Santiago Follet
Hasta hace apenas una semana los medios daban por enterrado al movimiento. En todos los canales solo se hablaba de cómo la manifestación se debilitaba y comenzaba a decaer. Los anuncios del presidente Macron en medio de las fiestas intentaban convencer acerca de la necesidad de terminar con las movilizaciones en las calles para dar paso al “gran debate nacional”, reencauzando la bronca popular por medio de la vía institucional y bajo el control del gobierno. Sin embargo, aquella idea planteada de pasar de las “rotondas” a las “alcaldías”, parece no haber convencido a nadie hasta el momento.
En efecto, el comienzo del nuevo año demostró una enorme fuerza de movilización que se ha extendido en la jornada del sábado con cientos de miles de manifestantes en las calles, alcanzado las cifras de mediados de diciembre. Y esto a pesar de la feroz represión llevada a cabo por el gobierno, ya que casi 100.000 efectivos de las fuerzas del orden fueron desplegados en todo el territorio nacional, una cifra colosal con respecto al número de manifestantes movilizados. Por todas partes, las imágenes de tiros de balas de goma, de gases lacrimógenos, de camiones hidrantes y de cuerpos policiales de CRS y de la BAC reprimiendo y llevándose detenidos a manifestantes se repitieron a lo largo y a lo ancho del país.
En la misma sintonía, el primer ministro Édouard Philippe se ha dado el lujo de anunciar su voluntad de querer modificar la ley para hacer ilegales las manifestaciones “no declaradas ante la Prefectura” para permitir reprimir y encarcelar a quienes ejerzan su legítimo derecho a la protesta. De igual manera, se escucharon durante la semana los dichos escalofriantes del ex ministro de educación Luc Ferry, quien dijo públicamente que es necesario que la cuarta potencia militar mundial comience a usar a sus fuerzas armadas dentro de su propio territorio para terminar militarmente con los chalecos amarillos. En resumidas cuentas, un sinnúmero de provocaciones de parte del gobierno, que al mismo tiempo que escala en la agresividad utilizada para reprimir a las manifestaciones, intenta justificarse diciendo que son los chalecos amarillos los responsables de la violencia.
Una autoorganización del movimiento en desarrollo
Como decíamos anteriormente, a pesar de los intentos de amendrentación, el movimiento viene demostrando enormes reservas de fuerza y el comienzo de un desarrollo de la autoorganización independiente que contiene una importancia fundamental para seguir avanzando. En este sentido, una de las novedades positivas que demuestra una evolución de los acontecimientos, tiene que ver con el surgimiento de las marchas de “mujeres con chalecos amarillos”, una iniciativa espontánea de mujeres que han comenzado a organizarse con el objetivo de aportar una agenda feminista a la movilización. Este hecho constituye sin dudas un elemento progresivo que es un punto de apoyo importante para contrarrestar los intentos reaccionarios de recuperación por parte de la extrema derecha racista y machista, que ha intentado cooptar al movimiento desde sus inicios.
En este sentido, durante las últimas movilizaciones en Burdeos, grupos de extrema derecha han sido echados de las marchas por los chalecos amarillos o en Caen, asambleas de chalecos amarillos han tenido lugar en “squats” de migrantes, demostrando lazos de solidaridad que inclinan la balanza del movimiento progresivamente hacia la izquierda. De igual manera, también se ha visto una enorme solidaridad con el boxeador Christophe Dettinger, detenido por defender a los chalecos amarillos de los ataques policiales, quien recibió cientos de donaciones en una colecta en línea para pagar la fianza de su excarcelación.
Otra de las novedades fundamentales tiene que ver con el surgimiento de nuevas “asambleas ciudadanas” en algunos barrios del centro y de la periferia parisina. Este hecho es un gran avance, ya que en la capital del país el desarrollo de la autoorganización venía estando bastante más atrás con respecto a sectores rurales o de grandes ciudades del interior, como Toulouse, Lille o Montpellier, por citar algunos lugares en donde proliferan las asambleas de chalecos amarillos.
Desde Socialismo o Barbarie hemos participado de la asamblea de esta tarde, en Ivry-Sur-Seine, al sudeste de la capital, en donde un centenar de chalecos amarillos se dieron cita para debatir propuestas e intervenciones en común. Los puntos en discusión dan cuenta de reivindicaciones económicas de urgencia inmediata (aumentación del salario mínimo a 1800 euros, restitución del impuesto a las grandes fortunas, aumento de impuestos a las grandes empresas, repartición del tiempo de trabajo, aumento de las jubilaciones, acceso gratuito a los servicios de salud, acceso a la vivienda digna, etc.), así como también de medidas de urgencia ecológica y de demandas de una profunda voluntad democrática de participación directa de los ciudadanos en la vida política del país.
En este punto, las consignas democráticas dan cuenta de la profundidad de una crisis institucional agravada que puede ser el puntapié para desarrollar grandes transformaciones de fondo si se pone en pie una salida política independiente que parta de las necesidades de los trabajadores y de los sectores populares. En este sentido, transcribimos aquí algunas de las resoluciones de esta asamblea que ha planteado las siguientes propuestas:
“Dado que los dirigentes han ignorado nuestro voto de 2005 contra la Europa de los capitalistas, que los representantes y accionistas de las grandes empresas les dictan las leyes en el poder, que los políticos no nos representan y que no podemos ejercer ningún control sobre los representantes elegidos en el marco de las instituciones representativas, damos la pelea por: 1) el RIC, Referendum de iniciativa ciudadana, 2) la derogación de la constitución de la Quinta República, 3) la revocabilidad de los mandatos, 4) el mandato imperativo de nuestros representantes, 5) la disolución del gobierno, de la Asamblea Nacional y del Senado, 6) el embargo de los bienes de las grandes fortunas, ya que no hay democracia posible si la oligarquía millonaria tiene el control de la economía, 7) el reemplazo de las viejas instituciones por una Asamblea de ciudadanos, 8) la institución de nuestros propios medios de gestión de las empresas y los territorios, 9) la multiplicación de las asambleas de trabajadores y habitantes y la coordinación de nuestras asambleas por barrios, ciudades, departamentos, regiones y por empresas y sectores de actividades económicas. 10) oponer al poder una libre federación de nuestra asociaciones económicas y territoriales.”
El “gran debate nacional” de Macron: un intento de cooptar al movimiento
La novedad de la jornada tiene que ver con la declaración de Macron, en horas del domingo a la noche, quien a través de una carta pública dedicada a todos los ciudadanos anunció la puesta en marcha del “gran debate nacional”, iniciativa que ya había sido anunciada semanas atrás. Se trata de una gran consulta pública con una duración prevista de dos meses, en la que el presidente invita a los “ciudadanos” a debatir en el marco de las instituciones republicanas, sobre aquellos temas que están en discusión a nivel nacional. Reconociendo que existen “algunos de entre nosotros que están hoy en día insatisfechos o con bronca”, el gobierno propone “transformar el enojo en soluciones”, para que la bronca social se canalice dentro de los marcos del sistema, renovando el pacto social y reforzando las instituciones.
Sin lugar a dudas se trata de un intento de cooptación, que es necesario denunciar como tal, ya que no se puede esperar ninguna solución del presidente de los ricos, porque sus intereses son exactamente los contrarios a los de la mayoría de la población. La única carta pública que los chalecos amarillos esperan de Macron es aquella en la que firme su dimisión de la presidencia de la República. Porque el debate acerca de la “fiscalidad”, la “ecología”, la “democracia”, etc., ya se está poniendo en marcha desde hace semanas. El gran debate nacional es el debate que organizan los propios chalecos movilizados de manera independiente y en oposición radical al gobierno de Macron, por lo que hay ninguna necesidad de entregar la independencia política, ni de confiar en las instituciones, ni de renovar un pacto social que favorezca a los explotadores.
Una estrategia para ganar: autoorganización independiente y huelga general
Lejos de dejarse convencer por el enemigo a derrotar, el movimiento debe confiar en su propia fuerza para seguir desarrollando las asambleas en cada barrio, ciudad y región. En este sentido, el llamado de los chalecos amarillos de Commercy a una “asamblea de asambleas” para los próximos 26 y 27 de enero, puede ser una iniciativa importante para poner en pie una coordinación nacional de los chalecos amarillos capaz de elegir y mandatar a sus propios representantes. Desde el comienzo, numerosos han sido los intentos de ciertos sectores de autoproclamarse como líderes del movimiento, sin tener ninguna legitimidad, sin que nadie los haya elegido como tales. Por este motivo, la proliferación de asambleas barriales y regionales es una herramienta fundamental que debe ser desarrollada de manera independiente para asegurar la construcción de una representatividad propia y de una coordinación capaz de poner en pie iniciativas a escala nacional.
Otra de las preocupaciones que ha surgido en los debates del movimiento tiene que ver con el rol de las direcciones sindicales, quienes se han jugado a la complicidad con el gobierno, dándoles la espalda a los chalecos amarillos desde el inicio de las movilizaciones. La necesidad planteada por los propios manifestantes es que los sindicatos pongan todos los medios de los que disponen al servicio de la lucha de los chalecos amarillos. Porque no alcanza con organizar manifestaciones solamente los sábados, lo que está en juego es mucho más grande y para derrotar realmente al gobierno y para imponer el triunfo de todas las reivindicaciones es necesario que el movimiento tome impulso en los lugares de trabajo y de estudio. Para derrotar a Macron, es urgente la necesidad de una huelga general, que las centrales sindicales deben convocar de inmediato, para bloquear por completo toda la economía, por la dimisión de Macron y el triunfo de todas las reivindicaciones de los trabajadores contra el gobierno de los ricos.