Santiago Follet
Los huelguistas fueron mayoritarios en el sector del transporte al punto tal que se interrumpieron el 90% de los trenes y la mayoría del transporte urbano. Una gran adhesión en la educación y la salud, a la que se sumaron las refinerías, carteros y otros sectores. El movimiento volverá a irrumpir masivamente en las calles mañana martes. Mientras tanto, numerosas asambleas se organizan desde abajo para continuar la pelea y la reconducción de la huelga continúa siendo votada hasta el jueves y el viernes inclusive. Se espera que el gobierno haga anuncios públicos sobre la reforma de las jubilaciones este miércoles que dependerán en gran medida del resultado de la movilización del martes.
Macron en un momento crucial: la reforma o el retiro
Jean Paul Delevoye, “alto representante para las jubilaciones”, es el funcionario que se ha encargado de redactar el proyecto sobre la reforma de las pensiones. La novedad del día es el descubrimiento de sus vínculos directos con el mundo de las aseguradoras privadas. Esta noticia es un escándalo porque Delevoye, en una actitud que él mismo reconoció como “poco responsable”, se “olvidó” de especificar estos vínculos en su declaración del sábado ante la HATVP (alta autoridad para la transparencia de la vida pública).
Como consecuencia, esta mañana, Delevoye decidió renunciar a su puesto en el instituto Ifpass (aunque debería ir pensando en renunciar también a su puesto en el gobierno). Este conflicto de intereses no es azaroso y a nadie se le escapa a quiénes beneficia y a quiénes perjudica la reforma: ¡una reforma para las compañías aseguradoras encargada por el presidente de los ricos! Luego de este descubrimiento público será aún más difícil para el primer ministro Edouard Philippe intentar convencer a los trabajadores de la necesidad de la reforma cuando haga sus anuncios públicos este miércoles.
En efecto, diversos editorialistas coinciden en afirmar que el gobierno de Macron está haciendo frente a un momento en el cual es “la reforma o el retiro”. En donde lo que está en juego es su capital político construido a partir de la imagen de un hombre joven y firme, con una voluntad modernizadora y reformadora de la política y del Estado. Luego de un año complicado para el gobierno, en donde tuvo que retroceder gracias a la movilización de los chalecos amarillos, la voluntad de llevar adelante la reforma de las jubilaciones está haciendo frente a un movimiento social como no se ha visto en Francia desde 1995. Por eso es que anoche Macron reagrupó a su tropa en el palacio del Eliseo y convocó a una reunión no prevista en el calendario para preparar esta semana que será decisiva, no solo para el futuro de su reforma, sino también para el futuro de su gobierno.
Porque en el contexto de dos años de política marcadamente antisocial, la reforma de las jubiliaciones es la más profunda desde que se implementó el sistema de repartición en 1945. Y esto ha hecho encender la pólvora de un enfrentamiento en el cual el gobierno está desafiando fuertemente las relaciones de fuerza entre las clases y su arriesgada jugada política de avanzada capitalista podría volvérsele en su contra más temprano que tarde, frente a la enorme resistencia que viene desde abajo.
Los trabajadores paralizan el país
Desde el lado de los trabajadores, las cosas están claras. La reforma es ampliamente impopular, nadie la quiere. Y en las asambleas que se organizan en cada sector de trabajo los trabajadores muestran una determinación y un entusiasmo porque se percibe que la derrota del proyecto del gobierno es una posibilidad que está planteada actualmente de forma concreta.
En este sentido, se destaca el empuje que vienen dando los trabajadores de la RATP (transporte urbano) y de la SNCF (trenes). Siendo ya el quinto día de huelga, solo hay dos líneas del metro parisino que funcionan (las únicas dos que son automáticas), mientras que un porcentaje minoritario de los buses y de los trenes circulan en la región de la capital y en el resto del país. Esto hace que el normal funcionamiento del transporte que día a día utilizan millones de personas se encuentre absolutamente perturbado.
Incluso hasta los directivos de las empresas del transporte recomiendan a los usuarios no utilizar el transporte público por el riesgo de las saturaciones y se aconseja limitar los desplazamientos. En el mismo sentido, prolifera el uso de medios alternativos de transporte y los embotellamientos de los vehículos paralizan fuertemente las rutas y autopistas. En el mismo sentido, la huelga también llega a los aeropuertos que anuncian la suspensión del 20% de los vuelos e incluso en los puertos también se han visto bloqueos y medidas de fuerza.
Otro de los sectores protagonistas de la huelga son los trabajadores de la educación, gracias a los cuales la mayoría de los establecimientos educativos de todos los niveles se encuentran con muy pocas clases. El jueves la adhesión giro en torno del 80% y continúa votándose la reconducción de la huelga en los lugares de trabajo en porcentajes que rondan el 50% para el viernes, lunes y el martes.
El problema de la burocracia y la organización del movimiento
Es importante hacer una caracterización sobre quién dirige el movimiento, una cuestión que es central para entender el desarrollo de los acontecimientos. Por el momento, quien aparece como la dirección de la huelga es la intersindical que componen la CGT, FO, SUD y FSU. Es principalmente esta intersindical quien ha realizado el llamado a la huelga y a la movilización del pasado jueves. Los sindicatos brindan un punto de apoyo más que necesario para garantizar la masividad de una convocatoria semejante.
Luego de la marcha, la intersindical se reunió el viernes al mediodía y convocó a una nueva medida de paro nacional para el martes 10 con movilización incluida. Luego de esta manifestación volverán a reunirse al tiempo que el primer ministro realice los anuncios que tiene preparado.
Con la dirección de la intersindical hay varios problemas. El primero es que, si bien algunos líderes sindicales se manifiestan a favor del retiro del proyecto, otros están dispuestos a abrir el diálogo para sentarse a negociar puntos de acuerdos para modificar el sistema de jubilaciones. De hecho, más de un sindicato ha sido recibido hoy mismo por Delevoye y la ministra Buzyn para sentarse a dialogar. El “diálogo” y la “concertación” ha sido la política de Martínez, el secretario general de la CGT, desde que Macron asumió en el poder hasta hoy, lo cual le ha significado al movimiento obrero solo derrotas.
El segundo problema tiene que ver con la estrategia de las jornadas de acción escalonadas en el tiempo. La burocracia sindical habla de “tiempos fuertes” y de “tiempos débiles” y administra la bronca a cuentagotas. Llama a movilizar el jueves y no plantea ninguna medida concreta hasta el martes.
Incluso más, siendo los chalecos amarillos el movimiento que ha sido la insignia de la lucha contra el gobierno de Macron, y que ha permitido sin ningún lugar a dudas la emergencia de una determinación en la lucha que ha contagiado al movimiento obrero organizado, ningún sindicato llamó a marchar con los chalecos amarillos este pasado sábado.
De hecho, la CGT hizo una movida en otro lado, por su parte, en una convocatoria de desocupados, desvinculada de la pelea contra la reforma de las jubilaciones. Cuando los chalecos intentaron unirse a ellos en la marcha parisina, la policía reprimió duramente y la unidad de ambos sectores se vio impedida.
En vez de unirse a quienes plantean claramente la necesidad de la renuncia del presidente gritando “Macron dimisión”, la burocracia sindical juega al diálogo y se aísla de los chalecos amarillos. Más aun, la semana pasada hasta el propio ministro del interior Castaner llamó a las direcciones sindicales a perseguir a “los violentos” y luego los felicitó por el trabajo realizado.
Por una coordinación nacional para organizar la huelga general ilimitada
Otro de los problemas de la estrategia de las direcciones sindicales tiene que ver con que la “reconducción” de la huelga queda en manos de los trabajadores en cada lugar de trabajo. En esas condiciones, la pelea se sectoriza y las presiones individuales pesan enormemente entre los trabajadores. Porque hacer huelga implica un fuerte descuento de los días no trabajados y eso implica una presión material fuerte para los trabajadores, quienes no tienen otro ingreso más que su propio salario.
Sin embargo, lo que está sucediendo es que esas asambleas que se organizan en cada lugar de trabajo, ya sea desde un colegio, hasta una estación de trenes, pasando por una línea de metro o una estación de colectivos o un hospital, están cobrando una enorme importancia para organizar y garantizar la huelga.
Porque son los propios trabajadores los que discuten con sus compañeros de trabajo y llevan a la práctica esa consigna de que “la huelga les pertenece a los huelguistas”. Es impresionante ver cómo proliferan las asambleas y allí mismo se decide continuar por varios días. Y varias de ellas ya han confirmado que seguirán parando al menos hasta el jueves o el viernes.
Es importante saber que si hasta Martinez tiene que posar de firme opositor es porque desde abajo está subiendo una enorme presión hacia las cumbres de las direcciones sindicales. Porque en las asambleas de base está claro que se quiere el retiro total de la reforma, sin ninguna negociación, ni diálogo con el gobierno. Y en ellas reina el entusiasmo y la motivación por ir hasta el final, para derrotar al gobierno.
Hemos participado de varias asambleas de la educación y de las asambleas interprofesionales en donde los trabajadores están haciendo la experiencia de encontrarse, de juntarse y de discutir una perspectiva de conjunto, entiendo que la pelea nuclea a toda la clase trabajadora más allá del sector en el que cada uno se desempeñe.
Y en este tipo de encuentros se están generando experiencias muy ricas, cuando los docentes se juntan con los ferrioviaros y los trabajadores del transporte urbano. O cuando los estudiantes que ocupan una facultad van a solidarizarse para bloquear una estación de buses para garantizar la huelga del transporte. O cuando estos mismos sectores van luego a participar de las asambleas en un hospital.
En este contexto la tarea necesaria es la de construir una dirección alternativa de la huelga, bajo la forma de una coordinación nacional de huelguistas. En donde cada sector convoque a delegados que sean mandatados por las asambleas por lugares de trabajo. Consideramos que de esta manera nadie decidirá en lugar de los trabajadores y ninguna burocracia podrá traicionar para arreglar con el gobierno.
La experiencia de los chalecos amarillos está impactando fuertemente en el movimiento obrero y es necesario que esa combatividad vaya dando paso al desarrollo de formas organizativas que permitan una coordinación efectiva y antiburócratica que pueda emerger como la dirección de la huelga organizada desde abajo, contra la política de transacciones y negociación a espaldas de los huelguistas de las centrales sindicales.
Las experiencias que se están desarrollando en ese sentido son valiosas pero deben profundizarse para llegar a ese estadío. Para que la huelga general sea ilimitada hasta que caiga la reforma y se pueda empezar a plantear, como lo hicieron los chalecos amarillos desde el año pasado, la necesidad política de exigir la renuncia del gobierno.