A Floyd se le realizó una prueba diagnóstica de la COVID-19 postmortem, que resultó positiva.
La autopsia realizada por el condado de Hennepin reveló que la muerte de Floyd fue un “homicidio”, como consecuencia de “la sumisión, la restricción y la compresión del cuello” que sufrió la víctima cuando estaba siendo inmovilizada por el agente Derek Chauvin. Floyd
murió como consecuencia de “una parada cardiopulmonar cuando estaba siendo detenido por los agentes de la ley”.
La familia de Floyd tuvo que acudir a un estudio independiente, debido a que las autoridades habían dicho públicamente que Floyd no había muerto por asfixia, en un intento por proteger al policía racista que lo asesinó y culpabilizar a la víctima, difamándolo y acusándolo de «haber estado drogado».
El asesinato de Floyd despertó una ola de indignadción popular que, a estas horas, mantiene acorralado al presidente Donald Trump.
La presión popular logró que se encarcele al autor material del hecho y se impute a los otros tres policías implicados en su arresto.
Estados Unidos es, a estas horas, el país más afectado por la pandemia del coronavirus, con más de 1,8 millones de positivos y 107.000 muertes.