Carla Tog
El pasado 26 de enero la nuevamente presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (PSOE), anunciaba la convocatoria anticipada a elecciones autonómicas. Era un rápido y hábil acto de sensatez y táctica política ante la crisis del bipartidismo, el desprestigio de sus principales fuerzas y la irrupción de nuevos partidos como “Podemos” desde las elecciones europeas y de “Ciudadanos” en el último tiempo.
De esta manera el PSOE, abandonando a su suerte a Izquierda Unida (IU)[1], su principal socio de gobierno, y hundiéndolo aún a más en su crisis, se presentó en soledad a las elecciones y las ganó, aunque manteniendo la misma cantidad de escaños que en la anterior votación (año 2012) y sin obtener la mayoría absoluta.
Las elecciones andaluzas son las primeras en un año plagado de procesos electorales que comienza con las autonómicas, que pasa por las municipales (mayo) y termina con las generales previstas para fin de año.
Pero también los resultados en Andalucía son, ante todo, un reflejo del estado de ánimo general ante la crisis económica que llegó para quedarse, y una clara expresión de la crisis política e institucional que atraviesa el Estado español, además de un primer test de lo que puede ser la tendencia hacia las generales.
Un nuevo Parlamento andaluz
Sobre un total de 109 escaños, el nuevo parlamento ha quedado conformado de la siguiente manera. El PSOE ha obtenido el primer lugar con 47 escaños (35,4%), los mismos que obtuvo en las pasadas autonómicas del 2012. Sólo alcanzó la mayoría simple y se verá entonces en la necesidad de pactar –ya sea con Podemos, ya sea con Ciudadanos– para tener una “mayoría” que le permita “gobernar en paz y estabilidad”.
El segundo lugar lo ocupa el PP con 33 escaños (26,7%). Pero el dato fundamental es que se ha desplomado perdiendo 17 de los 50 escaños logrados en el 2012.
Las novedades las dan Podemos, que debuta como nuevo partido entrando al parlamento andaluz en tercer puesto con 15 diputados (14,8%), y Ciudadanos (partido liberal de derecha), que si bien ya tiene representación en el Parlament catalán, se estrenó en Andalucía logrando 9 escaños (9,1%).
Los lamentables y desastrosos resultados Izquierda Unida, que cayó a 5 diputados (6,8%) de los 12 que logró en 2012, confirman que son los peores de su historia. Pero además dan cuenta de la profunda crisis que cruza a esta organización marcada no sólo por casos de corrupción que la involucra a nivel nacional, sino también porque es considerada como la “izquierda tradicional” que ha sido funcional y cómplice del bipartidismo PP-PSOE y además garante del régimen de la “transición”. Una fuerza que ha fracasado, por ser tan corrupta como el PP-PSOE y tan “útil” a los intereses de empresarios y banqueros como tan “inútil” para dar respuestas y soluciones a los problemas reales de los trabajadores y la gente. De esta manera IU, ha sido desplazada del tercero al quinto puesto en el parlamento.
Más en general, estos desplazamientos se han dado por izquierda y por derecha. Por izquierda, en el sentido de que Podemos recoge mucho del “voto castigo” a IU, proveniente de un electorado descontento con la política seguida hasta hoy por ese agrupamiento. A la vez, los votantes perdidos por IU ven en Podemos una posibilidad concreta de “cambio”.
Del mismo modo opera otro desplazamiento, el que se da por derecha, que recoge Ciudadanos de votos perdidos por el PP. Estos votos provienen de un electorado conservador que si bien no cuestiona al PP en sus políticas y planteamientos estructurales y de fondo, hoy prefiere apostar por una nueva fuerza igualmente de derecha pero menos desgastada y deslegitimada que el PP por la crisis del bipartidismo, su fenomenal corrupción y sobre todo porque desde Madrid gobierna a toda España.
Algunas reflexiones
Como señaláramos más arriba estas elecciones han dejado planteadas algunas cuestiones y reflexiones que dan cuenta de la situación política que se vive en el país.
A nuestro modo de entender, en las elecciones de Andalucía se han confirmado la crisis y el eventual fin del bipartidismo.
Esto se refleja principalmente en la crisis del PP, que perdió 17 diputados y en cantidad de votos casi la mitad de los votos obtenidos en 2012.
Pero la crisis del bipartidismo también se ve reflejada en el hecho de que el PSOE –aunque no le ha ido para nada mal– no logró superar la cantidad de diputados que tenía, fue votado por menos gente que en las elecciones anteriores y por sobre todo no alcanzó la mayoría absoluta en diputados. Esto, como dijimos, lo obligará a buscar aliados para encarar un gobierno “estable”. Y muchas opciones no le quedan.
Un nuevo pacto con el PP que reactive el bipartidismo, sería en las condiciones actuales una ceguera y un suicidio político. Lo más razonable parecería una alianza con Podemos o Ciudadanos. Pero nada de eso está fácil de cara al futuro.
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ya ha dejado en claro que “no va a estar en el Gobierno andaluz porque no ha ganado las elecciones”. Esto equivale a decir, que jugará de oposición.
Nada está fácil pero tampoco nada queda excluido. Un pacto PSOE-Podemos no es nada descartable para ambos partidos. El mismo Pablo Iglesias –máximo dirigente de Podemos– meses atrás dejaba abierta la posibilidad de un posible acuerdo con el PSOE… pero si “éste daba un giro de 180 grados”.
Es decir, Iglesias no desestima a priori un pacto con el PSOE… sólo que éste tendría que cambiar radicalmente su política, algo que suena a cosa insólita e irrealizable. Pero lo cierto es que Iglesias no critica al PSOE como tal. Eso nunca lo ha hecho. Para él se trata sólo de una cuestión de la política que hoy lleva a cabo.
Dicho de otro modo: Pablo Iglesias no cuestiona al PSOE como uno de los dos principales partidos artífices de la “transición” y del régimen monárquico heredero de Franco, ni como uno de los grandes responsables de la situación actual del país. Sólo le pide o espera que “cambie su política”… y así se podría pactar algo.
Otra posibilidad en Andalucía, es que el PSOE se oriente a al intento de gobernar solo, como primera mayoría… una opción que tampoco garantiza la estabilidad del nuevo gobierno.
¿Cuánto puede Podemos?
Por el lado de Podemos opinamos, que si bien no ha realizado una mala elección –arrancó de la nada y logró 15 diputados– ha resultado estar bastante más atrás de lo que aparecía en las encuestas y pronósticos.
Efectivamente, si nos guiábamos por las encuestas previas de intención de voto, y sobre todo por las simpatías y esperanzas que Podemos movilizó desde su aparición como nuevo actor político, se esperaba una mejor elección.
Es que el discurso anticorrupción, de “honestidad y transparencia”, de “recuperación de la democracia y de las instituciones a favor de los ciudadanos” que tanto agitó Podemos en la campaña electoral, no ha bastado. Se ha quedado corto.
Es un discurso que no alcanzó a alterar significativamente el mapa político, sobre todo por carecer de una propuesta clara, diferenciada y realmente a la izquierda de las “PPSOE”.
Podemos no presentó un programa y propuestas que realmente dieran una salida, en el sentido de soluciones concretas a los principales problemas de los trabajadores, la juventud y la gente. A saber, respuestas a problemas reales como el paro (que además en Andalucía es el mayor del país), el salario mínimo, garantizar salud y educación públicas dignas y universales, terminar definitivamente con los desahucios, etc., etc.
De la mano de Teresa Rodríguez, la propuesta de Podemos para Andalucía sólo se ha basado en hacer hincapié en el “cambio” que Podemos representaría, y en denunciar lo malo y corruptos que son el PP y el PSOE. Pero no ha sabido o querido ofrecer ni una sola propuesta programática que defina exactamente ese cambio del que tanto hablan. Más allá de las promesas de no ser “chorizos” como el PP, el PSOE e Izquierda Unida, ¿qué significa en concreto ese cambio para la vida cada vez más penosa de la juventud, los trabajadores y la gente?
Podemos no supo o no quiso explicarlo.
[1] Izquierda Unida (IU), “coalición” o, más bien, disfraz electoral del PCE (Partido Comunista de España).