Socialismo o Barbarie Barcelona
Las imágenes de concentraciones de sectores pudientes, con banderas españolas, al grito de “Gobierno dimisión” y “Libertad” se han replicado, en menor escala, fuera de la calle de Núñez de Balboa, en otros barrios con distintas rentas per cápita y otras ciudades como Zaragoza, Valencia, Logroño y Guadalajara.
Este movimiento está protagonizado por una minoría social parásita, acostumbrada a los palacios, al golf, a no madrugar, a no trabajar. Personajes que agitan una bandera española desde el asiento trasero de su descapotable conducido por el chofer. Sus intereses son defendidos por la derecha y la extrema derecha, que lideran estas protestas. Sus gritos de “Libertad” amagan la intención de aplicar medidas asesinas contra la clase trabajadora: que vuelvan al trabajo sin importar el virus. [1]
La expansión territorial del movimiento poco ha cambiado esto. Las personas que han salido a la calle con estas proclamas ya odiaban al Gobierno antes de aplicar las medidas contra el COVID-19. Medidas que, repetimos, han cuidado y siguen cuidando los bolsillos de las grandes empresas, dejando atrás a la clase trabajadora. La extrema derecha busca capitalizar el malestar de estas medidas, y su táctica actual pasa por movilizar a las clases populares para desestabilizar al Gobierno y legitimar su política reaccionaria.
Esto, de momento, está lejos de ocurrir; el gobierno de PSOE-Unidas Podemos mantiene cierto apoyo social. Sin embargo, el apoyo a la extrema derecha de sectores populares sería un peligroso avance de ésta para las mujeres, el colectivo LGTBI, las personas migrantes y la clase trabajadora. Un peligro que el Gobierno no parece saber ni querer combatir.
Antifascistas con mascarilla
Ante estas imágenes ampliamente difundidas por la prensa se contraponen las de los barrios como Vallecas, Carabanchel o Alcorcón, en Madrid. Barrios obreros en los que este movimiento anti-cuarentena no tiene lugar. Y esto no es metafórico. Centenares de personas han salido a la calle al grito de “Fuera fascistas de este barrio”, “Sanidad Pública”, “Ayuso Dimisión” o “Viva la lucha de la clase obrera” ante la mínima presencia o amenaza de la extrema derecha.
Estos barrios cuentan con tradición y organización antifascista vinculada a la clase trabajadora. Éstas ponen el límite a la extrema derecha, algo que, como decíamos, no lo han sabido ni querido hacer ni Sánchez ni Iglesias. Tampoco la policía, que llena Vallecas de antidisturbios mientras en Salamanca se sacan fotos con los manifestantes.
Al ser preguntada por las manifestaciones en el barrio de Salamanca, Ada Colau – alcaldesa de Barcelona por Barcelona en Comú – respondía: “Ante esto (la extrema derecha) lo que tenemos que hacer es más y mejor democracia, transparencia, colaboración entre las administraciones, colaboración con la población y priorizar lo que realmente es importante, las personas. Creo que nos tenemos que centrar en eso, en rescatar personas tanto a nivel de salud como a nivel social y económico, y creo que es la mejor respuesta. Ir todas las administraciones coordinadas, dejar las diferencias partidistas de lado y hacer nuestro trabajo lo mejor posible”[2]
Las manifestaciones reaccionarias de estos días nos recuerdan al alzamiento fascista del 18 de julio de 1936 (siendo dos contextos históricos totalmente distintos), cuando “la rebelión fue derrotada en los lugares donde la clase obrera actuó de forma independiente, mientras que en las zonas donde confió en el Frente Popular […] el alzamiento resultó victorioso” [3]. O un ejemplo más cercano, nos recuerdan a la derrota de la agrupación neofascista Amanecer Dorado en Grecia, donde el movimiento antifascista mezcló movilizaciones masivas, fuerzas de choque en la calle y denuncias legales. No dejaron espacio a la extrema derecha en ningún ámbito y aplicaron medidas de seguridad y defensa donde la policía –simpatizante de los nazis– casualmente no llegaba. [4]
Sin duda estos ejemplos están lejos de la situación actual, pero dan una pista de cómo combatir a esta lacra social. Justamente y al contrario del planteo de Colau, esta lacra no se combate con más “parlamentarismo” o “instituciones”. El fascismo es el primero en ir por fuera del parlamento y de las instituciones y ahora está tomando las calles. Hay que combatirlo desde posiciones independientes al Gobierno y a la burguesía, en las calles y planteando una alternativa por izquierda ante las medidas tomadas por “progresistas” pero que defienden los capitalistas y ahoga a las clases trabajadoras y populares.
Mientras la derecha campa impunemente por las calles, el Gobierno ha prohibido ya por tercera vez una manifestación convocada en Madrid contra la represión policial durante el estado de alarma, en defensa de la sanidad pública y en protesta contra la crisis económica que el Gobierno está descargando sobre la clase trabajadora y contra el avance de la extrema. Ayer en Barcelona el Gobierno – junto al Govern de Quim Torra – reprimieron las concentraciones en distintos puntos de Barcelona convocadas por la izquierda independentista también en defensa de la sanidad pública y contra la gestión de la crisis del COVID-19 que defiende a la patronal y los capitalistas.
Apostamos a la construcción de una salida que elabore un plan de choque social contra la crisis sanitaria y económica derivadas del coronavirus, que proteja a las y los trabajadores y que saque el dinero no de sus bolsillos, sino de los grandes empresarios. Y esta salida solo puede venir de la mano de la propia clase trabajadora, asumiendo el control y sacándoselo a los que anteponen sus beneficios económicos a nuestras vidas.
[2] https://cadenaser.com/emisora/2020/05/15/sercat/1589533960_093559.html
[3] Victor Artavia, Guerra y revolución en España (1931-1939). Artículo de la Revista Internacional Socialismo o Barbarie nro 33/34.
[4] https://www.elsaltodiario.com/grecia/como-vencido-fascismo-grecia-amanecer-dorado-desaparece