Los primeros conflictos comenzaron el pasado sábado 18 en Villeneuve-la-Garenne. Según afirman testigos presenciales, la policía provocó intencionalmente un grave accidente, abriendo la puerta del vehículo camuflado cuando un joven pasaba en moto a alta velocidad y un peligrosísimo choque. El joven quedó en grave estado con una fractura abierta del fémur. Inmediatamente, vecinos comenzaron a lanzar objetos contra los agentes.
Según las denuncias que trascendieron por las redes sociales, se ha endurecido el toque de queda en los barrios populares. La policía amedrenta especialmente a los habitantes de las banlieues, zonas pobres con viviendas precarias. Esto ha despertado una ola de indignación que estalló en protestas en distintos barrios de parís.
«En las localidades de Rueil-Malmaison, Suresnes y Gennevilliers, desconocidos incendiaron mobiliario urbano, mientras que en Aulnay-sous-Bois, agentes desplegados en la zona fueron víctimas de emboscadas” con fuegos artificiales usados como proyectiles, según la agencia France Presse.» Según publicó el diario El País.
En Villeneuve-la-Garenne se incendiarion vehículos y lanzaron fuegos artificiales desde las ventanas contra agentes de policía, según el diario Le Parisien.
Macron, así como varios gobiernos del mundo, están aprovechando la cuarentena para reforzar el control represivo sobre la población, reforzando la presencia policial y las medidas autoritarias.
Francia venía de una coyuntura conflictiva en los meses inmediatamente anteriores al desarrollo de la pandemia, con la huelga de los ferroviarios contra el ajuste jubilatorio, así como el movimiento de los chalecos amarillos, que puso en jaque al gobierno durante meses.
La situación de la pandemia no suspende la lucha de clases. Ante los ataques de un gobierno que refuerza el autoritarismo estatal, surgen brotes de resistencia contra la brutalidad y los abusos policiales.