Nano Menyón
La Cámara Alta del Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar un plan de rescate económico a empresas e individuos de 2 billones de dólares para paliar la inmensa crisis del Coronavirus en la principal potencia del mundo.
Estados Unidos vive un día extraordinario, a tono con el resto del mundo. Así como se anunció que esta semana más de 3 millones de despedidos solicitaron su subsidio de desempleo (el número más alto de la historia), el miércoles pasado el Senado de ese país aprobó un plan de emergencia monumental: 2 billones de dólares. Aún falta que el viernes vote la cámara de representantes, que mucha intriga no nos dará: ayer fue unánime y solo faltaron los senadores en cuarentena.
Este plan contempla a “casi” todo el mundo: trabajadores de bajos ingresos, desempleados (el punto más duro de negociar para los republicanos), trabajadores independientes, PyMEs, las grandes petroleras y hoteleras, la industria armamentística, los hospitales, etcétera, etcétera.
Hasta hace unas semanas, Trump hablaba del “virus chino” y que los estadounidenses no tenían nada que temer. ¿Qué sucedió? Bueno, en primer lugar la caída del Dow Jones de fin de febrero de un 30%. El derrumbe en un día fue casi igual a todo lo que habían aumentado en la era Trump. Hoy, la Goldman Sachs espera una caída del 34% del PBI norteamericano para el segundo trimestre de este año, niveles propios de la Gran Depresión.
El grueso del salvataje va, obviamente, hacia las empresas. Un cuarto está destinado a las empresas del Dow Jones y los Estados (500.000 millones de dólares) y unos 367.000 hacia las PyMEs. Si bien la parte destinada a los trabajadores es considerable (otros 500 mil millones), en los hechos se traduce a pagos únicos de 1.200 dólares por trabajador, y otros 500 por cada hijo que tengan. Para la tragedia que calculan consultoras como Moody’s Analytics (un 20% de desempleo para finales de 2020), es nada. La mejora más “sustancial” es en los desempleados: el gobierno extiende la duración del subsidio (13 semanas) y otorgará durante cuatro meses un aumento de 600 dólares por semana. Bueno si no fuese que son desempleados…
Según los cálculos de diversos analistas, se trataría de un proyecto bastante más caro al de los rescates del crack del 2008 e incluso que el plan masivo de intervención económica estatal que fue el New Deal. Éste último se trató del lanzamiento de inmensos planes de infraestructura y empresas de todo tipo, dirigidas por el Estado, en el que se empleó masivamente a los desocupados y fue la gran anticipación al auge del keynesianismo las décadas siguientes. Se trató de una respuesta desesperada de la burguesía estadounidense a la inmensa crisis de los 30’, cuando los límites del régimen de la propiedad capitalista se pusieron en evidencia a una escala tal que tuvieron que apelar a la intervención estatal masiva para salvarse.
Este rescate, a pesar de los inmensos costos, está muy lejos de los alcances de los programas económicos de intervención estatal del siglo pasado. El rescate masivo implica dejar los resortes fundamentales de la economía en las mismas manos, salvados financieramente por el estado, en una suerte de neoliberalismo estatista que pretende salir de una situación dramática corriendo hacia adelante, sin mirar el camino ni el destino, tan sólo preocupado por dejar atrás el suelo movedizo que pisa.