Después del 9N
Finalmente el 9N se realizó en Catalunya. Y se llevó a cabo a pesar de las advertencias, las amenazas y de una nueva suspensión del Tribunal Constitucional a petición del gobierno central.Alrededor de 2 millones 300.000 personas se movilizaron y participaron emitiendo su voto en un día histórico, pues no todos los domingos sucede algo así.Y lo que en un primer momento estaba planteado como un “proceso participativo”alternativo (y mucho más lavado) a la consulta original impugnada por Rajoy, suspendida por el Tribunal Constitucionaly acatada por Mas, se transformó en una jornada de reivindicación y protestaque expresó; la reafirmacióndel legítimo deseo yvoluntad del pueblo catalán de ejercer su derecho de autodeterminación y un cuestionamientoy desafío, de hecho, al Estado español y su negativa a que los catalanes decidan democráticamente su futuro.Los verdaderos protagonistas de la jornada fueron los más de dos millones de personas que hicieron realmente efectiva la desobediencia al Estado español.
Los más de dos millones que se trasladaron a los colegios y votaron por cualquiera de las opciones, lo hicieron consientes de la nulidad de efectos legales del proceso. Y si no existe correlato legal entre la movilización, la participación y los resultados delpasado 9N, es responsabilidad en primer lugar de Artur Mas que agachó la cabeza ante la primera impugnación de Rajoy y el Tribunal Constitucional privando al pueblo catalán de una consulta con garantías democráticas como estaba previsto originalmente. El 9N sólo fue un “acto catártico”, “un pucherazo para consumo propio del independentismo”,“un acto de propaganda sin validez jurídica”, dicen los enemigos del derecho a decidir. Sin embargo, el efecto político, que por su significado y contenidoprovocó el 9N,abre un nuevo escenario en la pelea por la independencia y es un hecho que nadie desconoce y que “todos”, a favor o en contra, intentarán capitalizar.
Sobre un total de 2.236.806 votos, el “Sí-Sí” se situó, aproximadamente y a falta de los recuentos definitivos (las urnas estarán abiertas durante 15 días) en el 80,7%, el “Sí-No” en el 10,1%, y el “No” en el 4,55%.
Aunque es difícil saber con precisión qué expresa el “Si-No” por ser la opción de voto que encierra más interpretaciones, desde un voto conservador que tenga “miedo” a la independencia, a un voto crítico con el tipo de independencia planteada, por ejemplo, nos aventuramos a afirmar que es la opción de voto que en las últimas semanas y días más creció debido a la prohibición del Gobierno de Madrid de realizar la consulta. Opinamos que el “Si-No” ha sido una respuesta y también un cuestionamiento al estado español y al gobierno de Rajoy que impugna y prohíbe toda consulta.
El mismo domingo por la noche frente a las cámaras y con los resultados en la mano Mas declaraba; “Nos hemos ganado el derecho a un referéndum definitivo y con todas las consecuencias” e informó que enviará una carta al presidente Rajoy para pedirle que negocie la convocatoria a ese “referéndum real”. Ayer lunes por la noche decía; “… no confundamos el instrumento con el objetivo y el objetivo no son las elecciones, el objetivo es la consulta definitiva” y llamó a los partidos pro consulta para acordar los pasos a seguir, pero esta vez incluyó en su llamado al PSC (opositor a la consulta), claro ahora hay que seguir gobernando y para eso hay que tener aval para aprobar los nuevos presupuestos.
Por su lado, la respuesta del gobierno en boca de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría fue rotunda y contundente; “si lo que ustedes pretenden negociar es un referéndum de independencia ya se lo digo yo, que este partido y este gobierno no darán sus votos para un acuerdo de secesión”. Como muestra basta un botón; el objetivo de Artur Mas es claro; dialogar, negociar y pactar con Madrid y cada paso que dé en este camino deslegitima y se aleja cada vez más del verdadero y original sentido de la consulta.
Días previos al 9N escribíamos: “Ya no cabe albergar duda alguna: la consulta prevista hasta hace pocos días para el 9N no se celebrará; en su lugar tendremos un “proceso participativo”, algo así como una gran encuesta popular con papeletas de voto y urnas pero sin censo, sin garantías de neutralidad y sin verdadero debate político sobre las posibles alternativas. La consulta del 9N no se celebrará porque el gobierno del PP y el Tribunal constitucional que le es fiel, la prohibieron y si alguien esperaba lo contrario no sólo peca de ingenuo sino que lamentablemente continúa creyendo que este régimen es una democracia. Pero tampoco habrá consulta porque Artur Mas no lo ha querido y la política y el accionar del bloque soberanista le fue funcional a esto. Para rematar la cuestión y devaluar aún más el 9N, se nos dice que no es sino la “primera vuelta” de unas inminentes elecciones plebiscitarias en las que una lista Unitaria, encabezada, como no, por Artur Mas, “proclamaría sin duda alguna la independencia”… ”. “No nos engañemos: lo que Mas quiere es un cheque en blanco para seguir gobernando con el aval del independentismo y el bloque soberanista. Para seguir gobernando y lo dice claramente: si queréis independencia “tendréis que votarme a mí”. “(…) Todo esto nos obliga a criticar abiertamente las falencias democráticas del proceso soberanista y decir claramente que éste no se llevará a cabo bajo su dirección actual, CiU, que con el silencio más o menos cómplice de todos los demás, lo viene traicionando”.
Ahora es el propio Mas el que se desmarca de sus socios republicanos y del bloque de partidos pro consulta con su planteo de postergar las elecciones y de encarar el proceso por vía de la negociación.Tomando la iniciativa Artur Mas busca imponer su hoja de ruta frente a la de ERC, hoja de ruta que como señalamos anteriormente, está marcada por el diálogo, la negociación y el pacto. Primero estuvo hábil al plantear un proceso de participación alternativo para no desoír la suspensión de la consulta por parte del Constitucional. Y ahora con esto busca descomprimir, desinflar, deslegitimar, lavar y bastardear cada vez más el proceso de autodeterminación para gobernar en paz.
Habrá que ver cómo se desarrollan las cosas y cuál será la reacción de los partidos soberanistas frente al nuevo planteo de Mas, que hasta ahora, a pesar de las diferencias, han venido actuando en “unidad”. Y habrá que ver cómo empalma esto con la propuesta de ERC que es la de convocar a elecciones y construir una mayoría parlamentaria que proclame unilateralmente la independencia”. Habrá que ver cuál será la respuesta a esto de organizaciones claves en al proceso como la ANC y Omnium que el día 11 desde la plaza Catalunya exigieron al president la convocatoria a elecciones en un plazo de tres meses.
El pueblo catalán ha demostrado una vez más que quiere decidir sobre su futuro y tiene derecho a ello. Tiene derecho a un auténtico referéndum vinculante de autodeterminación y la única garantía para que no se vea frustrado este legítimo deseo es con la movilización independiente en las calles haciendo frente al gobierno de Madrid que le niega al pueblo catalán su derecho y a las maniobras de Mas que está llevando a un callejón sin salida el proceso.
Debemos defender e imponer con la movilización la realización de un referéndum “decisorio” de autodeterminación. Decidir nuestro futuro es mucho más que votar en unas elecciones un programa que solo diga “independencia”. Es decidir si queremos o no independizarnos del estado español y sobre todo como queremos que sea la nueva Catalunya. Decidir nuestro futuro en libertad es iniciar un proceso constituyentedonde sea el pueblo soberano verdaderamente el que decida sobre su futuro y sobre cómo ha de ser el nuevo estado.