social en cualquier país europeo, como si de refugiados de primera y segunda clase se tratase. 

Este trato discriminatorio con base racista y xenófobo en el que el gobierno de Pedro Sánchez es partícipe sin descaro en las fronteras del sur forma parte del caldo de cultivo que nutre a la extrema derecha y que normaliza e incrementa el racismo en nuestra sociedad. Es necesario y urgente combatir estas políticas racistas en las calles, empezando con el rechazo de la intervención fronteriza de estos últimos días en Melilla y con la perspectiva de levantar un programa social que elimine la ley de extranjería, los CETIs y los CIEs junto a las políticas de fronteras cerradas y Europa fortaleza.

¡Ningún ser humano es ilegal! ¡Abajo las fronteras! ¡Papeles para todxs!