Unas elecciones sin clima electoral

Pasadas las dos etapas del debate, la prensa, escrita y televisada, ha hecho más que esfuerzos para promover e incentivar un clima electoral que verdaderamente no se percibe en las calles y en las casas de las españolas y españoles. Estas elecciones generales no parecen despertar mucho entusiasmo entre los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los jubilados.

Acto del partido ultra derechista VOX.

Socialismo o Barbarie Barcelona

Finalizado el debate, los candidatos expresaron su satisfacción y se sintieron ganadores, tanto del debate como de las elecciones. Asimismo, los cuatro sin excepción hicieron un llamamiento a participar el domingo que viene. Pero a juzgar por el contexto y las perspectivas,sonó más a una súplica a votar en general, que a una clara convocatoria a votar por alguno de ellos en particular.

Más allá del tono bronco y las chicanas, lo que evidenció el debate quedó servido en la mesa. Y el menú no fue ni innovador ni novedoso.

Más que elocuente fue la escenificación de la guerra abierta entre PP y Ciudadanos por la disputa del espacio electoral de derechas, acorralados por la aparición y fortalecimiento de Vox como nuevo actor en el escenario político del país, que influencia y refleja a un sector de la sociedad. Queda claro, además de la coyuntura electoral, que la derecha española hoy se divide en tres.

Acto del PP.

El PSOE, que no terminó de aclarar si pactará o no con Ciudadanos a la hora de no conseguir una clara mayoría, aunque las encuestas lo señalan como probable ganador, cosa que no sorprendería porque ya lo hizo principalmente y por sobre todas las cosas para no darle aire a Podemos, tanto en la pelea por el espacio “progresista de izquierdas” como en su rol de pilar y salvaguarda del Régimen del 78. Por eso Sánchez  se defendió más de lo que explicó y propuso, pero sí se preocupó bastante por desmarcarse del independentismo “separatista” y afirmar una y otra vez que está por la defensa de la democracia y la unidad de España y que no permitirá la celebración de ningún referéndum.

PSOE

El papel y el discurso de Podemos tampoco inquietan ni inspiran tanto. A pesar de la notoria moderación en el tono característicamente agitado y bravucón de Iglesias y de su constante apelación a la “defensa de lo público”, su estrategia de guiños y mano tendida al PSOE se pudo verificar una vez más. Ninguna crítica al PSOE como tal ni mucho menos propuestas rupturistas con lo establecido. Con la Constitución en una mano y una urna en la otra, lo de Podemos es especulación electoral y adaptación a las reglas del juego del parlamentarismo burgués.

Los grandes temas como los salarios, Catalunya, las pensiones, la garantía del acceso a un sistema de educación y salud de calidad, el desempleo, la inestabilidad laboral, el futuro de nuestros jóvenes, el flagelo de la violencia machista a la que son condenadas las mujeres y un largo etcétera que preocupan y hacen a la vida cotidiana de los españoles, han quedado sin respuestas y opacados por los demagógicos, mezquinos y tácticos discursos electorales. En este sentido, fue un debate sin debate de fondo, donde las cuestiones centrales y las propuestas estructurales brillaron por su ausencia.

A estas alturas y en este contexto, si algo queda constatado es que a los cuatro “mosqueteros” no los une el amor ni el espanto, sino la legitimación y el sostenimiento del Régimen, porque cuando se trata de su defensa son “uno para todos y  todos para uno”.

Con todo, la percepción y la valoración por abajo fue distinta a la que hicieron los candidatos, los partidos y los medios. Puede haber confusión e indecisión, pero lo cierto es que existe también cierta apatía, pereza y un poco de hartazgo.Pero nada de esto significa que exista derrota, desidia  y frustración, más bien, a sabiendas de que en España se vota para ver quién gana pero no quién gobierna, y frente al complicado panorama que se avizora ante los futuros pactos y formación de  alianzas, se ha hecho notar que un amplio sector  acudirá a las urnas con ojos  y narices tapados.

Pero existen más certezas que dudas con respecto a lo que sucederá el día después del 28A, cuando comience un nuevo acto teatral de las negociaciones, pactos y acuerdos para investir a un nuevo presidente altamente condicionado por no contar con la mayoría para hacer frente a los problemas reales, latentes y  de fondo que ahí continúan y que más temprano que tarde volverán a estallar.

Pero en todo caso y en última instancia, pesa mucho objetiva y subjetivamente, a la vez que se revela como una necesidad inmediata, la falta de una alternativa independiente y de clase que plantee un programa de y para  los trabajadores, en el camino de la impugnación y destrucción del Régimen del 78 y de la construcción de  una perspectiva socialista como salida de fondo para el actual reino de la España borbónica, heredera del franquismo.

Desafío y  tarea a la que desde SoB nos ponemos a su entera disposición.