#Chaz: la zona de Seattle declarada autónoma y “libre de policía”

El 8 de junio, la policía tuvo que abandonar la zona, desbordada por el empuje de la rebelión. Se han librado de la policía y las autoridades, proclamando la “Capitol Hill Autonomous Zone”, la Zona Autónoma de Capitol Hill.

En Capitol Hill, en la ciudad de Seattle, activistas ocuparon una comisaría, que fue abandonada en la Avenida 12 y Pine Street por todos sus agentes policiales, en el contexto de las masivas jornadas de protesta en repudio al crimen racista de George Floyd. Tras enfrentarse a la represión, ordenada por las autoridades para recuperar el lugar, los activistas plantaron barricadas alrededor de la comisaria, para poder defender mejor. Hace ya cuatro días que la policía no pisa el lugar.

A este perímetro, lo llaman la “Zona Autónoma de Capitol Hill” (CHAZ, por sus siglas en ingles). En flyers y carteles que escriben, exigen el cierre definitivo de la comisaria y el retiro de la actividad policial. “Siempre serán racistas, porque el capitalismo se basa en perpetuar la desigualdad”.

La comisaría, tapiada y tomada por la rebelión.

La zona prolifera de actividad, con miles de personas en las calles en todo momento. Organizados en asamblea, lograron sostener la actividad económica, los servicios básicos y el control de las calles por parte de las rebelión misma, reemplazando la actividad policial de un modo efectivo.

En un tweet, un activista escribía:

“Presten atención a Seattle/

Después de días de protestas la policía abandonó el lugar/

Que pasó entonces?/

La gente levanto barricadas, se proveyeron baños, se comparte agua y comida/

La policía necesita que pienses que sin ellos habría caos. Pero qué pasa si en su ausencia hay paz?»

Hay una enorme aprobación a esta experiencia. Por ello, fue difícil para las autoridades políticas ordenar sin más la vuelta de las fuerzas represivas. Se trata, evidentemente, de una experiencia sumamente avanzada con el estado capitalista que tiene un inmenso potencial revolucionario. Evidentemente, no se trata de algo que pueda sostenerse solo en el tiempo sin “domesticarse”: para ir más allá necesita cuestionar al poder y la propiedad capitalista a una escala mucho más grande y menos “pacífica”.

La jefe de policía denuncia que la zona se habría convertido en un centro de crimen, saqueos, violaciones, robos, para tratar de guardar las apariencias y hacer de cuenta que todavía alguien los necesita. Nadie que haya pisado el lugar atestigua que en sus palabras haya algo de verdad: todo se desenvuelve en el más perfecto orden sin necesidad de policías. Parece que con los uniformados de azul se fueron también los criminales, su complemento necesario y justificación de existencia.

Trump se ha pronunciado sobre los acontecimientos a su modo habitual, por Twiter: “los anarquistas han tomado Seattle” dijo, sosteniendo que el caos y la violencia se habrían apoderado del lugar. Evidentemente, el presidente de los Estados Unidos se toma muy en serio y ve con preocupación que una zona de algunos miles demuestre que sujetos como él no son necesarios en un país de más de 300 millones de habitantes.

La alcaldesa ha respondido de un modo “tolerante” porque mucha alternativa no tenía. En respuesta a Trump dijo que las cosas en “Chaz” se desarrollan pacíficamente (lo que es cierto), que el presidente no tiene idea de lo que sucede (lo que también es cierto) y que “vuelva a su bunker”. Hay que recordar que esta actitud tan “liberal”, no obstante” se da luego de que la policía comandada por ella reprimiera durante días y fuera categóricamente derrotada.

La experiencia de Chaz es altamente significativa por varios motivos. En primer lugar, las profundidad de la movilización es tal que el aparato del estado se ve imposibilitado de intervenir en una zona en la que ha perdido el control por la inmensa simpatía que la rodea y la reacción generalizada que implicaría en todo el país intentar retomar el lugar. En segundo lugar, el cuestionamiento a la autoridad del estado ha llegado a un punto semejante en el que en medio de una gran ciudad (¡en Estados Unidos!) simplemente se lo echó sin contemplaciones. Las cosas han comenzado a ir mucho más allá que el racismo policial para comenzar a cuestionarse la sociedad capitalista misma, aunque sea todavía de manera muy inicial.