El Govern suspende las clases presenciales

Suspensión de la presencialidad de la mayaría de clases en las facultades catalanas durante al menos 15 días ante el colapso del sistema público de transportes y la saturación del sistema sanitario por COVID.

Xavi Posets

El jueves pasado se hizo efectiva la decisión de suspender la presencialidad de la mayoría de clases de las universidades catalanas durante los próximos 15 días, una medida que ya se anunciaba desde el fin de semana anterior. Esta medida va en la línea de frenar la curva de contagios en Catalunya, donde la situación del sistema sanitario vuelve a ser crítica y el seguimiento del virus un descontrol.

Sin embargo, cuesta creer que el hecho de eliminar la presencialidad en las facultades logre reducir el contagio, pues la inmensa mayoría de clases ya eran virtuales desde el inicio de curso.

“La culpa es de los estudiantes”

Hace semanas que los medios de comunicación llevan repitiendo las imágenes de un par de residencia universitarias con brotes de coronavirus tras fiestas privadas. Y aunque la cantidad de estudiantes contagiados es mínima y no representa a la gran mayoría de universitarios, estas imágenes son utilizadas para responsabilizar y culpar a la juventud universitaria mientras se tapan las de los transportes públicos colapsados de trabajadores o las condiciones de explotación del sector sanitario.

El gobierno de Catalunya (entre otros, como el andaluz) no perdió la ocasión para culpar a los estudiantes y dejar claro que nuestra educación, para ellos, no es prioritaria. Porque la educación es un proceso social que no se puede hacer desde una pantalla; la educación virtual no remplaza la presencial. Es más, la ONU hable de una catástrofe generacional respecto al problema educativo. Y no olvidemos la cantidad de estudiantes que se ven directamente expulsados del sistema educativo por no disponer de dispositivos digitales, conexión a internet o un espacio adecuado para recibir clases online.

Pero, como escribíamos en el texto anterior, desde el inicio del curso la presencialidad en las universidades ha sido anecdótica. Las facultades estaban prácticamente vacías, siendo de los lugares más seguros frente al contagio. Los pocos casos positivos en el estudiantado se han dado fuera de los centros educativos, en la esfera privada. De hecho, la seguridad de la Universidad frente al covid está asegurada por el propio Govern, que se justifica explicando que la medida pretende reducir la movilidad y quitar presión al sobresaturado sistema público de transportes.

Por tanto, la solución al colapso de trenes, metros y buses que en tiempos de pandemia supone una bomba de contagios no es la de invertir en el sistema público de transportes para aumentar frecuencia y capacidad de transporte, sino borrar de la ecuación a los y las estudiantes – ¡que apenas iban a la universidad! -. Por tanto, no deja de ser una medida ineficaz que atenta contra la calidad de la educación pública.

Los y las estudiantes no tenemos voz ni voto

Desde el inicio de los rumores hasta el cierre de las universidades, las y los estudiantes no han tenido absolutamente ningún rol de decisión sobre su propio futuro educativo inmediato.

Cuando el Departament de Salut lanzó el “consejo” de reducir la actividad presencial en las facultades, lo hizo de forma unilateral. Y aunque las primeras valoraciones por parte de la comunidad educativa fueron críticas, los órganos de poder no tardaron en amoldarse a las políticas del Govern. Así, el lunes el Consell Interuniversitari de Catalunya junto a los y las rectoras de las universidades se ponían a disposición del Departament de Salut.

El martes las universidades comunicaban la decisión de eliminar la presencialidad de las clases a partir del jueves, salvando las actividades imposibles de realizar virtualmente como las de prácticas o recerca.

El accionar de las universidades no es nada nuevo, y sin embargo sorprende la frivolidad por parte de las administraciones educativas de decidir eliminar la presencialidad de la educación a espaldas del estudiantado.

Organicémonos por la vuelta a las aulas con las condiciones sanitarias garantizadas

La ridícula e ineficaz medida de cerrar las universidades solo responde al intento de responsabilizar a la juventud en general y las/los universitarias/os en concreto del desastre sanitario generado por la pésima gestión de ambos gobiernos.

El estudiantado no queremos que nos usen como cabeza de turco mientras los gobiernos esconden el descontrol de contagios, el colapso de los hospitales, las terribles condiciones de explotación del personal sanitario, la destrucción de empleo, etc.

La oleada de contagios en Catalunya se combate con testeos masivos, confinamiento selectivo – ¡no como el clasista de Ayuso!- y un fuerte plan de choque social que garantice la seguridad viral en todos los espacios y unas condiciones de vida digna en cualquier caso. Por otra parte, la defensa de la presencialidad en las aulas es clave para mantener la calidad de la educación pública e impedir que la virtualidad nos lleve a una perdida educativa generacional y la expulsión de miles de estudiantes del sistema educativo.

Por eso mismo se vuelve necesario organizarnos como estudiantes para generar y garantizar las condiciones sanitarias imprescindibles para una vuelta a la presencialidad segura: más frecuencia y capacidad del transporte público, testeos masivos, ratios pequeños y espacios amplios…. formando parte de la lucha por una educación pública, gratuita i de calidad.