Socialismo o Barbarie Francia

En Francia, en las últimas 24 horas fueron más de 36.000 los nuevos casos positivos registrados. Ante esta situación, Macron anunció la puesta en marcha de un nuevo confinamiento a partir de este viernes 30 de octubre hasta al menos el 1° de diciembre.

El presidente presentó, antes de anunciar las nuevas medidas, un balance de actividades de lo que se hizo antes de llegar a este punto. Felicitó el sistema de rastreo y testeo de casos. Mencionó como un triunfo el magro aumento de la capacidad de camas de terapia intensiva y realizó comparaciones con los países de la región, como Países Bajos o España. Su comparación internacional con los vecinos es sesgada, omitiendo compararse con Italia quien realizó muchísimas más contrataciones en los servicios de salud que Francia.

Su discurso se sintió como un cúmulo de excusas en relación al gran número de muertes que ya se prevé para los próximos días. La capacidad de testear se encuentra asfixiada desde los primeros días de septiembre donde los resultados estaban tardando mucho más de lo indispensable para realmente poder frenar los contagios. La capacidad de atención de los hospitales viene siendo denunciada como insuficiente por sus propios trabajadores y hasta el mismo Macron debió reconocer que el sistema sanitario ya está a punto de saturarse por completo.

El anuncio no escatimó paralelismos entre la primera ola del virus y ésta para poder justificar la medida del confinamiento. Según el gobierno, se ha demostrado en la ola anterior que ésta es la única forma de frenar el virus. Pero además, Macron señaló que el objetivo enunciado, además de salvar a los más débiles, a los de mayor edad y a los más frágiles es también el de “no deteriorar la economia”, es decir, de salvar las ganacias de los capitalistas. Por eso mismo, esta vez las escuelas permanecerán abiertas (no así las universidades), para que los trabajadores dejen allí a sus hijos y puedan ir a trabajar, cediendo así a la demanda expresada explícitamente por la cúpula empresarial francesa.

No se trata del mismo tipo de confinamiento que en marzo y abril. La apertura de las escuelas es una decisión que, a la medida de las demandas empresariales, no permite pensar que haya una verdadera reducción de la circulación de personas y por ende del virus. Quedará pendiente a los anuncios del día de mañana el detalle de unas supuestas medidas de aumento de la capacidad de testeo. Todo esto requerirá de un presupuesto adecuado que un gobierno ajustador no será el indicado para dispensar.

Los trabajadores se muestran y se sienten cada vez más lejos de este gobierno. En redes sociales y chats grupales de trabajo se comienza a sentir la bronca acumulada de semana tras semana de anuncios de medidas represivas que no son medidas sanitarias y que nos hacen sentir en una distopía de control social abyecto. Porque cuando la semana pasada se anunció el toque de queda represivo esta medida de control social se impuso con la excusa de la pandemia pero sin dar ningún tipo de medida concreta para la salud pública.

Asimismo, el asesinato del profesor Samuel Paty también ha sido instrumentalizado por el gobierno para imponer una coyuntura reaccionaria y represiva, fomentando el odio hacia la población musulmana. La semana pasada era el gobierno el que se inflaba el pecho hablando de la “libertad” y hoy son ellos los que recortan todo tipo de libertad, excepto aquella de ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa.

El gobierno ha tenido varios meses para prepararse para la llegada de la segunda ola y ya comienza a dar pruebas de su incapacidad para hacer frente a la situación sanitaria. En lo único en lo que piensan es en mantener la economía a flote y que los trabajadores continúen trabajando, siendo el desplazamiento a los lugares de trabajo con declaración jurada en mano prácticamente el único movimiento autorizado en la vía pública. Por el contrario, están prohibidos todo tipo de esparcimiento, manifestación o actividad pública y limitadas al máximo las reuniones de tipo privado.

En este contexto, un confinamiento de este tipo termina siendo una medida adaptada exclusivamente a las necesidades empresariales. Por el contrario, los trabajadores estamos presos de no hacer otro tipo de actividad que la de producir ganancias para los capitalistas. Macron nos llama a la unidad nacional para salir de esta situación todos juntos. La misma unidad nacional a la que apela para imponer la represión social y para salvar los intereses capitalistas. La unidad que necesitamos es la unidad de los de abajo, la de los trabajadores, para poder imponer condiciones de vida dignas y exigir un mayor presupuesto urgente para la salud pública, para poder hacer frente a la segunda ola del covid-19.