Unión Europea: elecciones de crisis

Ale Vinet

360 millones de personas de 28 países podían votar en las elecciones al Parlamento Europeo. Era una votación de doble importancia. Primero, por su dimensión. Permiten hacer una imagen (aunque distorsionada por el prisma electoral), de las relaciones de fuerza políticas a escala de la UE. Por eso, pueden tener un impacto en la política llevada adelante por la UE de ahora en más.  Sin duda los votos están cruzados por cuestiones nacionales. Pero son también un “test” de la política de austeridad impuesta por la UE en la crisis.

En segundo lugar, los votos son un termómetro de la situación en cada país, aunque al tratarse de elecciones europeas, el lugar de la política frente a la UE es mayor en los discursos de los partidos. Está en discusión de manera directa el “proyecto europeo” de cada uno. Pero eso no quita que también se procesen las situaciones políticas nacionales. Así, las europeas funcionan como una “elección de medio término” para los gobiernos. Refleja la aprobación o no de sus políticas.

Esto se da sobre el trasfondo de una crisis que irresuelta. Los planes de austeridad, los cierres de empresas, el desempleo y los recortes de servicios sociales siguen su curso. Los signos de recuperación son muy débiles como para revertir el deterioro de los últimos seis años, y la política de austeridad de la UE ha sido un ataque en toda la línea contra las condiciones de vida de las masas trabajadoras.

El período preelectoral estuvo marcado por el ascenso de formaciones “populistas” y de extrema derecha, anti-UE. Aparecían con porcentajes importantes en los sondajes, y lograron ocupar un buen espacio en los medios y el debate público. Victorias electorales previas reforzaron esto, como el ascenso del Front National en las municipales francesas, o los votos de Amanecer Dorado en Grecia en la primera ronda de las municipales en mayo (incluyendo el 15% en Atenas). Las elecciones de la UE confirmaron este ascenso de la extrema derecha, aunque con desigualdades.

Pero las europeas han sido, además, el escenario de irrupciones importantes de la llamada “izquierda radical”, que aparece como contrapeso al avance de la extrema derecha. Esta irrupción refleja años de lucha contra los planes de austeridad, y expresa un claro rechazo a la política económica impuesta por la UE.

La crisis sigue su curso

Vemos primero lo estructural: la situación económica, las condiciones materiales en que se dio la elección.

Luego de seis años de austeridad como única receta a la crisis, la misma sigue su curso y amenaza con profundizarse en ciertos países, como Francia. Las ultimas elecciones europeas se realizaron en 2009, sólo un año después de iniciada la crisis. Recién comenzaban a ponerse en práctica las medidas económicas de “austeridad”. Las elecciones actuales se realizan luego de un largo camino recorrido.

La situación económica está lejos de ser favorable. Los datos de la Eurostat (agencia estadística de la Comisión Europea) marcan que el PBI de la eurozona creció en el primer trimestre 2014 tan solo un 0,2%; Francia se estanca en un 0% e Italia decrece en un 0,1%. Sólo Alemania (que hizo la “tarea” neoliberal hace una década) crece un 0,8%. A eso se suma el riesgo de deflación, con un porcentaje de inflación en caída y algunos países con baja de precios (España, Portugal y Grecia).

Este escenario global se refleja en las diferentes economías. España es el tercer país europeo con la peor tasa de empleo (solo un 58,2% de la población activa tiene trabajo) y los despidos siguen. Los casos más emblemáticos son los de Coca Cola y de Panrico, donde los trabajadores llevan varios meses de huelga, y acaban de rechazar una pérfida oferta patronal: reducción del número de despidos a cambio de que el comité de empresa quede afuera y la patronal pueda elegir al resto de los despedidos, para así deshacerse de los activistas de la huelga. También se atacan las prestaciones sociales, como el intento de privatizar la sanidad en Madrid, que se impidió gracias a la gran lucha de los trabajadores de salud.

Grecia sigue con una política de austeridad que es una catástrofe para los trabajadores y el pueblo. El desempleo es del 27,3%, y del 58,3% para menores de 25 años. El gobierno redujo un 40% el empleo de las universidades, cerró centros de maternidad y dispensarios de vacunas.

Pero lo más emblemático de las dificultades de la eurozona para salir de la recesión es Francia. Los cierres de empresas se multiplican desde hace un año: Peugeot, ArcelorMittal y otras dejaron en la calle a decenas de miles de trabajadores. Además, el gobierno anunció un paquete de “rescate” a las empresas, y de recortes en el estado por 50 mil millones de euros. Esto profundizará la asfixia financiera de las universidades, el cierre de Centros de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y las demás políticas antisociales que Hollande venía aplicando.

Lo de Francia es de una importancia enorme. Es la segunda economía de la eurozona y juega un rol político de primer orden en la UE, además de sus intervenciones neocoloniales en África y Medio Oriente. En Francia, el desempleo sigue aumentando –lejos quedaron las promesas de Hollande de revertir esa tendencia– y el PBI tiene un crecimiento de 0% para el primer trimestre de 2014. El gobierno se verá obligado a llevar adelante ataques aun más profundos contra los derechos laborales y jubilatorios, ya que las reformas del régimen de retiro en 2010 y del código de trabajo en 2013 han sido “insuficientes”.

Resumiendo: el cuadro general es de estancamiento, con el agravante de que se da luego de años de destrucción de empleo y deterioro de las condiciones de vida. Tras años de austeridad, la economía de la eurozona es incapaz de ponerse de pie. Esa situación viene llevando a un recrudecimiento de la lucha de clases. Pero también es el caldo de cultivo de las formaciones de extrema derecha.

Los resultados de la elección

Los resultados globales de la elección le dan la victoria al Partido Popular Europeo (PPE), que ya maneja la UE desde hace 15 años. El PPE logró el 28%, frente al 25% del Partido Socialista Europeo (PSE). A pesar de esta victoria, el PPE cayó 8 puntos respecto a 2009. Se verá forzado a realizar alianzas con otros bloques para poder gobernar la UE.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol: son los dos partidos clásicos que dominan las instituciones europeas. Por otra parte, una victoria de los “socialistas” probablemente no hubiera tenido mayor impacto sobre las políticas de la UE. Más allá de los cacareos, todos los gobiernos “socialistas” aplican la austeridad en sus propios países, como hace Hollande en Francia. Ya hace tiempo que los “socialdemócratas” han dejado de ser “reformistas”: se han vuelto social-liberales, En ese sentido, más allá de algunas diferencias, tanto el PPE como el PSE defienden la UE actual y su política frente a la crisis.

Lo más importante es la aparición de partidos que, por izquierda y por derecha, cuestionan de una u otra forma a la UE actual y a su política económica. Globalmente, no ha habido  “derrumbe” de los dos bloques centrales: el PSE se mantiene estable entre 2009 y 2012,  y el PPE baja 8 puntos. Pero entre ambos concentran el 53% de los votos. La propia estabilidad de la UE no se encuentra cuestionada aún, y su gobernabilidad, desde el punto de vista institucional, no es mucho más crítica que la de hace cinco años.

Pero esto no puede ocultar que en algunos de los países más importantes, el proyecto de la UE actual está gravemente cuestionado. La victoria del FN en Francia y del UKIP en el Reino Unido (segunda y tercera economías de la UE) cuestiona abiertamente el proyecto europeo: es un verdadero sismo político. Además del aspecto económico, Francia es uno de los “artífices”, de los creadores de la UE. Y Gran Bretaña, más allá de sus ambigüedades y de estar con un pie adentro y otro afuera[1], es un actor central en Europa.

Por la izquierda, la UE es cuestionada por la victoria de Syriza en Grecia. Se trata de un partido europeísta, que ha jura mil veces lealtad a la UE y al euro. Pero eso no quita que su votación refleje el rechazo popular a los planes de austeridad impuestos por la Troika. El propio establishment europeo se ocupó de anunciar que una victoria de Syriza significa la ruptura del euro, la salida de Grecia de la UE y un cataclismo mundial sin precedentes. Por eso es muy significativo que Syriza haya triunfado en el país que ha estado en el centro del debate de la política económica europea en los últimos años (y por la heroica resistencia del pueblo griego).

Más allá de los fríos números –que podrían aparentar “más de lo mismo”–, el cuestionamiento a la UE y su política es uno de los datos centrales de la elección. No podía ser de otra manera luego de cinco años de “austeridad” que no han resuelto la crisis, sino que han sumido en la miseria a la clase trabajadora. Pero tampoco se puede obviar que las críticas a la UE que en esta elección han sido de signo opuesto, y que el discurso antieuropeo de partidos como el FN o el UKIP no tienen nada que ver con los intereses de la clase trabajadora.

El ascenso de la extrema-derecha

Así, uno de los principales datos de la elección ha sido el ascenso de la extrema derecha, con un 25% en Francia con el Front National, el 27% en Inglaterra con el UKIP, el 23% en Dinamarca con el Partido Popular Danés, países donde ha sido la primera fuerza. Además, en otros, logró resultados apreciables, como el 10% en Grecia y el 8% en Alemania.

La base de su desarrollo es la grave crisis económica y social que describimos. Implica un enorme retroceso en las condiciones de vida popular y sirve de punto de partida para una “guerra de todos contra todos”. En ese marco el discurso racista y xenófobo encuentra eco. Las formaciones de extrema derecha lo combinan con un discurso “soberanista” en el terreno económico.

Así, Marine Le Pen (del Front National) explica en su video de campaña que hay que detener la inmigración interna en Europa, porque el espacio Schengen significa que “cualquiera” puede venir a instalarse en Francia, y que para colmo los demás partidos defienden políticas ridículas como la entrada de Turquía a la UE. En otro video, explica que hay que devaluar el euro para recuperar competitividad, oponerse al tratado de libre comercio entre la UE y EEUU, “recuperar el control de las fronteras”, y oponerse a las “transferencias de soberanía”. Su discurso denuncia la política “ultraliberal” (!) de la UE, y se dice contra la austeridad (!!) y por la soberanía popular. Tras lograr el primer lugar, Marine Le Pen dijo que se trata de un acto “del pueblo soberano”.

Dice lo mismo el “Manifiesto” del UKIP. Explican que el Reino Unido “perdió el control de las fronteras”, y que como consecuencia los servicios públicos están colapsados, bajo la presión de una “inmigración masiva”. Además, la UE es dañina para las pequeñas compañías y cuesta cara al estado británico. Para hacer frente a esta situación, el UKIP llama a “retomar el control” y a transformar la elección europea en un “referéndum anti-UE”.

Estas formaciones logran así captar a un sector de la población que sufre la austeridad, que ha perdido su trabajo, que ve cómo se rescata a los bancos y a las grandes empresas, y que además identifica estos problemas con una UE que representa los intereses de las burguesías imperialistas y que ha sido la punta de lanza de los planes de austeridad. Esto se agrava por la debilidad de las opciones de izquierda, y por la negativa de la mayoría de ella a denunciar claramente el carácter reaccionario de la UE y su rol de garante de la austeridad.

Pero el UKIP y el Front National no dejan de ser organizaciones políticas profundamente reaccionarias, enemigas de la clase trabajadora, de la izquierda y de todos los sectores oprimidos (mujeres, inmigrantes, minorías sexuales). Por eso, los importantes resultados de la extrema derecha, como la victoria del Front National, no pueden ser tomados a la ligera. La organización de la lucha antifascista es una tarea de primer orden, como demuestran los crímenes de los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia, o la masacre de Odesa perpetrada por los fascistas del “Sector Derecho”.

Pero lo central es de dar una respuesta política a la rabia de millones de trabajadores contra la UE capitalista e imperialista, principal responsable de los planes de austeridad que sumieron en las miseria a millones. Hay que decir claramente que la UE no puede ser “reformada”, que la UE de hoy no es de ninguna manera un “primer paso”, ni un punto de apoyo para una verdadera unidad de los pueblos de Europa. Al contrario, la UE es la cadena de transmisión de las burguesías imperialistas hacia la periferia, es el sostén de los planes de austeridad, es la responsable de la degradación de las condiciones de vida que lleva a las explosiones de racismo y xenofobia y al enfrentamiento entre los trabajadores.

Para la izquierda revolucionaria, estas elecciones son la prueba de que no hay otro programa que la ruptura con la Unión Europea y con el euro, la denuncia más intransigente de las políticas de austeridad de Bruselas, y la defensa de un verdadero internacionalismo.

Sólo sobre las ruinas de la actual Unión Europea capitalista e imperialista, se podrá construir una verdadera Europa obrera y socialista.

La victoria de Syriza y los resultados de la “izquierda”

El contrapunto de esta situación, por el cual hablamos de polarización, es la victoria de Syriza en Grecia. Esto vuelve a poner al rojo la situación de ese país. En menor medida, los resultados en el Estado Español, reflejan un crecimiento de las formaciones a la izquierda del PSOE, además de una crisis importante del sistema bipartidista.

Cuando decimos polarización, no hablamos del grado de radicalización que alcanzaron desarrollos en otros países, como en Medio Oriente, que ha vivido verdaderas guerras civiles. O incluso ahora Ucrania, al borde de la guerra civil. Nos referimos a que las elecciones europeas reflejan tendencias contradictorias, y que el resultado electoral es un reflejo mediado de la lucha de clases. Por eso los dos países con el mayor crecimiento de la “izquierda radical” – Grecia y España–, han sido también los que vivieron la mayor conflictividad social.

En Grecia, Syriza logró una victoria que sin ser aplastante, ha sido clara: cuatro puntos por encima del partido de gobierno, Nueva Democracia… cuando la mayoría de los sondeos pre-electorales daba por ganador a ND. Si bien no se ha derrumbado (como el PASOK, con un mísero 8%), ND bajó del 32% en las europeas de 2009 al 23% ahora[2].

Esto se ve reforzado por los resultados de elecciones locales. Su segunda vuelta se realizó el mismo día que las europeas: Syriza triunfó en la región del Ática, que concentra el 40% de la población, además de haber perdido por un margen estrecho la municipalidad de Atenas. Además, el centro de la campaña contra Syriza, en estas elecciones como en las legislativas de este año, se basa en profetizar que la llegada de Syriza al poder significaría una hecatombe total.

Ahora que Syriza tiene responsabilidades de gobierno (nada menos que en la región más poblada del país!), será más difícil reflotar este mito en el futuro, más allá de que el gobierno regional de Syriza se verá sometido a todo tipo de presiones. A esto se agrega la base social de los votantes: los de Nueva Democracia vienen principalmente de las zonas rurales, mientras que los de Syriza de zonas urbanas. O sea las que estuvieron a la cabeza de la resistencia a la austeridad.

En España, el ganador ha sido el PP con el 26% (frente a 42% en 2009). Esto le da algo de aire a Rajoy, que venía muy desprestigiado. Pero allí se acaban las buenas noticias para la “clase política”. En primer lugar, si el PP salió primero es en parte por la catástrofe del PSOE: tan solo el 23%, frente al 38% en 2009.

Ambos partidos sumados obtuvieron el 49%, cuando en 2009 alcanzaban 80%. Así, el bipartidismo español se encuentra en serias dificultades. Pero, además, una de las grandes noticias ha sido la votación obtenida por la coalición “Podemos”. A tres meses de fundarse, se alzó con el 8% de los votos y consacro cinco diputados europeos. A eso se suma la votación de Izquierda Unida (coalición del Partido Comunista Español), que logró el 10% (frente a menos de 4% en 2009) y pasó de dos a seis diputados europeos. Esto significa que el ascenso de Podemos no se realizó mediante vía una “redistribución” de los votos a la izquierda del PSOE, sino que ese sector en general creció: del 4% de IU en 2009, al 18% que suman Podemos e IU en estas elecciones.

En otro artículo, analizamos políticamente a Syriza, Podemos o Izquierda Unida. Aquí, para finalizar,  subrayamos que, más allá de los límites de esas formaciones, sus votos reflejan un claro rechazo a las políticas de austeridad y a la UE, pero por la izquierda.

Para un trabajador griego que realizo decenas de huelgas generales, que tomó las calles junto a cientos de miles, que vio cómo pese a ello los paquetes de austeridad se aprobaban uno tras otro, hacer morder el polvo a los lacayos de la UE, como Nueva Democracia (aunque sea en el militado terrenos electoral), es vivido como una victoria.

En el mismo sentido, mas allá de nuestras críticas, Podemos refleja a los sectores que salieron a luchar en los últimos años: los movimiento de indignados, las diferentes “mareas” (educación, sanidad). Esto se expresa además en la composición de la lista, con activistas de esas luchas.

Esto tiene importancia en dos puntos. En primer lugar, la victoria de Syriza tuvo impacto internacional. Es que se trata de uno de los países que ha estado en el centro de la escena los últimos años, tanto por ser el “conejillo de indias” de la austeridad, como por las heroicas resistencias que se desarrollaron allí. Que en Grecia gane un partido cuya identidad se basa esencialmente en el rechazo de los planes de austeridad, es un dato no menor en el escenario internacional. En segundo lugar, como dijimos, las votaciones de la “izquierda radical” reflejan las luchas de los últimos años en Europa. Los buenos resultados obtenidos pueden servir para apuntalar la moral de los sectores en lucha. Podrían ser un punto de apoyo para relanzar la pelea contra los planes de austeridad.

Claro que se trata, sin embargo, de formaciones políticas cuya perspectiva no es la pelea en las calles, ni la organización independiente, sino lo puramente electoral. En ese sentido, la victoria de Syriza, y un eventual gobierno de ese partido en Grecia, pueden derivar también a la cooptación de los movimientos de masas,  y a depositar esperanzas en los mecanismos institucionales. Asimismo, un fracaso de esos gobiernos podría ser una grave derrota para los sectores en lucha. El drama de la crisis del chavismo en Venezuela, es un recordatorio para los que vieron en él una “transición al socialismo”.

Por eso, es más actual que nunca la construcción de organizaciones revolucionarias enraizadas en la clase obrera e independientes de todo sector patronal. Organizaciones que puedan marcar a cada paso los límites de las direcciones reformistas, que den la pelea por una salida no institucional a la crisis del capitalismo.

Las elecciones europeas, con todas sus contradicciones, han demostrado que hay espacio político para esas alternativas. También han demostrado, lamentablemente, que la extrema derecha está lista para recoger los frutos de la traición de los reformistas… y de la debilidad de los revolucionarios.

 


[1] Mantiene su moneda propia, la libra, y no forma parte del espacio Schengen.

[2] En las elecciones generales de junio de 2012 había obtenido el 30%.