Desde Socialismo o Barbarie hemos participado en la huelga convocada hoy, 21 de octubre, en las universidades catalanes, en el contexto de una crisis educativa estructural agravada por la gestión de la pandemia y en el marco del juicio por el conflicto colectivo de doctorandos contra universidades y la Generalitat.

Estudiantes, doctorandos y trabajadores de las facultades nos hemos organizado en defensa de la educación pública, hoy en crisis por las políticas neoliberales de recortes y privatizaciones que durante años han aplicado tanto desde los diferentes gobiernos centrales como desde los autonómicos. La pandemia, o más bien su gestión en defensa del capital, ha agravado la situación.

Diferentes bloques estudiantiles se han movilizado por la mañana hacia el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), donde doctorandos y trabajadores de las universidades se encontraban plantados en apoyo a las y los compañeros llamados a declarar por el juicio abierto por el conflicto de los doctorandos contra las universidades y la Generalitat. El conflicto viene por la denuncia del colectivo Doctorands en Lluita y la CGT por el incumplimiento del Estatut del Personal Investigador en Formació (EPIF), concretamente por impago del cuarto año de contrato por parte de las universidades, a excepción de la UAB.

Cánticos como “Estudiants i doctorands, unides i endavant” y “No a la privatització”, entre muchos otros, han sonado durante toda la jornada, entre cortes de carreteras, concentraciones y manifestaciones. Las reivindicaciones coincidían en la lucha por una universidad al servicio de la clase trabajadora.

Y es que contrariamente, las tasas universitarias expulsan de la educación superior a miles de estudiantes provenientes de las clases trabajadoras. La intromisión de las empresas multinacionales en los planes docentes, la investigación e incluso en la creación de nuevos grados hace unas universidades al servicio de la clase dominante. Por otra parte, la precarización de los trabajadores dentro de las universidades aumenta con los años. Mientras, se permite que estudiantes en prácticas y doctorandos no perciban sueldo, o extremadamente bajo, a pesar de realizar actividades laborales, haciendo de la universidad un lugar donde conseguir mano de obra barata o gratuita.

En lo que llevamos de pandemia nuestra educación ha sido tratada como no prioritaria por nuestros gobiernos. Ejemplo de ello es la desidia con la que preparaban la vuelta al curso durante el verano, sin voluntad alguna de garantizar las medidas sanitarias.

Así, estudiantes y docentes de las universidades se han visto abocados a la virtualidad. Ésta conlleva a la expulsión de miles de estudiantes de familias trabajadoras que no tienen recursos suficientes para seguir las clases online, la llamada brecha digital. Y el resto de estudiantes vive un desastre educativo generacional, pues la educación es un proceso social que no puede substituirse por la virtual sin acarrear una pérdida de aprendizajes, conocimientos, etc.

Por eso creemos importante luchar para que el Estado garantice las medidas y condiciones sanitarias que permitan la vuelta a la presencialidad de una forma segura. En ese sentido exigimos el aumento de capacidad y frecuencia de la colapsada red pública de transportes. Inversión masiva destinada al sistema público sanitario que hoy se encuentra sobresaturado, sobreexplotado y sin recursos suficientes. También exigimos testeos masivos y la reducción de ratios en los centros educativos, contratando más personal y aumentando espacios.

Y en las facultades se hace imperante la necesidad por una universidad totalmente gratuita donde las empresas no se entrometan en los planes docentes  o la investigación. Donde la precariedad no sea la naturaleza de un contrato y se retroceda en la privatización. En definitiva, una universidad pública, gratuita y de calidad al servicio de la clase trabajadora.