Víctor Artavia

“¡La atmósfera del 19 de julio! Un pequeño hecho que lo ilustra: en una casa de mis camaradas en Barcelona, la patrulla de control, después de una inspección de rutina, abrió una jaula de pájaros y liberó a un canario: era el día de la libertad”.

Manuel Casanova [1]

El 18 de julio de 1936 un sector del ejército español inició un golpe de Estado contra el gobierno del Frente Popular y la República. Los militares, el clero católico y partidos de derecha que apoyaron la rebelión esperaban controlar el país en pocos días y, a partir de ese momento, establecer un gobierno militar que pusiera fin a las huelgas obreras y tomas de tierras campesinas, contuviera las exigencias de autonomía para las “regiones” (así se referían en la época al tema de nacionalidades), garantizara la continuidad de la propiedad privada y la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad.

Aunque los militares lograron controlar algunas ciudades en las colonias y en España continental, para el 20 de julio era claro que la rebelión como tal había fracasado, pues los golpistas subestimaron la capacidad de resistencia que presentaría la clase obrera. Basta señalar que el golpe fracasó en Madrid y Barcelona, las principales ciudades del país.

El golpe tuvo un resultado paradójico: lo que inició como una ofensiva militar para acabar con el ascenso del movimiento obrero en el marco de la República, terminó por convertirse en una provocación política que desató una revolución social que desmanteló el aparato del Estado burgués, instauró organismos de doble poder por varios meses y puso en jaque la continuidad del capitalismo español.

Así inició lo que Pierre Broué y Emile Témine califican como una revolución trocada en guerra civil, “la última revolución del período comprendido entre las dos guerras mundiales” que sería el “preludio y el ensayo general de la Segunda Guerra Mundial” (P. Broué y E. Témine, La revolución y la guerra de España: 10). Agregamos, además, que fue la última revolución de la entreguerra (1918-1939) donde la clase obrera estuvo en el centro de la escena con la puesta en pie de organismos de poder (comités-gobierno en la experiencia española), constituyendo milicias obreras de los principales sindicatos y partidos obreros, tomando fábricas que fueron puestas a funcionar bajo control directo de los trabajadores y trabajadoras, expropiando tierras de los latifundistas, etc.

En el marco del 80º aniversario de la revolución y guerra civil española[2], realizamos este ensayo para rescatar la memoria histórica y enseñanzas estratégicas de este gran acontecimiento de la lucha de clases del siglo XX, en la perspectiva de aportar al relanzamiento del marxismo revolucionario en España, tarea que asumimos desde la corriente internacional Socialismo o Barbarie.

1. Antecedentes históricos y políticos

2. Desarrollo y estrategia de las corrientes de izquierda

3. Entre la guerra civil y la revolución social

4. Pensar la revolución en un sentido estratégico

5. Bibliografía y notas al pie