Santiago Follet

La operación centinela profundiza la avanzada represiva

Desde hace varios meses, con la aparición de los chalecos amarillos -que surgieron protestando contra el aumento del precio a los combustibles-, Macron se había movido sobre dos ejes. En primer lugar, intentando posar como “democrático” y “dialoguista”, mientras demonizaba la violencia de los manifestantes; y en segundo lugar, reprimiendo duramente cada una de las marchas.

Acte 19 des Gilets Jaunes | Les Gilets Jaunes crient 'Révolution !' dans les escaliers du Sacre Coeur à Montmartre, à l'endroit historique de la Commune de Paris.

Publicado por Socialisme ou Barbarie en Sábado, 23 de marzo de 2019

 

Como parte de esta hipócrita estrategia dialoguista, se encontraba la apertura del “gran debate”, que duró desde principios de enero hasta mediados del mes de marzo. Una tentativa de abrir las alcaldías al “debate ciudadano”, que no convenció a nadie y sólo logró irritar más a los manifestantes. Agotada esta vía, y lejos de dar algún tipo de salida a los numerosos sectores que vienen movilizándose en Francia, el macronismo propuso profundizar el plan represivo, la verdadera cara de este gobierno de los ricos.

En efecto, en el marco de un clima de tensión, el incendio del restaurante Fouquet’s -uno de los emblemas de la burguesía parisina-, ocurrido durante la anterior marcha de los chalecos, fue la excusa en la cual se apoyó Macron para mover a las fuerzas armadas contra la protesta social. El gobierno no tuvo mejor idea que hacer entrar en escena a cerca de 10.000 efectivos militares, normalmente destinados a cumplir tareas en la “operación centinela”, un programa inaugurado luego de los atentados de 2015, con motivo de la lucha contra el “terrorismo”.

Como si esto fuera poco, las escandalosas declaraciones del gobernador militar de París, Bruno Le Ray, buscaron meter miedo en la previa de la marcha, ya que el general dijo abiertamente ante los medios que los militares estaban listos para “abrir fuego” ante cualquier provocación.

Esta medida constituye un paso más en la escalada represiva de un gobierno que recorta las libertades democráticas y profundiza las medidas de excepción, con la inscripción del Estado de emergencia en la legislación común y la adopción del proyecto de ley “anti-manifestantes”.

 

Un clima de movilización persistente a pesar de las amenazas

A pesar de todas las provocaciones y represiones, de la militarización de los Campos Elíseos y del enorme operativo policial desplegado, la movilización encuentra su curso para seguir desarrollándose. Esto se debe a que ninguna de las consignas económicas, ni democráticas de los chalecos amarillos han encontrado respuestas por parte de las autoridades; es por eso que los reclamos se siguen expresando. Al mismo tiempo, la movilización se nutre gracias a la entrada en escena de diferentes sectores que hacen su aparición pública.

Así, por ejemplo, el fin de semana pasado durante el acto XVIII, la llegada de numerosos chalecos amarillos a la capital parisina coincidió con la marcha contra el racismo y la violencia policial y con la marcha por el clima, con la importancia que viene teniendo la organización de la juventud frente a la barbarie capitalista y sus consecuencias devastadoras para la ecología.

Si tomamos como referencia la plaza de la República en París, la foto de este lugar emblemático en un típico fin de semana parisino nos muestra cada viernes una movilización de secundarios y universitarios por la ecología; los sábados, una marcha de los chalecos amarillos y los domingos, una multitud de manifestantes argelinos, que se movilizan en solidaridad contra un quinto mandato del régimen de Bouteflika en su país. Una variedad de sectores cuya confluencia es indispensable para detener los zarpazos represivos del gobierno y para defender las libertades democráticas amenazadas.

 

El silencio de Martinez y la CGT

Un ataque semejante a las libertades democráticas debe ser contestado con la más amplia unidad de acción en las calles de todos los sectores que quieran salir a defender este derecho básico. No se trata de una cuestión menor, se trata de una urgencia política inmediata, de un derecho elemental, que debe ser defendid. En ese sentido, el llamado unitario del que han participado partidos como el NPA, la Francia Insumisa o el PCF, junto a Solidaires y otros sindicatos de docentes y estudiantes, es fundamental para repudiar públicamente y en las calles las avanzadas del gobierno.

Sin embargo, la dirección de la CGT -la principal central obrera del país- no se ha pronunciado al respecto de esta medida represiva; un peligroso silencio por parte de Philippe Martinez, que constituye un verdadero problema. Porque luego de la jornada de huelga nacional a la que la intersindical convocó para este pasado martes 19, ellos no han participado del llamado unitario contra la represión, ni han hecho declaraciones públicas al respecto.

Ellos tienen una responsabilidad fundamental, porque las jornadas nacionales de huelga no pueden quedar en meras fechas aisladas, convocadas cada dos meses con un carácter simplemente anecdótico y reivindicativo. Los trabajadores no pueden darse el lujo de que sus direcciones sindicales apelen al diálogo social y a la colaboración con el gobierno, cuando los chalecos amarillos son fuertemente reprimidos. Tampoco pueden quedarse callados cuando el gobierno saca a los militares a las calles.

 

Por un plan de lucha para defender las libertades democráticas y derrotar al gobierno

Como hemos mencionado anteriormente, numerosos son los elementos que se acumulan y que encuentran al país en una situación política movilizada, en la que el gobierno de Macron no ha resuelto ninguno de los problemas de la población, sólo les ha hecho favores a los ricos. En este sentido, el movimiento de los chalecos amarillos evidencia necesidades que van más allá de las reivindicaciones puramente económicas y es por eso que hace falta plantear una salida política de fondo a un gobierno directo de la burguesía, que se vuelve cada vez más autoritario.

De esta manera, las iniciativas para repudiar la represión y para defender las libertades democráticas en las calles son fundamentales, y es imprescindible también que las direcciones sindicales utilicen los medios a su disposición para avanzar en jornadas de huelga que permitan que la clase obrera entre en escena con toda su potencialidad, para poder bloquear la economía de forma real, y llevar a cabo un verdadero plan de acción que unifique a los sectores en lucha para derrotar la avanzada represiva del gobierno.