Trump ataca con gases lacrimógenos la carava migrante

Tras mes y medio de viaje se encuentran en una encrucijada. Por un lado las amenazas de Trump de no permitir su ingreso a Estados Unidos ni brindar asilo a ninguna de estas personas y por otra la dificultad que significa regresar a sus países de origen a vivir en condiciones de miseria y violencia.

Johan Madriz

El anterior 13 de octubre salió de San Pedro Sula en Honduras una caravana de migrantes con dirección a Estados Unidos, en el camino y con el paso de los días otros grupos se sumaron a la travesía. Actualmente, una gran parte se encuentra en la ciudad mexicana de Tijuana a la espera de alguna oportunidad para tratar de burlar el cerco policial y militar que los gobiernos de ambos lados han desplegado para evitar su paso.

Tras mes y medio de viaje se encuentran en una encrucijada. Por un lado las amenazas de Trump de no permitir su ingreso a Estados Unidos ni brindar asilo a ninguna de estas personas y por otra la dificultad que significa regresar a sus países de origen a vivir en condiciones de miseria y violencia.

 

El muro (militar) de Trump

De sobra conocida es la posición xenófoba y racista del presidente estadounidense que ha enarbolado un discurso incendiario contra los migrantes que no sean blancos ni europeos y su promesa de construir un gigantesco muro en la totalidad de la frontera con México. Utilizó estas posiciones durante su campaña presidencial y la utilizó durante las recientes midterm para lograr el apoyo del espectro más conservador del país.

Una vez conocidas las intenciones de la caravana ordenó el despliegue del Ejército a la frontera para resguardarla de lo que calificó como una ‘invasión’. En estos momentos más de cinco mil soldados están apostados en la línea fronteriza, en lo que el New York Times calificó como “un ejército para recibir una caravana de migrantes exhaustos”. Además emitió órdenes de restringir la recepción de solicitudes de asilo, construir alberges miserables para los que logren pasar y acordó con México que esperen en ese país las resoluciones.

Si bien parece ridículo tal despliegue represivo la retórica reaccionaria de Trump ha polarizado a la sociedad estadounidense poniendo el tema de la migración como un eje primordial de la política nacional y un peligro a su seguridad. El triunfo del magnate en 2016 envalentonó a los sectores conservadores y reaccionarios a vomitar sus prejuicios y odio a todo lo que no huela a WASP (white, anglo-saxon and protestant/ blanco, anglosajón y protestante), y es justamente a esos sectores a los que complace con estas medidas.

El anterior domingo cerca de 500 migrantes intentaron cruzar la frontera pero fueron repelidos con gases lacrimógenos, afectando por igual a niños y adultos. En el relato de los hechos de un medio internacional dan a conocer que las bombas lacrimógenas tenían en ingles este mensaje: “para ser utilizado por personal policial correccional o militar entrenado”. Esta acción provocó que el paso fronterizo se mantuviera cerrado por varias horas y que México deportara a 98 personas y la patrulla fronteriza de Estados Unidos detuviera a 42.

La principal motivación de los migrantes es la aspiración a una vida mejor, conseguir empleo, vivir el ‘sueño americano’. Sin embargo, esta perspectiva es cada vez más distante. La crisis económica iniciada en 2008 que no termina de cerrarse, la desaceleración de la economía mundial, el auge de China como segunda potencia y la deslocalización de las plantas de producción a terceros países a desmejorado el nivel de vida la ‘gran clase media’. Es su lugar crecen los workingpoor, personas con empleos que apenas les permiten vivir, con largas jornadas laborales e incluso varios empleos. Esto es, muy probablemente, lo que se les imponga si logran pasar.

En una conversación reciente con un trabajador migrante nicaragüense en Costa Rica contaba cómo una gran parte de su familia se encuentra en Estados Unidos y lo mal que la pasan. Algunos con estudios universitarios son dependientes en tiendas, viven acosados constantemente por el gobierno, enfrentan interminables y costosos trámites migratorios, sufren discriminación por su color de piel, los insultan. Pero, además, afrontan una mayor explotación derivada de su condición de migrante con salarios más bajos y la amenaza constante de los patronos con la deportación. Finalmente, concluyó diciendo que no sabía si estaban mejor o peor que en Nicaragua.

 

El lavado de manos de los gobiernos del área

Sin quitarle un milímetro de responsabilidad al gobierno gringo por las penurias que sufren los migrantes no se puede evadir el hecho de que en primer término la culpa de esta situación es de los gobiernos del área.

La violencia, el narcotráfico, la corrupción, la pobreza y el desempleo con expresiones de un mismo elemento, una sociedad capitalista que explota a las grandes mayorías para que unos pocos vivan lujosamente a sus costillas. La subordinación de los gobiernos centroamericanos a las políticas neoliberales dictadas por Washington y los organismos financieros internacionales, sumen en la miseria a la región, provocando el semillero para la proliferación de pandillas, carteles narco y demás parias que se presentan como única salida a la horrenda y salvaje realidad.

Son los gobiernos que representan a los de arriba, administrando Estados capitalistas malogrados, que no generan perspectivas. Defienden a ultranza la explotación y súper explotación (como en el caso de las maquilas hondureñas) que genera grandes desigualdades y que colocan a la clase trabajadora y otros sectores oprimidos a luchar por su subsistencia.

La primera responsabilidad es de los gobiernos del área. De Costa Rica a México son responsables y cómplices de esta tragedia humana que tiene a cerca de 3.4 millones de centroamericanos viviendo en Estados Unidos (un 85% son del Triángulo Norte).

Pero aplican, a su vez, un gran lavado de manos. Mientras despotrican por un trato humanitario a sus migrantes y alzan el dedo contra Trump, no tienen reparo en hacer pagar las crisis económicas y financieras a los de abajo, son los primeros que les niegan una vida mínimamente decente y los empujan al borde. Al mismo tiempo, usufructúan de las millonarias remesas que en algunos países representan importantes porcentajes del PIB.

Pero tampoco que quedan atrás en su desdén hacia los migrantes. En 2016 dos oleadas atravesaron el área, la primera con cerca de 8 mil cubanos y meses después una con 3 mil africanos en dirección a Estados Unidos. Ambos grupos quedaron varados en Costa Rica tras el cierre de la frontera nicaragüense, impidiendo su paso. La respuesta, al igual que sucede hoy en México, fue brindar una atención mínima en albergues a la espera de que el tiempo y la desesperación hicieran su trabajo.

Ante la falta de respuestas de los gobiernos todas estas personas ‘desaparecieron’ en cuestión de meses. Tuvieron que recurrir a ‘coyotes’ para pasar la frontera, exponiéndose a bandas internacionales de tráfico de personas y aumentando, aún más, su vulnerabilidad.

Honduras, El Salvador y Guatemala fungen como policías de la región en acuerdo con Estados Unidos a cambio de ayudas económicas. Hay que recordar que el primer escollo de la caravana migrante fue la frontera con Guatemala donde se trató de impedir su paso. También México hace su parte al ceder a las demandas de Trump de frenar a los migrantes, así, en los incidentes del domingo fue la Policía Federal de este país la que acordonó el punto fronterizo El Chaparral. En el deportivo Benito Juárez actualmente se albergan 4 mil migrantes que son acosados constantemente por la policía local.

Es así que este tsunami de migrantes es responsabilidad en primer lugar de los gobiernos del área que no tienen reparos en desechar personas. Esa es la dinámica del capitalismo explotador, por lo que dentro de su marco estas oleadas serán ineludibles. La decadencia mundial empuja a que millones de personas se desplacen de una zona a otra en busca de mejores condiciones de vida, pero contradictoriamente la globalización solo aplica para bienes y capitales.

Las fronteras nacionales solo son funcionales a las burguesías de los distintos países para delimitar su parcela de explotación. Por eso abogamos por la apertura de las fronteras y el libre tránsito de personas. Exigimos un alto a la criminalización de los migrantes y repudiamos la política reaccionaria de Trump. ¡Solidaridad con los migrantes en su camino!