Las mujeres, chalecos amarillos y el movimiento feminista francés

Desde el año 2017 se ve un renacimiento de la lucha feminista en Francia. A partir del 2019, este acenso se ha combinado con el de los "chalecos amarillos".

Flora Kessler

Pero durante el año 2019 el surgimiento de una lucha que cambió la “normalidad “: los chalecos amarillos, el único movimiento popular que ha logrado victorias desde hace más de una década, en donde las mujeres precarias, de la clase obrera, han jugado un papel dirigente.

El movimiento de mujeres en Francia

Las movilizaciones de mujeres en Francia desde los años 70 han tenido como objetivo el derecho a elegir sobre el cuerpo. Gracias a grandes movilizaciones, en 1975, se logró la ley que despenaliza el aborto. Cada vez que el derecho al aborto es atacado las mujeres salían y salen a la calle con fuerza. Una gran movilización tuvo lugar en 2014 solidaridad con las mujeres españolas, los años siguientes se realizaron concentraciones en solidaridad con las irlandesas y polonesas posteriormente y ahora en solidaridad con las argentinas.

Las mujeres de los 70 también se movilizaron contra las violencias, logrando cambios en la legislación que penaliza la violación. Visibilizaron el problema de la vivienda para las mujeres que escapan de sus maridos violentos. Lograron crear hogares refugios para las víctimas, junto con la denuncia de la violencia conyugal.

El 25 de noviembre de 1995, se realizó una enorme manifestación por los derechos de las mujeres con unas 40 mil personas que sorprendió a los mismos organizadores. Entre los ejes estaba la precarización laboral de las mujeres. El otro eje era responder al ataque de los grupos anti aborto, que tomaban fuerza con la llegada de Chirac al poder. Fue el primer día de la gran huelga de trabajadores del transporte y otros sectores, que paralizo al país y logró asentar un golpe a los planes neoliberales del gobierno.2

Durante los años 2000 las movilizaciones des mujeres fueron más pequeñas , hasta 2018 cuando comenzó una movilización verdaderamente contra las violencias . Entre las causas de la débil movilización de las mujeres durante esos años de auge del neoliberalismo, podría dar como hipótesis el conflicto entre el sector posmoderno universitario “pro trabajo sexual” y las feministas tradicionales, que defienden en su mayoría un abolicionismo “institucional”. Es que el estado francés se reconoce como abolicionista desde 1946, considerando el proxenetismo como un crimen, a diferencia de otros países europeos reglamentaristas. Es sin embargo un abolicionismo hipócrita de una sociedad capitalista imperialista, que no protege a las mujeres de la precariedad que las lanza a la prostitución, ni de la violencia inculcada en parte por el acceso al porno brutal, que se desata ahora prostituyendo adolescentes menores , ni de las redes de proxenetismo que se aprovechan de las leyes antiimmigrantes. Naturalmente las fuerzas policiales se hacen la vista gorda ante los burdeles ilegales disfrazados en salas de masaje y relajación, bares de champagne y otros lugares de proxenetismo presentados como “echangistas”.

Las redes de proxenetas están muy a la ofensiva para lograr más libertad para la explotación sexual en Francia, por lo que instrumentalizan las y los universitarios adeptos de la teoría “queer” .Al tacar acercarse cada 25 de noviembre o 8 de marzo, redoblan en agresividad contra el feminismo tradicional con la finalidad de debilitar la movilización. En 2020 han intentado movilizar sus tropas para atacar los grupos de mujeres auto-organizados que realizan desde hace meses pegatinas de afiches denunciando los feminicidios. Esas personas han realizado algunas pegatinas amenazando de muertes a las “terf” (activistas feministas radicales acusadas de no incluir a las mujeres trans). Sin embargo este grupo “transactivista” no realizan ninguna campaña para exigir visas de trabajo para las inmigrantes trans, por ejemplo, la mayoría de ellas latinoamericanas “sin papeles”.

La lucha contra las violencias reparte

La llegada a la presidencia de Mitterand en 1981 había desmovilizado el movimiento de mujeres. Era la ilusión de cambios progresivos en la sociedad. Pero la justicia francesa continuó y continúa siendo patriarcal. El triunfo de la ley que reconoce la violación como todo acto de penetración y crimen pasible de 15 años en 1980 no cambio el hecho de que 99% de las víctimas de violación no obtienen justicia.

En 2016 las mujeres se movilizan por la libertad de Jacqueline Sauvage, condenada a prisión por el homicidio de su esposo, que durante más de cuarenta años la había martirizado, llegando a violar dos de sus hijas. La movilización logró{o una gracia presidencial, muy criticada por los magistrados. En este terreno surge el Metoo . Una primera movilización tiene lugar en octubre 2017. Activistas llaman a varias asambleas, pero la presencia de numerosas universitarias que las dirigen, tratando de imponer la teoría queer aleja e impide que la mayoría de las mujeres intervengan en esas asambleas. Sin embargo el movimiento continua con cada vez más denuncias individuales de violaciones, surgen grupos autoorganizados que se reúnen en círculos de liberación de la palabra , para pegar afiches y hacer concentraciones. Durante 2018 un grupo liderado con mano de hierro por una militante PS, utilizando las redes sociales y los métodos de “crowfunding” logra tener una cobertura mediática. Este grupo vertical, “nous toutes”, trata de unificar los dos sectores, feministas tradicionales y universitarias pro ”trabajo sexual” para la marcha del 25 noviembre de 2018. Logra una gran asistencia pero el grupo liderado por el sindicato pro proxenetas divide la manifestación, logrando un cortejo “delantero” queer pro “trabajo sexual”.

Las mujeres y el movimiento chalecos amarillo

El movimiento chalecos amarillos irrumpe en noviembre 2018 contra las medidas de Macron. Se trata según los estudios de sociólogos de mujeres con empleos precarios, en el sector del “Care”, enfermeras, madres solas, ancianas que no llegan a vivir de sus salarios ni de sus pensiones . Los hombres participantes también son precarios, desempleados, jubilados pobres. Algunos lo definen como la clase obrera sin fábrica. El movimiento denuncia la inacción y la debilidad de los sindicatos para defender a los trabajadores. Es a su vez producto de la desconfianza general hacia las direcciones sindicales. Los chalecos amarillos han logrado las únicas victorias generales de la clase trabajadora desde 2006.

En diciembre un grupo de mujeres precarias residentes en el “Palais de la Femme”, hogar refugio dirigido por el Ejercito de Salvación, deciden crear una página Facebook “Mujeres chalecos amarillos” y llamar a una manifestación. A partir de ese momento se crean otras páginas en los departamentos, y la prensa comienza a publicar artículos sobre el papel de primera línea de las mujeres en la movilización. El movimiento feminista se enriquece esta vez con una verdadera movilización feminista y popular que logra dejar atrás el eterno debate entre queers y “históricas”. Alrededor de esta lucha de las precarias del “Palais de la Femme” nos hemos encontrado diferentes generaciones y tendencias feministas en la solidaridad práctica de una lucha concreta.

La nueva movilización nacional contra la reforma de pensiones ha reactivado desde hace meses la lucha de clases. Las activistas feministas tratan de imponer la “huelga de las mujeres” el 8 de marzo como en España y Suiza.

Las manifestaciones de ese día fueron un éxito en todo el país. En Paris, sectores pro “trabajo sexual” atacaron mujeres sobrevivientes de la prostitución n que manifestaban, golpeándolas y arrancándoles las pancartas. Un comunicado de rechazo a esta agresión fue firmando por las asociaciones y grupos feministas como Las Rojas fue publicado justo antes de la cuarentena.3

Durante la cuarentena aumento la violencia sexista contra mujeres y niños, como en todos los países. Las denuncias telefónicas aumentaron en un 30%. Las activistas continuamos durante la cuarentena la pegatina de afiches denunciando los feminicidios y las violencias.

En Europa también, durante la cuarentena los proxenetas han lanzado a la miseria total miles de mujeres prostituidas, expulsándolas de los prostíbulos. Los que trafican mujeres en internet, las exponen a la epidemia impunemente.

En plena crisis sanitaria el lobby prostitución, utilizando un lenguaje de izquierda hace llamados a firmar comunicados donde se solidarizan con las personas “que se definen como trabadoras sexuales”. Es un intento de imponer el término “trabajo sexual” a las militantes feministas. Está claro que no les preocupa la dignidad de las mujeres prostituidas, sino que los proxenetas sean reconocidos como patrones, y reciban ayuda del estado, como en Alemania.

Frente a la crisis sanitaria mundial podríamos preguntarnos si la contradicción entre cuidado de la salud y prostitución podría hacer avanzar la discusión con ciertas feministas queers académicas sobre el “trabajo sexual” y otras consecuencias de la reacción neoliberal, como considerar el que una mujer alquile su vientre por dinero se vea como una libre decisión sobre su cuerpo. Así como la epidemia del Sida sirvió de excusa a los proxenetas para crear los sindicatos de los “trabajadores del sexo”, con el pretexto de protección de la salud de las mujeres prostituidas, el Covid también puede incidir en una toma de conciencia. Desde Las Rojas seguiremos haciendo campaña en las calles y tomando la palabra para que las mujeres y trans no tengan que vender su cuerpo para sobrevivir.

1 http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article45117

2 http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article37036

3 https://www.50-50magazine.fr/2020/03/16/violences-contre-des-survivantes-de-la-prostitution-le-8-mars-un-scandale/