¿Quién es Vladimir Putin?

Dos décadas al frente del gobierno ruso y casi 40 años dentro del aparato del Estado. La larga carrera de Putin al servicio de un imperialismo en construcción.

Agustín Sena

Vladimir Putin nación en 1952 en la ciudad de Leningrado, Unión Soviética (hoy San Petersburgo, Federación Rusa). Hijo de un ex – oficial de la Marina Soviética y de una obrera de Leningrado, pasó sus primeros años en el seno de una familia humilde.

Estudió Derecho en la Universidad de Leningrado, carrera de la que se graduó con honores en 1975. A partir de ese momento, la historia del joven Putin se une a la de aparato del Estado (primero soviético, luego ruso).

La KGB

Poco antes de graduarse fue reclutado por la KGB, el cuerpo de espías y policías secretos de la URSS. Tras más de 10 años de entrenamiento, en 1985 fue enviado como espía a Dresde, en Alemania Oriental. Cuando llegó la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la URSS, Putin regresó a la Universidad de Leningrado y trabajó como asesor en Asuntos Exteriores del Rector Stanislav Merkúriev.

Merkúriev lo pondría en contacto con Anatoli Sobchak, quien ha sido señalado como su mentor político. Sobchak fue uno de los nombres fuertes del personal político ruso en la época de la Restauración capitalista. Impulsor de la Perestroika y primer alcalde de San Petersburgo tras la constitución de la Federación Rusa, el mentor de Putin lo llevaría rápidamente a los círculos más altos de la burocracia rusa devenida en capitalista.

Tras dejar definitivamente la KGB en 1991, Putin ofició primero como presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Alcaldía de San Petersburgo, y luego como vicealcalde. Era la época de las privatizaciones, de la destrucción de lo poco que quedaba de la antigua URSS (la propiedad estatal de los grandes medios de producción) y de su traspaso a manos privadas. Su papel en la alcaldía consistía en atraer inversores para las reformas privatizadoras.

En Moscú

Tras la derrota de Sobchak en las elecciones de 1995, Putin dimitió de sus cargos en la alcaldía y se trasladó a Moscú, para tomar parte en la administración presidencial. El ascenso de Putin en Moscú fue meteórico. Pasó de ser vicedirector del Departamento de Gestión de Bienes en 1996 a director del Servicio Federal de Seguridad (FSB) y secretario del Consejo de Seguridad en 1998. El FSB es el organismo heredero de la KGB en la que Putin se destacara antes de la caída del Muro.

Tan sólo un año después, en 1999, Putin se convirtió en cabeza del Estado ruso tras la renuncia de Boris Yeltsin. Este último fue la cabeza del Estado durante toda la década de los ’90, con una gestión marcada por la crisis social producto de las reformas capitalistas, que resultaron en un aumento sideral de la pobreza y en el surgimiento de una nueva casta de oligarcas capitalistas.

El primer acto de gobierno de Putin fue el decreto Sobre las garantías a los expresidentes de la Federación Rusa y a los miembros de su familia, destinado básicamente a proveer de total inmunidad legal a Yeltsin por los estragos sociales que generó su política de restauración capitalista.

Ya como presidente, Putin lanzó la Segunda Guerra chechena, para retomar el control de terreno disputado con las milicias separatistas chechenas. Se estima que en esa guerra murieron entre 25.000 y 50.000 chechenos, la mayoría de ellos civiles. El gobierno de Putin ha sido acusado reiteradamente de crímenes de guerra contra la población civil chechena durante el conflicto, que culminó en 2009. Similares acusaciones recayeron sobre Ramzan Kadýrov, el Primer Ministro pro – ruso de la República de Chechenia. En 2006 fue acribillada la periodista y activista de DDHH Anna Politóvskaya, quien había investigado de forma independiente los crímenes de guerra en Chechenia cometidos por el gobierno ruso. Los responsables intelectuales de su asesinato nunca fueron esclarecidos.

En marzo de 2000, Putin ganó las elecciones a presidente de la Federación Rusa con el 52% de los votos, venciendo por casi 30 puntos al candidato del Partido Comunista.

Reformas

Desde su primer mandato, Putin dejó en claro su voluntad de reformar el sistema político ruso. Sus reformas administrativas tendieron hacia un mayor centralismo y a la pérdida de derechos federales por parte de las Repúblicas que conforman la Federación Rusa. Subsumió los 89 sujetos federales de Rusia en 7 distritos cuyos representantes son designados por el Presidente. Obtuvo del Parlamento el derecho a remover de forma unilateral a los gobernadores de las Repúblicas que conforman la Federación.

En 2004, Putin fue reelegido como presidente de la Federación Rusa. Tras atentados terroristas islámicos que dejaron varios cientos de muertos en Beslán, el mandatario ruso anunció la «reorganización del poder político» para combatir al terrorismo. La principal medida fue terminar con la elección directa de las autoridades regionales (gobernadores), que pasaron a ser nombradas directamente por el Kremlin, y del Senado. Además se elevó el piso poscriptivo de la Duma al 7% y se prohibieron los bloques electorales y las candidaturas independientes, para dejar fuera de la carrera a los partidos más chicos.

En las elecciones de 2008 la presidencia pasó a Medvedev, hasta ese entonces Ministro de Putin. El propio Putin, imposibilitado de ser reelegido, pasó a desempeñarse como Primer Ministro. En 2012 Putin volvió a ser elegido Presidente de la Federación Rusa con el 63% de los votos, bajo acusaciones de fraude por parte de la oposición. Tras la reforma constitucional, el nuevo mandato fue de 6 años con posibilidad de reelección. En junio de ese año Putin impulsó y aprobó una ley que condena con cuantiosas multas la celebración de reuniones políticas a nivel masivo.

En 2014, tras el Euromaidán, Putin lanzó la ocupación de Crimea. Su anexión a la Federación Rusa se efectivizó ese mismo año. En 2015 anunció la intervención de las tropas rusas en la guerra civil siria en apoyo al mandatario Al – Assad. La intervención rusa en ese conflicto dejaría un saldo de miles de muertos, muchos de ellos civiles.

En 2018, Putin logró su cuarta victoria en las elecciones presidenciales, esta vez con el 76% de los votos, extendiendo su mandato hasta el 2024.

Una reorientación estratégica

Desde un principio, las reformas de Putin encontraron resistencia en sectores de la nueva oligarquía capitalista rusa (los magnates surgidos de las privatizaciones). Entre otras cosas, por el control de los medios de comunicación. Sin embargo, lejos de cualquier veleidad «comunista» o «soviética», las reformas de Putin sólo pueden ser comprendidas en el marco del nuevo capitalismo ruso.

Después de una década de desgobierno y crisis económicas interminables tras el desmembramiento de la URSS, Putin dió un giro a la orientación estratégica del capitalismo ruso. La restauración capitalista «liberó» las fuerzas del mercado de las restricciones de la vieja burocracia estalinista; pero, sin control alguno, esas fuerzas podrían haber convertido a Rusia en no más que un nuevo país tercermundista, arrasado por el hambre y la desocupación.

La idea central de Putin fue dirigir el desarrollo capitalista del país desde el Estado (un capitalismo de Estado) con un régimen político de carácter bonapartista fuertemente centralizado en el Kremlin y en la figura del propio Putin. Pero el objetivo de Putin no es construir un capitalismo «más amigable» o «más humano». Por el contrario, busca convertir a Rusia en una nueva potencia imperialista capaz de disputar a nivel geopolítico con las potencias imperialistas «clásicas» (Estados Unidos y la Unión Europea).

La guerra de Ucrania es una muestra más de esta orientación. No es cierto que el objetivo de Putin sea «desanazificar» Ucrania o «proteger a la población rusa» de amenazas a su seguridad. El único objetivo de la invasión a Ucrania es ganar mayor influencia rusa dentro de ese territorio, disputado hoy en día con la OTAN.