EEUU: Sanders baja su candidatura de la interna demócrata

Bernie Sanders ha suspendido su campaña presidencial, lo cual deja como candidato demócrata a Joe Biden para enfrentar a Trump en las próximas elecciones. Es necesaria la construcción de un nuevo partido socialista independiente de los trabajadores y los oprimidos estadounidenses.

Redacción

Sanders venía golpeado de varias derrotas en la interna demócrata en los últimos tres «supermartes» de elecciones internas locales. Sus resultados lo habían dejado muy atrás en la posibilidad de competir por la candidatura demócrata a pesar de sus primeros y resonantes triunfos al inicio de la campaña.

Sin embargo, fue la pandemia del coronavirus lo que terminó por definir el levantamiento de su candidatura.

A través de su cuenta de twitter, el senador declaró: «Hoy he suspendido mi campaña. Si bien esta  campaña ha terminado, la lucha por justicia continúa».

Uno de los más efusivos festejos fue el de Donald Trump: “¡Bernie Sanders está fuera! Gracias a Elizabeth Warren. ¡De no ser por ella, Bernie habría ganado casi todos los estados el Supermartes! Esto terminó justo como los demócratas y el Congreso Nacional Demócrata querían, igual que la deshonesta de Hillary. El pueblo de Bernie debería venir al Partido Republicano, ¡INTERCAMBIO!”, escribió el mandatario. Trump también insinuó que Sanders “no quiere entregar sus delegados”

Sanders puso en pie actos multitudinarios, repletos de jóvenes entusiastas progresistas y de izquierda que llenaron de vitalidad su campaña. Logró conquistar una base militante surgida del descontento por abajo que se expresó en diversos movimientos de lucha en los últimos años, rompiendo así con el tradicional paseo de las internas demócratas, en las que siempre dominó la voluntad de su aparato.

El senador demócrata de 78 años se convirtió en toda una figura política en los EEUU y a nivel mundial, expresando la recuperación de las ideas anticapitalistas y, en términos generales, «socialistas democráticas» reformistas entre amplias franjas de la juventud estadounidense. Sus consignas contra la desigualdad, el poder de Wall Street, su discurso contra el cambio climático y por un programa por un  sistema de salud único y estatal, al que pudiera tener acceso el conjunto de la población, lograron posicionarlo como el candidato que la nueva generación que rechaza el capitalismo en Estados Unidos consideró «propio», expresión de su propia voluntad de transformación de la sociedad.

Parte de la respuesta de su fracaso es el hecho de que, a pesar de que su base social juvenil y de izquierda ha llenado actos multitudinarios, no es un sector que se haya sentido muy atraído a participar electoralmente de la interna de un partido tradicional imperialista como lo es el partido demócrata.

La participación electoral es una necesidad para los socialistas porque es una vía indispensable para ganar el apoyo de amplios sectores de masas cuando éstas no han roto con las ilusiones de la democracia capitalista. Sin embargo, es errado difundir la idea de que mediante las elecciones los socialistas podemos llegar al poder, que se encuentra en manos de las instituciones del estado (las fuerzas armadas, los empresarios, la burocracia estatal) más allá de los resultados de cualquier elección.

Peor aún es creer que se puede correr por dentro de un partido tradicional del imperialismo estadounidense como el partido demócrata, ganarle a los representantes de dicho partido y lanzarse a la candidatura presidencial valiéndose de su aparato. La realidad de la «democracia» de las internas demócratas (y del sistema electoral yanqui como un todo) se ponen al desnudo: el establishment demócrata logró imponer a su propio candidato, un gris funcionario que no despierta la voluntad militante de nadie.

No se puede ganarle al imperialismo dentro de sus propias instituciones. Bien podría haber hecho Sanders una enorme carrera yendo por fuera del partido demócrata y poniendo en pie una campaña militante independiente inmensamente exitosa. Su candidatura, aunque reformista y limitada a la «institucionalidad», podría haber sido un gran punto de partida para el lanzamiento de un partido independiente de los trabajadores, rompiendo con la dinámica interminable de que todo movimiento de lucha acabara por ser canalizado por el aparato demócrata y su dirección imperialista.

El problema de la construcción de un partido independiente en la primer potencia del mundo es un asunto histórico estratégico de relevancia. Incluso desde sectores de izquierda se ha planteado la «imposibilidad» de un partido independiente, que «no hay vida» por fuera del partido demócrata, ya que el mismo agrupa a las direcciones de las principales organizaciones de masas sindicales y políticas.

Sin embargo, la fuerza de arrastre de la figura de Sanders podría haber constituido un punto de apoyo fundacional, histórico, para esta tarea. Había que darle a su campaña un carácter no puramente electoral, en el camino de poner en pie un instrumento político del 99%: los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Mas allá de que no hubiera ganado la presidencia, podría haber llegado más lejos de lo que pudo ir aprisionado por las cadenas de un partido burgués como el demócrata. Claro que Sanders está demostrando no estar dispuesto a dar este paso necesario y la entrega de la lucha política contra Biden y Trump pone esto lamentablemente en evidencia.

Los miles que pusieron sus esperanzas en la candidatura de Sanders acaban de hacer una enorme y dura experiencia. Los socialistas y la izquierda que apoya a Sanders debería exigirle la ruptura con el partido demócrata para construir un nuevo partido socialista independiente que, aunque dé sus primeros pasos dominado por las ilusiones reformistas, sea un punto de apoyo para la reorganización política de una alternativa consecuente de la clase trabajadora contra los partidos del imperialismo yanqui.

No se trata de la perspectiva de un predicador en el desierto: ese nuevo partido ya existe en la voluntad militante de miles de trabajadores y jóvenes que pelearon por la candidatura de Sanders, de lo que se trata es de liberarlo de las cadenas del aparato demócrata.