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[1] Dedico este ensayo a mi madre, Jenny, recientemente fallecida de un cáncer a los 78 años. Si bien era básicamente pro-capitalista y ajena al marxismo (aunque estaba intentando entender algunas cosas del mismo –había leído la biografía de Marx escrita por Jaques Attali: Karl Marx o el espíritu del mundo), sufrió de joven alguna de las formas más extremas de la barbarie capitalista quedando huérfana de madre y padre por la persecución nazi a los judíos: “Me adapté a muchos nombres, nací Dzeni (Jenny) Gabaj, fui bautizada como Ljiljana Lukic, al naturalizarme argentina las leyes prohibían extranjeros así que pasé a ser Juana” (“En busca de mis ancestros”, mimeo).
[2] Como afirma Marcelo Yunes “la agenda de problemas a ser estudiados en Marx se renueva con cada momento histórico particular” (“Introducción a los Escritos de Juventud de Marx”, Antídoto, Argentina, 2006).
[3] Llama la atención que en los muchísimos textos que se han producido sobre Marx este año, incluso en las filas de las corrientes del trotskismo, poquísimos vinculan su reflexión a lo que aporta teóricamente en materia de un balance crítico de las revoluciones del siglo veinte.
[4] En este punto vamos a parafrasear el artículo de Lenin, Karl Marx, de 1914, así como también aspectos biográficos contenidos en la bibliografía de este artículo.
[5] Entre su familia y los amigos más cercanos Marx no era Karl, sino “El Moro” (se lo llamaba así por su piel oscura): “Jamás era llamado como Marx, tampoco como Karl, apenas como Moro (…) Moro era su apellido desde la universidad; y también en la Nueva Gaceta Renana, siempre era llamado así” (Musto; 2018; 97). “Maquina de vapor” se lo tildaba por la cantidad loca de tabaco que fumaba y “viejo Nick” se apelaba él mismo en algunos artículos.
[6] Las cartas de Heinrich Marx a su hijo en general son de apoyo y estímulo, más allá de recriminarle a veces su vida dispendiosa y desordenada como estudiante.
[7] Por “intuición permanentista” nos referimos a la necesidad de independencia política de la clase obrera; al concepto de que esta debe llevar adelante la “revolución democrática” y, en el proceso de la misma, tender a darle objetivos socialistas.
[8] Este texto resultaría abstracto y por lo tanto no lograría público (dedicado al dinero, Marx diría en sorna –estamos parafraseando libremente- que “nunca una persona tan pobre había dedicado tantos esfuerzos a entender el dinero”). Musto señala que, con la lección aprendida, Marx introduciría vividas experiencias de la explotación del trabajo en el primer tomo de El capital (que lo harían mucho más terrenal y concreto).
[9] Si los enciclopedistas fueron inspiración de la Revolución Francesa, nunca antes en la historia una revolución fue inspirada tan directamente por un movimiento fundado por dos personas: Marx y Engels, una cosa que habla de la profundidad de su abordaje de los problemas.
[10] Echado de Alemania, Francia y Bélgica nunca se nacionalizó inglés: quedó toda la vida como un apátrida.
[11] Enrique Dussel ha destacado este aspecto de su obra.
[12] Esta tarea le correspondería a Lenin y los bolcheviques.
[13] Cada biografía es una combinación de las condiciones de existencia (que colocan determinados límites), y la propia vida. En determinados casos se pueden “desafiar” dichas condiciones haciendo una aportación trascendente. Encontrar los “puntos de integración” entre la vida propia y la historia: un momento donde, eventualmente, el individuo comienza a influenciar el curso histórico. Heinrich critica este concepto con el argumento de que podría dar lugar a una idea unilateral que perdiera de vista la constante interacción entre ambos términos. Sin desconocer esto, nos parece sin embargo un concepto interesante como para dar cuenta de aquellos momentos donde, eventualmente, se produce una “fusión” entre el individuo (o el partido) y el proceso histórico: donde este se transforma –sobre la base de un determinado “paralelogramo de fuerzas”- en un “factor histórico objetivo” (ver el caso típico de Lenin en 1917).
[14] Draper identifica la vida de Marx organizada alrededor de la región más industrializada de Europa: el Rhin alemán, Francia, Bélgica e Inglaterra. Si bien Tréveris no era la región más avanzada estaba próxima a Colonia, ciudad que le dio fama y donde hizo sus primeras experiencias políticas y alrededor de la cual había importantes localidades industriales.
[15] Cabe dejar anotada aquí la crítica al enfoque extremadamente superficial y estúpido de Jonathan Sperber: “Aquí cabe preguntar cómo un ser humano mortal y no un mago –Karl Marx, no Gandalf, o Cinzento- consiguió anticipar el futuro en 150 a 160 años (…) La visión de Marx como un hombre actual cuyas ideas definen los contornos del mundo moderno ya se agotó y llegó la hora de una nueva interpretación que ve en el una figura vinculada a un pasado histórico, cada vez más distante de nuestra época (…) un personaje retrógrado” (Sperber; 2014; 11). Volveremos sobre esto al final de este ensayo.
[16] Algo similar caracteriza a muchas corrientes revolucionarias, que se constituyen alrededor de “equipos de dirección” llamados a madurar y perdurar.
[17] Estudiar las cartas de Marx-Engels tiene enorme interés. Al abordar las cuestiones de una manera directa, como a “bocajarro”, están repletas de agudas apreciaciones. Subrayemos, de paso, que “marxólogos” como Musto y Heinrich subrayan que las cartas fueron la renovación del estudio de Marx y Engels en la generación pasada, y que actualmente la misma pasa por el estudio de las obras completas del MEGA II (que está desempolvando cantidad de textos no conocidos anteriormente).
[18] El primer ejemplo de esto era un artículo de Engels que abordaba ya en 1844 cuestiones económicas (xxx) y que Marx tanto le encomiara.
[19] En una presentación de las cartas de Marx y Engels sobre de la naturaleza, Jean-Pierre Lefevbre señala que, contra lo que se cree, durante los años 1850/60 fue Marx el que se ocupó de las ciencias de la naturaleza.
[20] Marx poseía una fuerte formación clásica (antigüedad griega). Cultura que, por aquellos años, era considerada como el pináculo de la humanidad sobre todo en Alemania. El peso en Marx de esta formación clásica se aprecia a simple vista en sus textos. Ver por ejemplo su referencia al placer que sigue causando el arte clásico en el mundo contemporáneo en la Introducción a la crítica de la economía política (1857).
[21] Los padres de Engels no lo dejaron ir a la universidad. Luego del secundario hizo el servicio militar y fue enviado posteriormente a formarse en los negocios.
[22] Agreguemos una cita del propio Hegel: “En la experiencia todo depende del pensamiento que dedicamos a la realidad. Una gran mente es grande en su experiencia. Y, en el abigarrado juego de los fenómenos, percibe en el acto el punto de verdadera importancia” (Enciclopedia de Hegel citado por Engels en Dialéctica de la naturaleza, ídem, pp.166). Esta cita es ilustrativa de cómo Hegel podía ser materialista cuando “quería”.
[23] Podemos tomar aquí una aguda observación de Musto, que habla “del encanto de la incompletud” respecto de la obra de Marx. Es decir: el hecho que no se halle en él un sistema “acabado”, sino una obra abierta en constante evolución.
[24] Se trata de un artículo escrito entre los meses de septiembre y noviembre de 1914 cuando Lenin estaba enriqueciendo su comprensión sobre la dialéctica (un tema que tratamos en nuestro “Lenin en el siglo XXI”).
[25] El ama de llaves de la familia Marx llegó muy joven a la casa de los padres de Karl y luego los acompañó toda su vida. Cuando Jenny y Marx fallecieron pasó a trabajar en la casa de Engels.
[26] Karell es Karl con acento holandés (la madre de Marx era de ese origen).
[27] Engels trabó relación en Manchester en 1843 con la obrera textil y activista de renombre Mary Burns (aparentemente operaria en la empresa familiar), defensora del nacionalismo irlandés. Estuvo en pareja con Mary durante dos décadas y al fallecimiento de esta entró en relación con su hermana, Lizzy Burns. Mary fue quién guió a Engels por los barrios populares de la ciudad y le permitió conocer las verdaderas condiciones materiales de vida de los obreros, que luego fueron sistematizadas en su primer libro: La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicado en 1845. Así que, en definitiva, fue, no casualmente, una mujer la que le abrió el camino a Engels y a Marx a la clase obrera.
[28] Más de una vez Marx le señalaría a Engels su “vergüenza” por tener que pedirle dinero. Aquí se aprecia la falta de partido que sufrieron ambos: la carencia de toda retaguardia.
[29] Una tragedia similar a la que viviría Trotsky con su hija mayor.
[30] Ver nuestra apreciación sobre el modernismo en “Ensayo de interpretación del modernismo”, www.socialismo-o-barbarie.org
[31] La única corriente socialista revolucionaria organizada a comienzos de este siglo XXI es el trotskismo.
[32] Draper desarrolla esto en su obra. Explica como a comienzos del siglo XIX, la burocracia estatal prusiana mantenía elementos de autonomía respecto del desarrollo económico y el ascenso burgués. La complejidad de la relación entre las clases feudales y la burguesía sería una característica del Estado alemán y se mantendría hasta entrado el siglo veinte (los militares prusianos tendrían peso hasta la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial). Este “pastiche” de atraso y modernidad sería muy característico de la derecha y el nazismo alemán como ha subrayado Enzo Traverso, entre otros autores.
[33] Una represión similar habían sufrido los obreros textiles de Manchester un tiempo atrás, a la sazón principal ciudad industrial de Gran Bretaña en aquel momento. Engels documentó dicha huelga histórica en un artículo donde subrayó también la intervención del ejercito ingles para quebrarla.
[34] Los Manuscritos económicos filosóficos (o Manuscritos de París) fueron publicados en baja tirada por el Instituto Marx y Engels en 1932. Es obvio que a Stalin (que ya había desplazado a Riazanov de la dirección del instituto), no le podía venir en gracia un texto que criticaba la alienación del trabajo: “la ideología estalinista, que había hecho del estajanovismo una de sus banderas, provocó una profunda hostilidad al concepto de alienación, sin duda la principal novedad teórica contenida en los Manuscritos” (Musto, “El mito del joven Marx”).
[35] Nos viene a la memoria aquí una idea de Daniel Bensaïd cuando subraya que Marx tenía claro que hacía ciencia de “otro modo”: no de modo positivista, sino crítica; “ciencia a la alemana”.
[36] Subrayemos el concepto de “transformación continua de la naturaleza humana” para dar cuenta de la plasticidad que anida en los seres humanos: la amplitud de perspectivas si se cambian las condiciones materiales de existencia que los limitan.
[37] Por “lección a sangre” entendemos una lección histórica sub-producto lo que pasó el siglo pasado: un desangre burocrático que liquidó la vitalidad; que condujo a la muerte las revoluciones del siglo pasado.
[38] No todos los grandes pensadores tienen obras “arquitectónicas”: pensemos en Freud, por ejemplo, cuya obra se expresa en varios “ensayos” y artículos, pero no en un texto “global”. La interpretación de los sueños es, quizás, su ensayo más extenso.
[39] Es conocida su declaración de que entregaron este manuscrito a la “roedora crítica de los ratones” (en el sentido que no estaba destinado a ser publicado).
[40] Heinrich señala que Mehring vio en estas declaraciones una primera “simiente del materialismo histórico”. Pero rechaza esta interpretación agregando que otros autores destacan que “el efecto restrictivo de las circunstancias sobre el desarrollo de los individuos” era un dato adquirido en el pensamiento materialista del siglo XVIII.
[41] Marx llegaría al materialismo a través de Feuerbach: “La fantasía es una actividad intelectual subjetiva, que representa las cosas en la manera que se adecúan al ánimo; la razón es una actividad intelectual objetiva, que representa las cosas como ellas son” (Feuerbach citado por Heinrich; 2018; 326).
[42] Más allá que el concepto de herencia en Engels no es el adecuado su explicación del trabajo, y de la adaptación de la mano a él como causa del desarrollo de la conciencia humana, es genialmente materialista.
[43] La política revolucionaria es –debe serlo- “un lenguaje para la lucha de clases” (Aldo Casas).
[44] Este texto de Korsch es muy valioso en lo que tiene que ver con un abordaje crítico del marxismo como “ciencia de la lucha de clases”: “Aun si abstraemos la forma peculiar de la fundamentación ‘científico-natural’ del primer concepto de sociedad de Kautsky, que consiste en explicar el fenómeno de la sociedad a partir de supuestos ‘instintos’ sociales, y nos atenemos exclusivamente a la concepción fundamental de la naturaleza y la sociedad que está en su base, resalta con claridad que ese concepto kautskyano de sociedad, no es más que una variante de la vulgar filosofía de la ‘lucha por la existencia’, en la que los enemigos declarados de toda modificación consciente de la vida social se han apoyado cada vez más, desde los días de Hobbes, Malthus y Darwin, para la fundamentación ‘científica’ de sus tendencias reaccionarias” (ídem, pp. 46/7).
[45] Heinrich plantea que ubicar a Hegel como parte del idealismo alemán es una suerte de “reduccionismo”. Para él fue un pensador poskantiano, “posidealista” en cierto modo: un pensador vinculado a la realidad práctica y no alejado de ella como es el estereotipo.
[46] En una pequeña nota Valerio Arcary toma una cita brillante de Stephen Jay Gould, ilustrativa a estos efectos: “Los seres humanos no son un resultado final de un progreso sino un pormenor cósmico fortuito, un minúsculo ramo de la espantosa arborescencia de la vida; si la simiente fuese vuelta a plantar, es cuasi cierto que no volvería a producir el mismo ramo e, posiblemente, ningún otro gajo con una propiedad que pudiésemos llamar conciencia” (Dinossauro no Palheiro, Sao Paulo, Companhia das Letras, en “134 anos sen Karl Marx”).
[47] El “principio de la declinación” refería en Epicuro a la idea que en la “caída de los átomos”, en su trayectoria, podían ocurrir “desviaciones” de su supuesto curso normal, algo que Demócrito apreciaba de forma rígida y mecánica (está claro que eran todas “intuiciones atomistas”, no un conocimiento científico propiamente dicho). Si este “principio de la libertad” se podía fundar en la naturaleza misma, ya no se trataba de cualquier capricho pensar en la dialéctica compleja entre necesidad y libertad.
[48] Hal Draper toma apuntes de la elaboración “histórico / antropológica” de Marx y Engels en el tomo I de su Karl Marx Theory of Revolution, donde al referirse al estadio del comunismo primitivo, a la propiedad comunal, le quita la apreciación romántica que suele tenerse de la misma: el grado de individuación era todavía muy bajo. De ahí que Marx incluso hablara de la “servidumbre” que sujetaba a las personas a las comunidades agrarias en el despotismo oriental.
[49] Nuestra corriente ha aportado elaboración al respecto. Ver, por ejemplo, La revolución permanente hoy. A cien años de la Revolución Rusa del mismo autor de este ensayo, obra que contiene varios capítulos respecto de la propiedad estatizada en la transición socialista. También podemos destacar el artículo “Evgeny Pashukanis y la superación marxista del derecho”, de Marcelo Buitrago.
[50] Ver a este respecto “Lenin en el siglo XXI” del mismo autor de este ensayo. En cualquier caso, sobre la concepción de partido en Marx y Engels, volveremos más abajo.
[51] Alertamos que este capitulo será algo más engorroso. La teoría económica de Marx, el hecho que haya trabajado en profundidad en ella, tiene enorme cantidad de determinaciones, desdoblamiento, algunos de los cuales nos veremos obligados inevitablemente a “avasallar” aquí.
[52] Génesis y estructura de El capital, de Roman Rosdolky, es una de las más reconocidas obras marxistas respecto de estos manuscritos. También Enrique Dussel tiene apuntes eruditos sobre las varias redacciones de El capital.
[53] El proyecto MEGA I había comenzado en la ex URSS en la década del ’30 quedando interrumpido tiempo después.
[54] La idea de Marx, de que los comienzos son siempre difíciles, es aguda, aunque podríamos agregar que esto ocurre en cualquier terreno de la vida y no solo en la ciencia. Porque es así: cualquier comienzo entraña no tener el “manejo total” de la cosa, no dominarlo todavía: andar “como a tientas” en un emprendimiento en el cual no se sabe sus parámetros.
[55] Al respecto agrega Engels en la IV edición de El capital: “La lengua inglesa tiene la ventaja de poseer dos palabras distintas para esos dos diferentes aspectos del trabajo. El trabajo que crea valores de uso y que está determinado cualitativamente se denomina work, por oposición a labour; el que crea valor, y al que sólo se mide cuantitativamente, es labour por oposición a work” (Marx; 1981; 58).
[56] Lo que Marx identificaba como “mera gelatina de trabajo humano indiferenciado” al hablar del trabajo abstracto, indiferente respecto del carácter específico del trabajo mismo.
[57] En El capital Marx hace referencia a la concepción del trabajo en Aristóteles, o, más bien, a su incomprensión del trabajo como trabajo humano: para Aristóteles había herramientas de dos tipos: las herramientas “mugientes” y las “no mugientes”: entre las no mugientes estaban las herramientas tradicionales de trabajo; pero entre las mugientes colocaba desde las vacas… hasta los esclavos.
[58] El debate sobre el trabajo en las últimas tiene todo un desarrollo específico en el marxismo que no podemos desarrollar aquí: desde un André Gorz hasta Ricardo Antunes por decir algo, se ha pasado por todo un arcoíris de posiciones: unas negadoras de las determinaciones del trabajo en la actualidad; otras un poco esencialistas quizás. Ver el debate actual sobre automatización en la última edición de nuestra revista Socialismo o Barbarie, nota de Marcelo Buitrago.
[59] Lo que en la transición socialista se metamorfosea en la combinación de la ley del valor subsistente y la planificación socialista. Ver a este respecto “La dialéctica de la transición socialista. Plan, mercado y democracia obrera”, del autor de este ensayo.
[60] Atención que muchos aspectos de irracionalidad de la planificación burocrática tuvieron que ver, precisamente, con esto: la búsqueda de índices productivos puramente físicos (peso, cantidad, etcétera), productos que no podían satisfacer ninguna necesidad de tan mal concebidos que estaban. Por ejemplo: ¡tractores que evaluados por peso no podían aumentar un metro en el campo de tan pesados que eran!
[61] Hemos abordado ese tema en trabajos como “El debate sobre las perspectivas históricas del capitalismo”, www.socialismo-o-barbarie.org, lo mismo que otros autores tomaron este tema en nuestra revista Socialismo o Barbarie.
[62] Marx era un gran matemático: todo El capital está cruzado por un análisis de proporciones. Proporciones muchas de las cuales están matematizadas y requieren de una cierta “capacidad lógica” para abordarlas. Las leyes de El capital son leyes de proporciones: de ahí que requiera del esfuerzo de establecer el sentido de las mismas (directas e inversas).
[63] La obra más importante de Grossmann es La ley de la acumulación y el derrumbe del sistema capitalista, 1927, una obra económica de las más importantes del siglo pasado, que a pesar de ciertos aires “catastrofistas”, puede ser estudiada con provecho. Marcelo Yunes ha hecho un esclarecedor estudio de una parte de la misma.
[64] Una prehistoria que no se atiene a la división histórica convencional, sino que Marx y Engels ubican en el imperio de las sociedades de clase; razón por la cual, seguimos en la prehistoria humana en este siglo XXI. La historia realmente humana comenzará cuando se acaben las relaciones de explotación y opresión.
[65] A este respecto Perry Anderson establece un matiz porque en su obra, El Estado absolutista, señala que, salvo el capitalismo, todos los demás regímenes sociales de explotación se basaron en una coacción extraeconómica. En cualquier caso, esto no quita el argumento principal que Draper quiere destacar en esta cita, de que en otros regímenes sociales que no el capitalismo, las esferas de la economía y la política aparecen fusionadas.
[66] En Marx la idea de partido no llegó a estar del todo elaborada. Ocurre que en ellos (incluyendo a Engels aquí también), la idea de partido se superponía demasiado a la clase visto casi como una constitución espontánea de la misma. Aunque transitaron varias experiencias partidarias, no poseían una elaboración especifica sobre el partido de vanguardia. Por lo demás, muy celosos de su independencia, no les gustaban verse “atados” a ningún partido. Ellos establecían una diferencia entre el “partido histórico”, que era la causa, y el “partido efímero”, que era la forma concreta de partido en un momento determinado. Volveremos sobre esto al final de este trabajo.
[67] Es agudo Bensaïd cuando critica el reduccionismo mecánico de lo político en social como cortapisa para un pensamiento dogmático. Esto más allá que hay que evitar, también, el error simétrico: vaciar a las formas políticas de todo contenido social.
[68] Ver a este respecto La revolución permanente a cien años de la Revolución Rusa. Vamos a profundizar en estas categorías en un próximo texto que titularemos aproximadamente Marx, el Estado y la transición socialista.
[69] Lo que no quita, obviamente, que en la concepción de Lenin del partido revolucionario, no haya elementos de partido legal e ilegal dado el carácter represivo del Estado capitalista.
[70] Un elemento destacado por el marxista francés Pierre Naville a lo largo de toda su obra.