Catástrofe ambiental: quemas masivas en las Islas del Paraná

La ciudad de Rosario y el Gran Rosario se encuentran bajo el constante humo que invade la ciudad día y noche producto de las quemas de humedales por parte de los empresarios ganaderos.

Simón Baigorria

Desde hace más de un mes la ciudad de Rosario y el Gran Rosario se encuentran bajo el constante humo que invade la ciudad día y noche producto de las quemas que se están llevando adelante en las islas del delta del Paraná ubicadas frente a la ciudad. Se trata de un ataque a la salud y al medio ambiente al servicio de las ganancias empresarias, agravado por la pandemia de Covid que azota a todo el mundo.

Las quemas masivas de los humedales son producidas artificialmente por los productores ganaderos que intencionalmente incendian sus campos en función de la cría y engorde del ganado vacuno, lo que propicia la conversión de montes, selvas de galería y vegetación del delta en campos de pastizales. Si bien la quema controlada de pastizales en los campos es una práctica tradicional con el fin de generar mejor pastura, en los últimos años se convirtió en un enorme problema ambiental.

Esto es así dado que al extenderse la frontera sojera (política auspiciada e impulsada por todos los gobiernos patronales) en función del rinde que genera la explotación de este poroto, la frontera ganadera se corrió hacia la zona de los humedales del delta. Hoy el negocio para las patronales agrarias es plantar soja o arrendar los campos, por ello las islas y humedales valen más que un campo para la cría y engorde de ganado.

Esto se convirtió en un problema ambiental, dado que los humedales no son aptos para las quemas. La autorregulación en ellos se produce de forma natural, por las crecientes y bajantes naturales del río, que funciona como un gran regulador. Por ello las quemas afectan absolutamente toda la flora y la fauna natural del ecosistema, devastándolo de forma irreversible. Con el agravante del intento de realizar agricultura intensiva dentro de los humedales, terraplenando y secando cursos de agua para ganar tierras de cultivo o de pasturas para el ganado.

Esta situación es la que se viene produciendo en el delta del Paraná (sobre todo en jurisdicción de la provincia de Entre Rios) en los últimos años. Las quemas del humedal se convierten en una práctica cada vez más cotidiana y extendida (hubo grandes incendios en los años 2004, 2006 y 2008) que afectan a las ciudades lindantes con el río Paraná. Y este año de la pandemia del coronavirus, se convirtió también en el año de la pandemia de las quemas. El humo cotidiano sobre Rosario y el Gran Rosario es la gran demostración de ello.

Desde comienzos del 2020, en apenas 6 meses y teniendo en cuenta además la cuarentena, se produjeron más de 2700 focos intencionales (quemas) en la zona de las islas del Paraná (tengamos en cuenta que en todo el 2019 los incendios intencionales fueron un poco más de 1000). Con el agravante que más de 800 de esos focos se produjeron en la última semana), lo que revela una intencionalidad manifiesta por parte de los productores ganaderos por quemar todo en función de sus necesidades.

Quienes son los responsables

Detrás de la quema de las islas hay un entramado de intereses económicos de sectores ganaderos a quienes el medio ambiente y la salud de los millones de habitantes de Rosario le importamos poco y nada. En las últimas semanas y al calor del repudio masivo y el hartazgo que generaron las quemas y el permanente humo sobre la ciudad, la justicia entrerriana que había dilatado durante semanas toda investigación por las quemas, dio a conocer los nombres de algunos de los propietarios de campos de las islas y del delta: Pablo Rufino Baggio, César Perpecto Aguiar, Hipólito, Juan y José Luis Maceratesi, Alberto, Daniel y Graciela Chiartano, Luis Carlos Pérez y Domingo Maiocco son algunos de los propietarios de campos.

Algunos de ellos son grandes capitalistas como es el caso de Pablo Baggio, propietario de la empresa de jugos del mismo nombre, quien está acusado de estafas, lavado de dinero y evasión tributaria, que exporta a decenas de países y factura anualmente centenares de millones de dólares por año. También están los intereses de grandes frigoríficos ganaderos de la provincia de Santa Fe que usan las islas para cría y engorde del ganado que luego faenan.

Por otro lado existen sectores empresariales de profundos nexos políticos con los diferentes gobiernos. Es el caso de la familia Maceratesi, propietarios de más de 2000 hectáreas en la zona de Puerto Gaboto y que tiene como presidenta comunal de la localidad santafesina de Aldao a Claudia Maceratesi (electa en el 2019 por la boleta de Unite de la antiderechos Amalia Granata en un frente con el PJ local).

O el caso del intendente por el macrismo de la localidad entrerriana de Victoria, Domingo Maiocco, empresario ganadero desde hace más de 30 años y propietario de tierras cercanas a Rosario. Pero detrás de la quema de las islas existen otra cantidad de responsables, dado que existen otros propietarios privados como los matarifes y dueños de frigoríficos del Gran Rosario.

Por otro una gran parte de las islas son tierras fiscales que pertenecen a la provincia de Entre Ríos, quien las arrienda y otorga permiso de uso y explotación. E inclusive la Universidad Nacional de La Plata posee una isla de más de 25.000 hectáreas, que mantiene arrendada. Ese es el otro ángulo del problema, el arrendamiento de tierras para uso de un tercero.

La respuesta de los gobiernos

Ante un problema que se repite año tras año, la respuesta de los gobiernos de Entre Ríos y Santa Fe fue siempre la misma, dejar pasar las quemas sin investigar y en todo caso aplicar multas irrisorias a algún que otro productor agrario. Pero este año, la gravedad de los incendios y se combinar con dos factores extraordinarios como son la larga sequía y la bajante histórica del río Paraná, ambas consecuencias de las políticas de deforestación y eliminación de selvas y bosques nativos y su reemplazo por el monocultivo de soja, lo que conlleva un cambio abrupto del clima y menores lluvias.

Luego de reiteradas reuniones sin nada en concreto, los gobiernos provincial del PJ de Perotti y municipal del Frente Progresista de Javkin se vieron obligados a firmar un acuerdo el pasado viernes 12 de junio con el gobierno de Entre Ríos y el ministerio de Medio Ambiente de la Nación mediante el cual se prohibieron las quemas de pastizales en las islas por 180 días y el gobierno nacional decretó la emergencia ambiental en la zona del delta del Paraná. Parte de este acuerdo es la presencia permanente en la zona de dos aviones hidrantes, un helicóptero y equipos de brigadistas destinados a apagar los incendios en las islas.

Pero pese a este acuerdo, la presencia de funcionarios nacionales y provinciales y las reiteradas declaraciones contra la quema de las islas, la respuesta de los patrones ganaderos fue redoblar la apuesta. Tanto es así que el mismo día viernes, luego de la firma del acuerdo, fueron provocados más de 40 focos incendiarios. Y desde entonces el fuego en las islas continúa, de día los brigadistas se ocupan de combatir los incendios pero de noche se pueden ver desde Rosario los múltiples focos de incendios.

Defendamos los humedales del delta del Paraná

Ante la escandalosa provocación de las patronales ganaderas que no vacilan en seguir incendiando las islas, demostrando que su único interés es la ganancia, aún a costa de la salud de los rosarinos y la destrucción del medio ambiente, no se pueden aceptar medidas tibias. Los gobiernos nacional, provincial y municipal hablan una y otra vez de castigar a los responsables… pero nada hacen para castigarlos.

No alcanza con multas que son apenas un gasto ínfimo para los ganaderos, no alcanza con denuncias en la justicia que quedan en la nada (escandalosas son las declaraciones de fiscales y funcionarios de Entre Ríos, justificando las quemas y diciendo que no son planificadas sino producto de “accidentes” o acción de “pescadores o acampantes”).

Para frenar este ataque al medioambiente y la salud hay que ir a fondo contra sus responsables: los ganaderos y sus cómplices políticos. El ejemplo de la rebelión juvenil contra el fracking en Mendoza demuestra que saliendo a las calles masivamente se puede frenar los intentos de hacer pasar los negocios capitalistas por sobre la sustentabilidad del medio ambiente y la salud de la población.