El lunes 2 de mayo el sitio Politico.com filtró la noticia de que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos se prepara para desmantelar el marco legal que desde hace medio siglo ampara el derecho al aborto en ese país. El martes 3 y miércoles 4 miles de personas respondieron saliendo a las calles en Nueva York y otras ciudades.
El texto de la argumentación firmada por el archiconservador juez Samuel Alito, es la fundamentación que está trabajando la mayoría de la Corte para tirar abajo el conocido fallo Roe vs. Wade de 1973, a partir de una controversia por un intento del estado de Mississippi de prohibir el acceso a la práctica del aborto después de la semana 15.
En “El cuento de la criada” la escritora Margaret Atwood imagina una sociedad distópica llamada Gilead. Un grupo ultraconservador llega al poder en Estados Unidos con el argumento de “combatir al terrorismo”. Imponen una brutal dictadura y entre otras cosas, separan a las mujeres por castas. Las mujeres de la casta de esposas de los comandantes, la alta sociedad, son infértiles. Las criadas son esclavas sexuales, mujeres encargadas de garantizar la reproducción de los comandantes, para asegurar el futuro de Gilead. Por supuesto, en Gilead el aborto está penado con la muerte. Atwood señaló que su argumento no surgió solo de su imaginación, sino que tomó algunos elementos de la realidad. El libro es de 1985.
Alito de Gilead, entre otras afirmaciones, dice que los planteos de Roe no tienen ninguna raíz en la historia y la tradición de la Nación. Será que para este dinosaurio, la “Nación” no son las mujeres ni las personas con capacidad de gestar. O que quiere hacer creer que no es parte de la tradición y la historia de ese país el poderosísimo movimiento feminista de los 60 y 70 que conquistó el derecho al aborto. El fallo Roe vs. Wade se dio en ese contexto.
Era una época de ascenso de las luchas de oprimidos y explotados en todo el mundo. El movimiento antiguerra de Vietnam, el Mayo Francés, las revoluciones anticoloniales en África… el movimiento feminista de entonces era parte de ese ascenso. Enormes movilizaciones en todo el país exigían que se legalice la práctica de interrupción del embarazo, con las consignas de lo personal es político, mi cuerpo es mío y otras. Con el fallo Roe vs. Wade, la Corte Suprema de Estados Unidos no hizo más que legalizar el derecho de las mujeres a decidir la interrupción de su embarazo, sin intromisión de ningún gobierno. La Corte legalizó lo que la calle ya había dictado. Y esto cambió la historia y la tradición hace nada menos que 49 años.
Las 98 páginas del Juez destilan odio misógino, por ejemplo, recurriendo a argumentos de un jurista inglés, Sir Mathew Hale, quien escribió varios tratados, entre ellos uno en el que apoyaba la violación dentro del matrimonio. El tratado de Hale es de mediados del 1600.
El juez Alito señala que el fallo Roe no se enmarca en ninguna parte del texto constitucional. Una Constitución que data de 1787, en cuya redacción obviamente no participó ninguna mujer, en una época en la que “we, the people” no incluía ni a las mujeres ni a la población negra, muchos menos a las y los latinos o a la población LGTTBI. Alito cuenta con el apoyo de otros cuatro jueces puestos en la Corte por los republicanos. Uno de ellos es el juez Clarence Thomas, que votó contra el matrimonio igualitario, entre otras lindeces.
Esta verdadera guerra contra los derechos de las mujeres, y contra la libertad de decidir en general, no es ninguna casualidad. La avanzada de sectores reaccionarios es un peligro en todo el mundo. Y los cinco años del gobierno de Trump no pasaron en vano. Entre otras cosas, bajo el gobierno de Trump los reaccionarios lograron dar pasos firmes contra los derechos de las mujeres, por ejemplo, restringiendo el acceso al aborto en el estado de Texas. Revocar la decisión de la Corte de 1973, ratificada por otra Corte en 1992, y “devolverle” a cada uno de los Estados la potestad de tomar decisiones sobre el tema, es permitir un retroceso fenomenal en las libertades democráticas. En primer lugar, provocaría inmediatamente que la mitad de los estados del país impusieran prohibiciones, algunos ya lo han hecho como Texas el año pasado. Esto dejaría a unas 40 millones de mujeres abandonas en los 26 estados más hostiles que ya están listos para prohibir el acceso al aborto. Y también alentará a los Republicanos a instaurar la prohibición del aborto a nivel nacional.
Pero que no festejen los reaccionarios. La convocatoria de la Women’s March en 2017 concentró a más de 5 millones de personas en todo el país contra Donald Trump. Esa movilización es uno de los episodios más importantes de la última ola feminista mundial. Que las norteamericanas estén utilizando el color verde para salir a marchar en defensa de su derecho a decidir tiene su costado internacional: es el verde de la marea que conquistó el aborto legal en Argentina, y la despenalización en Chile, en Colombia y en algunos estados de México. La llamada de la solidaridad internacional ya sonó en Londres donde hubo movilizaciones frente a la Embajada para apoyar a las norteamericanas. Un paro internacional de mujeres para apoyar la libertad de decidir está a la orden del día.
Los demócratas están preocupados por la movilización de masas que se puede despertar. El presidente Biden llamó a defender el derecho al aborto. Y según él esto se traduciría en votar bien en las próximas legislativas. Una ola de movilizaciones justo cuando la economía está en graves problemas, con inflación por primera vez en décadas, no es una buena noticia para Biden y su gobierno. Pero las mujeres y las personas LGTTBI ya empezaron a mostrar para qué se preparan. No van a dejar pasar tan fácil un atropello semejante, descansando hasta las elecciones. Ya se están movilizando y seguramente se verán más episodios del poderoso movimiento feminista yanqui. ¡Arriba la lucha del feminismo! ¡Abajo los intentos reaccionarios contra la libertad de decidir!