Agustín Sena
Volodímir Zelensky era, hasta hace pocos años, un completo outsider del mundo de la política. En 2019 se convirtió en el inesperado presidente de Ucrania tras una fugaz campaña electoral en la que destronó a Poroshenko, el anterior presidente salpicado por escándalos de corrupción.
De actor a presidente
Hasta ese momento, Zelensky era un famoso actor cómico y empresario de la compañía Kvartal 5. Tuvo una prolífica carrera como actor cinematográfico y televisivo. Entre 2015 y 2019, protagonizó la serie televisiva «Servidor del Pueblo». El personaje de Zelensky es un docente secundario que, tras grabar un video viral en el que critica la corrupción estatal en Ucrania, se convierte en presidente de la República.
La serie fue un éxito rotundo. Era la época posterior al Euromaidán, la rebelión pro occidental que sacudió Ucrania en 2014. El gobierno de Poroshenko atravesaba una grave crisis política. Por un lado, la crisis económica del 2008 golpeaba duramente la economía ucraniana. Los ucranianos que se exiliaron en busca de mejores trabajos superó el millón. Por otro lado, Poroshenko se vio salpicado en numerosos escándalos de corrupción.
En 2018, Zelensky creó junto a otros empresarios de la compañía Kvartal 5 el partido «Servidor del Pueblo» (sí, con el mismo nombre que la serie). Es difícil saber si la serie fue la preparación de la carrera política, o si Zelensky simplemente vio su oportunidad y la aprovechó. Seguramente haya un poco de ambas cosas.
Es cierto, de todas maneras, que Zelensky ya era una personalidad política en Ucrania. En ocasión de la ocupación de Crimea y del Donbass en 2014, donó un millón de grivnas (33.000 dólares) al Ejército ucraniano.
Lo concreto es que de la noche a la mañana, tras una campaña casi totalmente virtual que duró sólo 4 meses, Zelensky se convirtió en el nuevo presidente ucraniano.
Populismo pro-occidental
La campaña electoral y la presidencia de Zelensky han dado cuenta de su versatilidad y su pragmatismo ideológico. Su popularidad de basa justamente en su carácter de outsider. Es visto por el electorado como un personaje ajeno a la política tradicional, al establishment corrupto del país desprestigiado por años de crisis.
En términos políticos, su gestión tiene una clara orientación pro – Unión Europea y pro – OTAN. La orientación estratégica del gobierno de Zelensky es la de integrar a Ucrania, un país largamente dominado por Rusia desde la época de los zares, a la Unión Europea y a la influencia del imperialismo yanqui. Esta posición encuentra asidero en las tradiciones nacionalistas ucranianas, especialmente en el Oeste del país.
Sin embargo, la posición pro – europea de Zelensky no significa una autonomía definitiva con respecto a las potencias mundiales. Más bien se trata de cambiar el patrón viejo (Rusia) por un patrón nuevo (EEUU, la Unión Europea y la OTAN). Esto explica por qué la integración a la Unión Europea ha encontrado resistencias en el este del país (el Donbass), que es culturalmente más cercano a Rusia y económicamente depende de la industria de Moscú.
La mancha de la extrema derecha
Ya son famosas las declaraciones de Putin respecto de «desnazificar Ucrania». Como ya señalamos en otras notas, la intención real de Putin es mantener a Ucrania bajo el influjo ruso y ponerle límites a la influencia de la OTAN en la región.
Es mentira que Ucrania sea una «nación fascista» o que el gobierno de Zelensky lo sea. Más bien se trata de un gobierno de corte neoliberal al estilo europeísta. De hecho, en estos días parece estar avanzando rápidamente la integración de Ucrania a la UE en lo que se ha llamado «una integración exprés».
Otra cosa bien distinta es que en Ucrania existan grupos de ideología neonazi o ultranacionalista. Esto es cierto. Ucrania tiene una larga y compleja tradición nacionalista. Esto se debe, principalmente, a la larga historia de yugo nacional que pesa sobre el país. Ha sido oprimido alternativamente por el Imperio Ruso, por el estalinismo e inclusive por la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra. En ese complejo mapa de ocupaciones, sectores del nacionalismo ucraniano llegaron a acercarse al nazismo y colaboraron con él. Sin embargo, el nazismo no consideró a los eslavos como dignos de su cooperación, y procedió a masacrar a la población ucraniana.
Hoy en día, existen diversos grupos ultranacionalistas o neonazis que conviven con el régimen democrático burgués ucraniano. Algunos de ellos, como el Batallón Azov, están de hecho integrados al Ejército y la Guardia Nacional ucranianas en calidad de regimientos especiales. Es que, en el intento de subsumir Ucrania al mandato de las potencias occidentales, los grupos ultranacionalistas no interfieren demasiado en el camino de Zelensky. De hecho, contribuyen a su orientación estratégica en la medida en que pugnan por mantener a raya la influencia rusa.
La mancha del ultranacionalismo amparado por el Estado ucraniano es una muestra más de la complejidad de la situación actual. Ucrania es un terreno disputado por potencias imperialistas enemistadas (EEUU – Rusia). Zelensky ha quedado en el vértice de una pirámide tambaleante. En cualquier momento, un nuevo temblor podría llevar su destino (y el de Ucrania) hacia uno u otro lado.