Charly S.
Que serían «espías», que «no tendrían formación», que vendrían a «contagiar el comunismo». Desde la mismísima Casa Blanca de los Estados Unidos sale la línea para el conjunto de los medios cipayos y chupamedias del imperialismo que trabajan inyectando su mugre ideológica en todo el mundo.
Lo que está de fondo en esta campaña neo-macartista es cubrir las masacres de negligencia con la pandemia de Estados Unidos con campañas de fake news en el que las decenas de miles de muertos se tapan con griteríos. Claro que Cuba busca, enviando ayuda humanitaria, hacer política con sus relaciones internacionales para paliar un poco el ahogo producto del bloqueo, ni más ni menos que lo que hace el propio imperialismo Yanki con sus interminables guerras. Unos lo hacen con bombas, otros con medicamentos.
La crisis del coronavirus ha puesto a prueba a las naciones, a sus gobiernos y a sus sistemas sanitarios. Trump se sentía muy confiado en los primeros días, cuando el virus estaba circunscrito a Wuhan, pero mientras fue desarrollándose la enfermedad a nivel mundial y convirtiendo a New York en unos de sus focos, la campaña de fake news y ataques xenófobos y macartistas comenzaron a repetirse cada vez con más virulencia.
Etiquetar al covid-19 como «virus chino», el peligrosísimo oscurantismo de Trump diciendo al aire que inyectándose desinfectante se podría eliminar el virus, ahora el ataque al sistema de salud cubano, a la formación de sus profesionales y al «comunismo» como sistema son parte del tratamiento absurdo de la pandemia por parte de un gobierno imperialista decadente.
El gobierno norteamericano busca, mediante una campaña constante de odio, desinformación y macartismo, tapar el desastre sanitario y humanitario que a estas horas vive el país del norte, con más de 62000 muertos, producto de un mercantilizado sistema de salud que abandona a millones a su suerte y de una política catastrófica.
Ni China ni Cuba son «comunistas». No obstante, ambos países pasaron por verdaderas revoluciones sociales. En China, la capacidad de respuesta centralizada y planificada ha demostrado tener su efectividad (aunque en manos de la burocracia del PC sea con métodos represivos totalitarios).
Cuba ha emprendido un proceso de restauración capitalista que aún se encuentra en curso, por lo que todavía conserva muchas de las conquistas más importantes de la revolución. Una de ellas fue la alfabetización y nivel de educación secundaria y universitaria, además del desarrollo de su sistema de salud de acceso universal, con alto nivel de profesionalismo y calidad.
Este sistema de salud de acceso popular generalizado contrasta con el modelo mercantil-privatizado de países como Estados Unidos, que a estas horas ha colapsado completamente.
El método «just-in-time» del capitalismo de hoy busca no gastar ni un dólar de más, con todas las camas de terapia intensiva ocupadas todo el tiempo (lo que implica la reducción de camas). Este «modelo» de sistema de salud ha explotado en momentos en que se multiplica la demanda de atención en los hospitales por la expansión de los contagios de covid-19.
El verdadero desastre humanitario y sanitario golpeó más que nada a la población inmigrante, que no tiene acceso a ningún tipo de obra social, siendo mayormente las víctimas fatales de la pandemia en Norteamérica.
La discusión alrededor de un sistema de salud universal en EEUU viene cobrando fuerza y hasta había sido uno de los ejes de la campaña del senador Bernie Sanders, quien perdió la interna demócrata con Joe Biden.
La desinformación, campaña de fake news y macartismo, no pueden tapar el sol con la mano: la mercantilización y privatización de la salud, producto del afán de ganancia a cualquier precio del sistema capitalista, se muestran incapaces de dar una respuesta humanitaria y sanitaria a la altura de las circunstancias. Otro sistema es necesario y posible, y la revolución cubana, con todas sus contradicciones, ha demostrado ser capaz de construir un sistema de salud inmensamente superior.