Roberto Sáenz
“No nos alegremos, sin embargo, en demasía por nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Pues por cada victoria de éstas la naturaleza se venga de nosotros. Cada victoria, es verdad, al principio alcanza los resultados esperados, pero en un segunda o tercera instancia tiene efectos bastantes diferentes, imprevistos, que con demasiada frecuencia anulan los primeros (…) Así, a cada paso, se nos recuerda que nosotros no gobernamos la naturaleza como un conquistador gobierna un pueblo extranjero, como alguien colocado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, con carne, sangre y cerebro, pertenecemos a la naturaleza y existimos en su medio, y que todo nuestro dominio consiste en el hecho de que estamos en ventaja en relación a todas las demás criaturas porque podemos aprender sus leyes y aplicarlas correctamente”. (Engels, Dialéctica de la Naturaleza)
Con la crisis desatada un mes atrás alrededor de los incendios forestalesen la Amazonia (Brasil, Paraguay y Bolivia), la lucha contra la destrucción capitalista del medio ambientepegó un salto en el orden internacional[2].
En realidad, desde finales del año pasado vienen sucediéndose una serie de iniciativas que, en general, tienen por centro la juventud y el estudiantado.
Sin embargo, la quema de la selva tropical latinoamericana puso una señal de alerta roja internacional y disparó la convocatoria a esta Huelga Mundial por el Clima que puede ser la acción internacional más importante que se tenga memoria en relación al clima[3].
Más allá de su posición demagógica, que el tema haya sido tomado en la última reunión del G-7y por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dejando a la defensiva al genocida climáticoJair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, constituyó un salto frente a una problemática que viene sustanciándose hace años, acerca de la inutilidad capitalista e imperialista en abordar el problema más allá de declaraciones de intenciones vacías(acuerdos climáticos como los de París y reuniones internacionales por el estilo).
Si gobiernos de tipo “progresistas” al menos disimulaban –¡y disimulan!- las cosas con discursos de un imposible “capitalismo verde”, la llegada simultánea de varios gobiernos genocidas ambientales como Trump, el propio Bolsonaro, la situación insostenible en la China de Xi Jin Ping (China es uno de los países campeones mundiales en polución ambiental), etcétera, más la evidencia empírica del cambio climático (calores y fríos extremos, sequias y lluvias extremas, etcétera) y la seguidilla de noticias adversas respecto de la involución en la situación del medio ambiente, han multiplicado la sensibilidad mundial acerca de cómo el sistema capitalista está afectando la naturaleza[4].
Es en este marco que está llamándose para esta Huelga Mundial por el Clima que nos parece de gran relevancia, tanto para la toma de conciencia del salto destructivo del capitalismo, así como para la puesta en pie de un programa que aborde esta cuestióndesde un punto de vista anticapitalista.
Dada esta circunstancia, el texto que presentamos a continuación pretende ser un primer “guión de trabajo” y/o “programa de estudio” para un abordaje más sistemático de la cuestión por parte de nuestra corriente internacional, así como un aporte al movimiento ecologista mundial que está poniéndose en pie a estas horas.
1. Marx y Engels
Lo primero es partir del giro cualitativo que se está operando en la lógica destructiva del sistema capitalista en relación a la naturaleza. Como señalara Marx desde los Manuscritos económicos-filosóficos(1844) y posteriormente Marx junto con Engels enLa Ideología Alemana(1846, texto sin publicar en aquel momento) y en textos subsiguientes como los Grundrisse (borrador de los años 1857/8) y El Capital (cuyo primer tomo fuera publicado en 1867), la primera relación humana, la más básica y material, es su relación de reproducciónmetabólica con la naturaleza,su constante interacción con la misma.
Sin esta relación, que inmediatamente supone la relación entre los humanos mismos para la producción, no puede haber existencia humana material, reproducción biológica del hombre mismo, base de todo lo demás.
Desde este punto de vista, Marx, acompañado por Engels, señalará desde muy tempranamente que la naturaleza es el “cuerpo inorgánico del hombre”:su laboratorium natural (su ámbito de producción y reproducción material).
Así las cosas, partiendo de una fina comprensión de estas relaciones humano/naturales, Marx y Engels fueron avanzando en su sensibilidad respectode que se trata deuna relación metabólica(es decir, mutuamente necesaria e interactuante) que exige la justa reproducción de ambas instancias, superando así una apreciación de la naturaleza puramente instrumental:como si fuese un “barril sin fondo” que se pudiera explotar a gusto y piaccere.[5]
Muy tempranamente (ver los Manuscritos económicos-filosóficos, un texto sobresaliente), Marx militó por una naturaleza humanizada y una humanidad naturalizada, así como denunció que el capitalismo progresaba socavando, simultáneamente, las dos fuentes (manantiales) de la riqueza:el trabajo humano y la naturaleza misma.
Por naturaleza humanizada Marx se refería al hecho que la humanidad debía tomar conciencia de su afectación sobre la naturaleza, y que su direccionamiento al respecto tanto podía humanizarla (es decir, tratarla según relaciones justas y armónicas), como deshumanizarla, es decir, tener un comportamiento destructivo sobre la misma.
Y por humanidad naturalizada estaba supuesta la idea que la humanidad no es una abstracción; que los seres humanos son tanto seres sociales como naturales, culturales y biológicos, y que pensar el hombre y las mujeres fuera de la naturaleza, es pensarlos en una abstracción idealista; no existen seres humanos por fuera de esta relación metabólica con el medio ambiente natural(Marx, Engels, Foster).
Si Marx, desde ya, no podía tener conciencia completa de hasta qué punto llegaría la afectación de la naturaleza por parte del capitalismo, dejó junto con Engels poderosas intuiciones alrededor de la necesidad de relaciones no expoliadoras respecto de la misma; sólidos fundamentos materialistas /ecológicos a partir de los cuales arrancar una respuesta programática[6].
2. Antropoceno y/o capitaloceno
Dicho lo anterior, se impone una caracterización de en qué punto estamos de esta relación metabólica inicial que Marx apreciaba ya fracturada como subproducto del desarrollo capitalista (el concepto surge de su estudio sobre la química de suelos).
El análisis actual del tema ha instalado la discusión sobre si se ha iniciado ya una nueva era geológica que le ha puesto un punto final al Holoceno (últimos 10.000 años), la era geológica en la que nos encontrábamos hasta la actualidad.
Parece evidente por sí mismo, al menos empíricamente, que en algún punto de su actuación la “humanidad capitalista” comenzó una reversión sumamente destructiva sobre el clima y la naturaleza de conjunto.
Si Marx ya señalaba que toda la naturaleza circundante de la tierra era imposible no concebirla como una “naturaleza humanizada”, es decir, y como ya hemos señalado,modificada de alguna manera por la acción humana, es evidente que esta reversión de la acción humana, en este caso destructiva, pegó un salto a partir de la Revolución Industrial(finales del siglo XVIII)[7].
No nos interesa introducirnosaquí en precisiones de fechas. Pero lo que nos parece más plausible, dado el multiplicador del desarrollo industrial(y de un desarrollo industrial “productivista”, es decir, sin cuidar las relaciones metabólicas con el medio ambientetanto en los países capitalistas como en los no capitalistas del siglo pasado[8]), es que a partir del boom de la posguerra quizás sea el momento en que la acción humana globalmente capitalista –cuyo concepto podría ser el de “capitaloceno”-haya comenzado a ser más efectivamente destructiva.
Las alarmas al respecto están sonando cada vez más fuertes. No podemos hacer aquí un diagnóstico detallado.Pero especialistas en la materia de los más distintos ámbitos están poniendo alertas cada vez más graves y recurrentes. Por ejemplo, respecto de la destrucción del Amazonía (podría estar alcanzándose el punto crítico del 20% de deforestación a partir del cual se acaba el mecanismo de reproducción natural); el derretimiento de los polos Ártico y Antártida con el consiguiente aumento del nivel de los mares, las temperaturas y la liberación de gases pre-históricos de efecto invernadero; las propias emisiones de dióxido de carbono subproducto de la utilización desmedida de combustibles fósiles, también alcanzando puntos críticos; el aumentode desechos plásticos en los mares y ríos; el incremento en la destrucción de especies animales y no animales; el mal uso de la energía atómica; el problema de los agro-tóxicos en el cultivo de la tierra y un largo etcétera que remite a lalógica de un sistema basado en la ganancia que no tiene miras en nada más.
Una lógica que, repetimos, el “productivismo burocrático” replicó en casi sus mismos términos (ver el agotamiento del Mar de Aral[9] o la tragedia insigne de Chernóbil[10], por poner solo unos ejemplos). Bellamy Foster señala que: “Angus demuestra que el ‘capitalismo fósil’, sino es detenido, es un tren fuera de control que lleva al apartheid medioambiental global y a lo que el gran historiador marxista británico E.P. Thompson llamaba la amenazada etapa histórica del ‘exterminismo’, en la que las condiciones de existencia de centenares, quizás miles de millones de personas, cambiarán drásticamente, y estarán en peligro las bases mismas de la vida tal como la conocemos” (Foster, La crisis delAntropoceno).
Y no es casual que en estas condiciones esté creciendo la conciencia de capas crecientes de la humanidad en general, y la juventud en particular, respecto de la destrucción ecológica que está produciendo el sistema (más allá que, evidentemente, el creciente movimiento ecológico que está generándose, esté cruzado por todo tipo de corrientes políticas e ideológicas).
Los llamados centenials, menores de 20 años,han comenzado a movilizarse con una percepción muy clara: cuál es el mundo que nos van a dejar las actuales generaciones dominadas por el sistema capitalista.
Es que librado a sus propios mecanismos, a la búsqueda infinita de las ganancias, el capitalismo no tiene límite alguno. De aquí que, quizás, la palabra capitaloceno sea más instructiva para graficar el problema de la reversión destructiva de la acción humana capitalista sobre la tierra y el clima[11]; reversión que finalizando la segunda década del siglo XXI parece estar llegando a un punto crítico de no retorno[12].
En todo caso, antropoceno o capitaloceno son conceptos, como hemos dicho,intercambiables, que representan el punto crítico al cual ha llegado la humanidad –hoy homogéneamente capitalista- mediante su lógica intima basada en la ganancia; sistema que más allá de las palabras bonitas de los grandes “estadistas” en las “cumbres climáticas”,no tiene manera real de escapar auna lógica de expoliación creciente de la naturaleza.
La alternativa es el socialismo o una barbarie ecológica capitalista creciente, lo que no excluye sino que supone, la puesta en pie de un programa de medidas transitorias para ir afrontando el problema desde una perspectiva anticapitalista[13].
3. Criterios generales para un programa socialista ecológico
¿Cómo construir un programa marxista y revolucionario, socialista, para las relaciones de la humanidad con la naturaleza? La palabra ecología nos remite a ese problema: la forma en que se da el vínculo entre la sociedad humana y la naturaleza.
El movimiento de lucha en defensa del medio ambiente y su crecimiento nos impone una respuesta desde el marxismo revolucionario, ecologista y socialista. Como lo hacemos, por ejemplo, en el movimiento de mujeres con nuestro programa feminista socialista, debemos tener una base estratégica ecologista socialista para plantear al movimiento ecologista, base que creemos tiene fundamentos sólidos en nuestros clásicos, Marx y Engels.
Como digresión señalemos que estamos al lado de investigadores marxistas como John Bellamy Foster. Éste demuestra con mucha consistencia que las intuiciones ecologistas de nuestros clásicos son un punto de apoyo fundamental para desarrollar nuestra elaboración.
Disentimos así con autores como Michel Husson, Michael Lowy o Daniel Tanuro que critican supuestos criterios “prometeicos” y/o “productivistas” en Marx y Engels, recayendo a veces en posiciones románticas y/o posmodernas.
Tanuro critica a Trotsky por “excesos productivistas” (¡lo acusa de una visión “machista” respecto de la naturaleza!) por referencia a artículos contenidos Literatura y revolución, una acusación que más allá de alguna unilateralidad, nos parece poco convincente atendiendo, por lo demás, a las preocupaciones del mismo Trotskypor las justas proporciones entre ramas económicas en materia de la planificación (El fracaso del plan quinquenal, 1932)[14].
Volviendo a nuestro argumento, nuestro abordaje programático supone una pelea política en el terreno del movimiento ecológico, tanto contra corrientes burguesas, como puramente románticas y tiene dos parámetros generales.
El primero remite a la incapacidad congénita del capitalismo de resolver el problema. Amén de lo que ya señalamos sobre la sed ciega de ganancias, sumándole la completa falta de planificación económica internacional; si el capitalismo tiene planificación en el seno de las empresas y una “política macroeconómica” nacional e incluso internacional, su carácter irreductiblemente competitivo, la supervivencia de los Estados nacionales, hace casi imposible la puesta en pie de iniciativas de carácter verdaderamente universal, internacionales.
Así como el sistema capitalista tiene una lógica de reproducción de la fuerza de trabajo asalariada en un umbral mínimo, distinta de la esclavitud lisa y llana, que significaba utilizar el trabajador esclavo hasta destruirlo no garantizando su mínima reproducción, apelando, simplemente, a su agotamiento final, en relación a la naturaleza la lógica capitalista –y, también, la de los Estados burocráticos del siglo pasado[15]-,es esclavizante[16].
Si en relación a la fuerza de trabajo asalariada se mantiene, a priori, un piso mínimo de reproducción del trabajo humano, en relación a la naturaleza el capitalismo tiene una lógica, insistimos, de esclavitud:no permite su justa reproducción; la usa hasta dejarla exhausta. La expolia;“esclaviza” la naturaleza. Por el contrario, los marxistas estamos por una sana “explotación” de la naturaleza para desarrollar las fuerzas productivas; fuerzas productivas que, por lo demás, suponen tanto un determinado desarrollo material, “científico”, como la “camisa de fuerza” de las relaciones sociales bajo las cuales se desarrollan.
Es que el concepto de técnicasupone ambos ángulos de entrada: ni las fuerzas productivas son algo meramente “técnico”, científico, no-social, ni tampoco, y por oposición, algo dependiente meramente del régimen social bajo el cual se desarrollan; algo que no pueda trascender el sistema bajo el cual hicieron aparición[17].
En cualquier caso, bajo un régimen de planificación socialista, se producirá, en muchos casos, otras cosas y de otra manera.
Así las cosas, nos oponemos a una idea romántica que vea la naturaleza como un “ídolo” que no se pueda tocar (tipo las vacas sagradas de la India) o que pretenda el retroceso a formas anteriores de producción ya perimidas (¡y que no pueden sustentar una civilización próxima a alcanzar los 10.000 millones de almas!)[18].
Pero también nos oponemos a la idea capitalista, productivista, expoliadora, de que la ganancia está por encima de todo: “vivo hoy y nome importa el mañana”. Nuestro criterio es opuesto: cuidar un sano metabolismo con la naturaleza; cuidar su sana reproducción:una “explotación” de la naturaleza que defiendauna sana reproducción de su metabolismo natural.
El segundo parámetro es saber diferenciar nuestro abordaje de la perspectiva “idealista”. Nuestra perspectiva no puede dejar de ser, en cierto punto, “antropocéntrica”. No en el sentido de unmaltrato de la naturaleza y su justa relación metabólica, no de desestimarla expoliación de la naturalezao un “antropocentrismo religioso” que coloque al planeta y al hombre abstracto en el centro (¡junto con Dios!), estableciendo fronteras rígidas con el mundo animal no humano y el resto de la naturaleza, posiciones criticadas tempranamente por Marx y Engels siguiendo las intuiciones de Hermann Samuel Raimarus (estudioso del mundo animal de comienzos del siglo XIX, Foster).
Pero, por otra parte, criticamos la “igualación abstracta” entre la humanidad y la naturaleza en el sentido de perder de vista que el sujeto para desarrollar todo eso, estas justas relaciones metabólicas, es la humanidad, el hombre mismo, la mujer misma.
No podemos caer en un relato naturalista reaccionario que pierda de vista que es la humanidad el centro de referencia del marxismo para abordar todos los problemas, incluso los de la naturaleza[19].
Una humanidad que se hace verdaderamente sujeto no alienado estableciendo relaciones justas entre sí, sociales, y con la naturaleza; una naturaleza humanizada y no deshumanizada por la barbarie capitalista (o burocrática).
Y esto nos lleva a que la única manera de poner fin a la depredación sobre la naturaleza, es con la acción consciente humana:con la clase trabajadora al frente del conjunto de las reivindicaciones de los explotados y oprimidos.
Insistimos: no podemos caer en un relato estrechamente “naturalista”. Para el marxismo, la humanidad y los trabajadores y trabajadoras mismas, sonel punto de referencia para abordar todos los problemas, lo que no quiere decir concebirla a la humanidad como portadora de no se sabe cuál “superioridad”, que es algo muy distinto.
Esto tiene importancia porque hay corrientes que al igualar los animales humanos con los no humanos (y toda la naturaleza inorgánica), terminan en posiciones reaccionarias, abstractas, que pierden de vista la centralidad humana; pierden de vista que es necesario no retroceder a formas románticas de producción que socaven la base material necesaria de las fuerzas productivas para emancipar a la humanidad del terreno de la necesidad; ala guerra de todos contra todos.
Y esto aunque, simultáneamente, recuperemos algunas de esas relaciones cooperativas más justas entre los trabajadores y con la naturaleza propias de estadios socioeconómicos anteriores, sin clases sociales, sin Estado ni explotación del hombre por el hombre, como el “comunismo primitivo”, pero sobre una base superior: el desarrollo de las fuerzas productivas conquistado hasta el día de hoy por la humanidad(un desarrollo que, claro está, no destruya el medio ambiente natural).
Parte de esto mismo es que hay corrientes que definen al marxismo como “especista”, en el sentido que no defendería los intereses del mundo animal no humano.
No compartimos esta posición. Una cosa es que los animales no humanos necesiten de un tratamiento humanitario como los humanos mismos, en lo que coincidimos completamente, y otra distinta es perder de vista que en la relaciones entre humanos y no humanos existen interrelaciones metabólicas; que es imposible concebir hoy la alimentación humana general –más allá de opciones individuales, que respetamos- de millones de trabajadoras y trabajadores que no han salido de la pobreza, sin tener en cuenta una determinada relación metabólica con el consumo animal, que, insistimos, no necesariamente tiene que ser inhumana, ni forzar una situación de sufrimiento animal (más allá de lo mínimamente necesario): “Marx, siguiendo a Epicuro, reconoció la solidaridad entre el sufrimiento animal y el sufrimiento humano. Incluso subrayó, en oposición a Plutarco, la ‘base corporal de los seres humanos, vinculándolo a los otros animales (…) pero subrayando el potencial de la humanidad de elevarse a sí misma mediante una razón práctica, es decir, una existencia material autoconsciente”. (Foster, Marx and Alienated Speciesism).
Nuestro desarrollo nos lleva a un último punto: al retorno del debate sobre la planificación económica socialista como alternativa frente a la anarquía capitalista y el socavamiento del planeta por parte de este sistema capitalista. Sistema capitalista cuya sed insaciable de ganancias sólo puede“carcomer”el planeta más y más.
La respuesta a la destrucción del medio ambiente, como hemos dicho, no puede significar un retroceso de las fuerzas productivas[20]. La única respuesta históricamente progresista es que con el desarrollo de las fuerzas productivas y la transformación de las relaciones sociales acabando con la explotación del hombre por el hombre, se imponga un plan económico racional, socialista.
Un plan económicomediante el cual se puedan tanto satisfacerlas necesidades humanas como frenar la destrucción capitalista del medio ambiente; es decir,tender a establecer relaciones metabólicas justas con la naturaleza. Lo que, en la transición socialista, sólo puede resultar de una justa correlación entre planificación económica, mercado y democracia socialista[21].
4. Elementos de un programa de transición
Para finalizar, veamos someramente algunos puntos muy generales de un programa de transición para frenar la degradación del medio ambiente.
Para quienes tienen expectativas en las “cumbres climáticas” y los objetivos allí fijados(como si desde los gobiernos imperialistas y/o capitalistas vinieran las soluciones), eso no es más que un cuento de hadas: “La idea es la siguiente: el listón de los 1.5 ºC será franqueado en 2030-2040 -¡crecimiento para el beneficio obliga!- pero ‘tecnologías de emisiones negativas’ y la geo ingeniería permitirán enfriar el clima en la segunda mitad del siglo. Dormid tranquilas, buena gente, todo está bajo control… Implícito en el acuerdo de París, este escenario es ya completamente explícito en las publicaciones científicas que sirven de base a las y los negociadores climáticos”. (Tanuro, Durante la catástrofe, continúa la comedia).
La salida, en realidad, pasa por otro lado: por la puesta en pie de un fuerte movimiento mundial en defensa del medio ambiente. Un movimiento que vaya clarificando su programa en un sentido anticapitalista, de unidad de todos los reclamos con una salida obrera y socialista;un programa ecologista socialista que no caiga en los cantos de sirenas del Green New Dealdel ala izquierda del Partido Demócrata y programas reformistas por el estilo que creen, ingenuamente, que el desastre climático podría ser frenado de la mano de las multinacionales.
De ahí que la primera tarea sea impulsar la movilización desde abajo frente a todos los desastres que estamos sufriendo. Hoy, en primer lugar, contra los gobiernos genocidas climáticosdel tipo Trump, Bolsonaro y demás gobiernos capitalistas en general y en defensa de la selva amazónica, la biodiversidad, la limitación drástica de los gases de efecto invernadero, la reconversión industrial sin pérdida de puestos de trabajo de las industrias más contaminantes, la limitación creciente en el uso de agro-tóxicos, etcétera.
Un programa que, en definitiva, haga confluir y no oponga los intereses de los trabajadores y trabajadoras y la defensa del medio ambiente(y que hay que ir formulando en la experiencia concreta del movimiento).
Insistimos que un criterio fundamental es no oponer los intereses de los trabajadores y las trabajadoras a los del cuidado del medio ambiente, oposición muy común entre las fuerzas burguesas y de la burocracia sindical, que enfrentan a la preocupación por el medio ambiente argumentos demagógicos y “productivistas”.
Desde ya que, tampoco, se puede caer en un programa burgués y/o pequeño burgués, que sacrifique a la clase obrera y sus puestos de trabajo y el desarrollo necesario de las fuerzas productivas, en el altar de una hipócrita preocupación por la naturaleza por parte de un “capitalismo ecológico” o un criterio romántico, “naturalista reaccionario”, que obvie a la clase trabajadora como sujeto central de la transformación social.
Sobre la base de estos presupuestos generales “dibujamos” aquí unos puntosmuy iniciales a ser desarrollados tanto en la experiencia militante, como en la investigación teórica y programática:
- Drástica reducción de la emisión de gases de efecto invernadero reconvirtiendo las industrias energéticasbajo control obrero y comisiones de consumidores afectando las ganancias empresarias y cuidando los puestos de trabajo.
- Defensa de las especies animales controlando toda actividad depredadora del reino animal y demás industrias de tipo expoliador.
- Fin a la tala indiscriminada de la Amazonía y demás bosques nativos. Expropiación bajo control de los trabajadores de las grandes haciendas y/o reforma agraria donde existan poblaciones campesinas sin tierra para que pongan dichas tierras a trabajar bajo criterios de desarrollo sustentable y socialización de las fuerzas productivas ycuidado ambiental.
- Prohibición del glifosato, eliminación progresiva de los agro-tóxicos e inversión en investigación de métodos alternativos como la agricultura sustentable, entre otros.
- Establecer el uso alternativo de recipientes menos contaminantes que los plásticos, sea el vidrio u otros, sin aumento del precio de los productos, siendo absorbido el gasto por las ganancias capitalistas.
- Avanzar del monocultivo sojero a la diversidad agro-productora y el autoabastecimiento alimentario. Monopolio estatal del comercio exterior y cobro de retenciones a las grandes multinacionales por las exportaciones agrarias.
- Estatización bajo control obrero y reconversión a partir de ciertos estándares de la industria automotriz mediante un programa de transición sin destrucción de empleos, que impulse la ampliacióndel transporte público en todos los niveles.
- Poner urgentemente bajo estricto control obrero la producción de energía atómica, evaluando en cada caso cuáles son las opciones más racionales de reconversión energética.
- Alentar el paso del uso de energía fósil a energías no contaminantes del medio ambiente mediante un programa de transición energético a costa de las grandes multinacionales del sector.
Los anteriores son sólo algunos puntos generales de un programa de transición, anticapitalista, que solamente podrá ser desarrollado plenamente en una perspectiva revolucionaria socialista de poder de los trabajadores y las trabajadoras y de planificación socialista de la economía.
Bibliografía
Francois Chesnais, Capitalismo y cambio climático, Revista Herramienta.
Federico Engels, Dialéctica de la naturaleza, Editorial Cartago México, México D.F., 1983.
Bernardo Estevez, A guerra contra o termómetro, Revista Piauí, Brasil, septiembre 2019.
John Bellamy Foster, A ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Civilizacao Brasileira, Rio de Janeiro, 2005.
Marx and Alienated Speciesism, monthlyreview.org, 12/01/18.
La crisis del Antropoceno, Monthly Review.
Michel Husson, ¿Inventó Marx el eco-socialismo?, Viento Sur 156, febrero 2018.
De la economía del socialismo a la planificación ecológica, Viento Sur, 17/07/19.
Daniel Tanuro, La pesada herencia de León Trotsky, Viento Sur, 21/07/18.
Durante la catástrofe, continúa la comedia, Viento Sur, 18/12/18.
Roberto Sáenz, Dialéctica de la transición. Plan, mercado y democracia obrera, izquierdaweb.
Marx, Trotsky y Mandel. Fuerzas productivas y época de decadencia capitalista, izquierdaweb.com, 20/08/19.
[1]El concepto de ecología remite, precisamente, a las relaciones entre la humanidad y la naturaleza circundante.
[2]Los medios brasileros denunciaron que la deforestación de la Amazonía creció un 34% en mayo, 88% en junio y un 278% en julio en relación a un año anterior. Inclusive, como secreto a voces, los hacendados de la región fijaron un “día de quema” de la selva para comienzos de agosto último, todo bajo la impunidad otorgada por el discurso antiecológico extremo de Bolsonaro.
[3]Existen variados antecedentes de movimientos sociales en defensa del medio ambiente y contra la destrucción del planeta, tal como el movimiento de los años 70 y 80 contra el armamentismo y las centrales nucleares en los países centrales.
[4]Atención que el desmonte de la Amazonía lleva décadas. Afecta no solamente a Brasil sino a Bolivia y Paraguay también. Y bajo el gobierno de Lula y el PT tuvo records históricos en determinados años: ¡en el 2004 la deforestación de la Amazonía brasilera alcanzó 28.000 kilómetros cuadrados, sólo superados por los 29.000 kilómetros cuadrados bajo Itamar Franco en 1995! (Fuente: Bernardo Estévez, Revista Piauí).
[5]Para el concepto de relación metabólica y varios aspectos de este texto, ver el valiosísimo texto de John Bellamy Foster La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, texto que opinamos tiene un tratamiento serio y equilibrado de las cuestiones teóricas implicadas en el abordaje de la naturaleza por nuestros clásicos.
[6]Estudiando al químico de suelos alemán Justus von Liebig, Marx dio una base material a su creciente conciencia ecológica así como fundamentos científicos a su teoría de la renta de la tierra; a la problemática del mejoramiento y/o cuidado de la fertilidad de los suelos, así como a la manera de lograr que los abonos químicos –que se trasladaban junto a las materias primas miles de kilómetros fuera de su origen por el establecimiento del mercado mundial- podían ser reintegrados a la tierra.
[7]Atención que esto no significa una condena a la Revolución Industrial como tal, base para el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, sino a su corsé capitalista, otra cosa muy distinta. Es decir: no opinamos que exista una salida romántica a los problemas de la humanidad; su emancipación del terreno de la necesidad sigue exigiendo el desarrollo de las fuerzas productivas. Otra cosa es que sea posible un desarrollo de las mismas, que al no estar fundado en la ganancia como bajo el capitalismo, permita una justa relación metabólica entre la humanidad y la naturaleza mediante una economía socialista planificada.
[8]Cuando nos referimos al concepto de “productivismo” no significa recaer en una posición romántica contra la producción industrial y material en cuanto tal, sino una producción que no preste atención a las justas relaciones metabólicas con la naturaleza, que la expolie, que la considere como infinita e infinitamente explotable, que es algo muy distinto.
[9] Ubicado en Asia central, ex URSS, antaño fue el cuarto lago más grande del mundo –una superficie del tamaño de Irlanda- quedando hoy prácticamente transformado en un desierto con sólo el 10% de su agua inicial y que llegó a suministrar la sexta parte de todo el pescado consumido en dicho país (El País, 14 de marzo de 2019).Esto ha sido debido a la reconducción mecánica de los ríos que lo alimentaban para fines de irrigación de campos de arroz y otros cultivos. Un subproducto más de la irracionalidad de la planificación burocrática –continuada luego con la restauración capitalista- y que produjo uno de los mayores desastres ecológicos del último siglo.
[10]Por oposición, no nos olvidamos, claro está, de desastres como Fukuyima en Japón, entre otros problemas del desmanejo capitalista y/o burocrático de la energía nuclear.
[11]Antropoceno o capitaloceno, en realidad, son conceptos que nos parecen intercambiables. Es que el antropoceno remite a la idea que la humanidad tiene efectos sobre la naturaleza. Y, además, es evidente que se trata de la actual humanidad, capitalista. Esto más allá que cualquier sistema social a partir del actual desarrollo de las fuerzas productivas, tiene que cuidar las relaciones con el ecosistema.
Por otra parte, el concepto de capitaloceno remite más claramente a la afectación del sistema capitalista sobre el medio ambiente. Pero no hay que olvidar que la planificación burocrática de los ex Estados no capitalistas, trató también al medio ambiente como un “trapo”: algo para usar y tirar.
[12]Atención que esto no quiere decir que coincidamos con las posiciones de los “colapsólogos”, que afirman, básicamente, que ya nada se puede hacer; una posición catastrofista y derrotista inaceptable.
[13]Ver a este respecto el crecimiento de los gases de efecto invernadero que parece imparable con los países principales que lo generan tirándose la pelota unos a otros sin menoscabo del crecimiento de la extracción de combustibles fósiles y el aumento descontrolado de la producción automotriz mundial. Industria automotriz que debería ser reconvertida sin destrucción de los puestos de trabajo. Algo complejo porque, además, es una de las ramas industriales más importante, con mayor proporción de proletariado industrial. De ahí que no existan respuestas facilistas para el tema, ni que puedan perderse de vista los intereses de la clase obrera como tal.
[14]Hay que apreciar que Nicolai Bujarin, jefe de la derecha partidaria expresaría, a su manera, preocupaciones semejantes: “Sería absurdo decir que el ser humano es el amo de la creación y que todo en ella está para satisfacer sus necesidades (…) El hombre nunca podrá escapar de la naturaleza, y aun cuando la controla, está sólo haciendo uso de las leyes de la naturaleza para sus propios fines. Es, pues, comprensible la importancia que tiene la naturaleza en el desarrollo total de la sociedad humana”. (La teoría del materialismo histórico, citado por Husson en “¿Inventó Marx el eco-socialismo?”)
[15]Este no fue el caso del poder bolchevique, el gobierno de Lenin y Trotsky, bajo el cual hubo un importante desarrollo de la corriente “ecologista socialista” (con representantes de nota como Oparin y Verdansky, entre otros).
[16]“(…) es una máxima de esta economía esclavista que la economía más eficaz consiste en arrancar de ese ganado humano la mayor cantidad de rendimiento posible en el tiempo más breve posible […] además de la alimentación más grosera de la clase esclava y las vejaciones más agotadoras y constantes, vemos destruir directamente cada año una gran parte [de la misma] mediante la tortura lenta del exceso de trabajo excesivo y la falta de sueño y de descanso”. (Marx citado por Françoise Chesnais, “Capitalismo y cambio climático”)
[17]Esto es en lo que parece creer Tanuro, que trasmite unilateralmenteun concepto de técnica puramente sesgado desde el punto de vista de clase.
[18]Por romanticismo nos referimos tanto la exaltación del trabajo en pequeña escala, como la renuncia a ciertas técnicas productivas que no es lo mismo si están en manos de una sociedad de productores asociados a si lo están en manos del capitalismo. La escala alcanzada por la humanidad le ponen límites muy estrechos a estas visiones si es que se quieren satisfacer las crecientes necesidades humanas. Aunque, claro está, es posible satisfacerlas de otra manera: una manera que abandone la expoliación de la naturaleza y que no exige, necesariamente, destruir puestos de trabajo y/o hacer retroceder las fuerzas productivas.
[19]Husson acusa a Marx y Engels, a nuestro modo de ver de manera equivocada, de una concepción “prometeica” (en realidad dice que en Marx conviven una posición prometeica, otra productivista y, finalmente, una metabólica): “Esta simbiosis no está sin embargo desprovista de una voluntad prometeica de afirmar una forma de dominio humano ejercido sobre la naturaleza” (“¿Inventó Marx el eco-socialismo?”), lo que nos remite a lo que venimos señalando: una cosa es defender justas relaciones metabólicas entre la humanidad y la naturaleza, saber que sólo la podamos “dominar” partiendo de sus propias leyes, y otra distinta es poner en pie de igualdad abstracta a la naturaleza y a la humanidad perdiendo de vista cualquier prioridad, desalojando a la humanidad de su lugar de sujeto potencial de la auto-emancipación.
[20]Tanuro critica la siguiente cita de Trotsky: “(…) La máquina estrangula al esclavo asalariado. Pero el esclavo asalariado sólo puede ser liberado por la máquina. Ahí reside la raíz de toda la cuestión’. ¡Ahí reside, al contrario, la raíz del error!” afirma él (La pesada herencia de León Trotsky). Podría ser que en sus textos, Trotsky tuviera exageraciones polémicasdependiendo del contexto; no lo negamos. Pero la afirmación de Tanuro es de un romanticismo completo. No solamente Trotsky, sino Marx y Engels, siempre vieron en el desarrollo de las fuerzas productivas, en este caso en el sistema de máquinas e, incluso, en un sistema de máquinas automatizado (Grundrisse), la condición material para la emancipación de la explotación del trabajo.
[21] Ver La dialéctica de la transición. Plan, mercado y democracia obrera del mismo autor de esta nota. Agreguemos de paso que el establecimiento de estas justas relaciones metabólicas entre la sociedad y la naturaleza sólo puede ser un proceso progresivo a ser desarrollado durante la transición socialista y no algo a ser conquistado de un día para el otro.