Lo que dejan las elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia

Ayer domingo 12 de julio se celebraron las elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi pospuestas desde el 5 de abril a causa del coronavirus. Los resultados arrojan tres conclusiones claras en ambas comunidades autónomas: revalidación de las legislaturas anteriores, refuerzo de los partidos nacionalistas y descalabro de Podemos. También destaca la irrupción de Vox en Euskadi.

Socialismo o Barbarie Estado español

Elecciones en Euskadi

Las elecciones vascas han dado la victoria al actual lehendakari Urkullu del PNV con 39,12% de votos y 31 escaños, tres más que en las anteriores elecciones. En segundo lugar, un EH Bildu encabezado por Maddalen Iriarte gana cuatro escaños, llegando a los 22, el 27,84% de votos. El PSE-EE (PSOE) se mantiene con el 13,64% y 10 escaños mientras que Podemos – Izquierda Unida y el PP retroceden bruscamente para quedarse con 6 y 5 escaños respectivamente (8,03% y 6,75% de votos). Por último, la entrada al parlamento vasco con 1,96% y 1 escaño de Vox.

El primer ítem a remarcar es la baja participación, la más baja de la historia de las elecciones autonómicas vascas, del 52,86%. Si bien la entrada al verano y los nuevos brotes de Covid pueden ser factores, así como el descontento social por prohibir la votación a unas 200 personas infectadas por el virus, la abstención ha sido considerablemente mayor que en Galicia, en iguales condiciones.

Esta abstención ha jugado favorablemente para los partidos nacionalistas, al tener una base sólida. De hecho, el PNV ha perdido casi 50.000 votantes respecto a 2016, pero la ley electoral le ha permitido ganar terreno en representación. Por tanto, a Urkullu no le pasan factura los diversos casos de fraude y corrupción dentro de su partido, si bien en las localidades de Zaldibar – donde los cuerpos de dos trabajadores llevan 5 meses soterrados bajo el desprendimiento de un vertedero – y Ordizia – foco actual del Covid – se le ha castigado ligeramente. El PNV se revalida como primera fuerza en Euskadi, algo que viene sucediendo desde el inicio de la democracia, con una excepción de 3 años.

EH Bildu es la única fuerza parlamentaria que ha aumentado votos respecto el 2016, casi 23.000 más, dejando sus mejores resultados históricos en cuanto representación. Esto se debe en parte al derrumbe de Podemos, en parte a que la campaña electoral de los abertzales ha sabido representar una alternativa al PNV.

A quien también ha favorecido la poca participación es a Vox, que consigue entrar al parlamento con 1 escaño y unos 17.500 votos, aún perdiendo 11.000 respecto a las elecciones generales de 2019. Sin embargo, es inédito que la extrema derecha entre en territorio vasco, donde desde ahora tendrá voz para imponer debates reaccionarios y anti obreros. Es consecuencia de la permisividad que le han ofrecido principalmente PSOE y Podemos.

El PSE-EE (PSOE) se mantiene a flote, con un parlamentario más, 10 en total, y perdiendo 4.500 votos desde hace 4 años. A pesar de la mala gestión de la pandemia, el PSOE sale revalidado de forma trivial. Con su ayuda, el PNV continuará presidiendo el parlamento.

Quien no convalida la gestión es Podemos, con una pérdida de 85.000 votos y cinco escaños, quedándose en 6. Por su parte, la coalición PP + C’s resta 47.000 votos al PP del 2016, perdiendo cuatro escaños y quedándose en 5.

Elecciones en Galicia

En Galicia, la candidatura de Feijóo (PP) ha salido consolidada y ha conseguido mayoría absoluta por cuarta vez consecutiva con un 47,52% de los votos y 41 escaños (los mismos que obtuvo en 2016). La victoria aplastante de Núnez Feijóo y por otro lado, la derrota de Iturgaiz con la coalición PP-Cs en Euskadi (apuesta personal de Pablo Casado, presidente del PP), le añaden presión a Casado. Feijóo, de forma discreta y siguiendo con su fama de “moderado”, sin siglas del partido y sin competir con Ciudadanos y Vox “a ver quién es más de derecha” como sucede en Madrid, ha conseguido eliminar la competencia de derecha, dejando fuera del Parlamento a Cs y Vox y ha igualado sus resultados a los de su predecesor Manuel Fraga. Por supuesto que Feijóo no tiene un pelo de “moderación”. Es neoliberal hasta la médula y ha llevado a cabo privatizaciones y recortes en Galicia igual que sus colegas en otras comunidades.

En segundo lugar está el BNG (Bloque Nacionalista Galego) con un 23,58% de votos y 19 escaños. El BNG ha sido uno de los ganadores de las elecciones ya que, capitalizando el hundimiento de Marea y Podemos, ha triplicado sus escaños con respecto a 2016 y ha obtenido un resultado histórico. Hay que subrayar que aunque BNG se lo enmarca dentro de la izquierda nacionalista gallega, está lejos de ser una organización rupturista. BNG estaría dispuesta a pactar con PSOE cuando fuera (de hecho, votó a favor de la investidura de Sánchez en enero). [1]

En tercer lugar está el PSdeG (PSOE) con un 19,2% y 15 escaños, sumando 1 más a los obtenidos en 2016. Igual que en Euskadi, el PSOE sale revalidado a pesar de la pésima gestión de la pandemia.

La gran novedad de la noche electoral ha sido la debacle de Galicia en Común (Podemos) y Marea Galeguista que, con un 3,89% y un 0,22% de los votos respectivamente, no han conseguido ninguna representación. En 2016, la coalición electoral de En Marea (Podemos, Esquerda Unida, Equo, Anova y Espazo Ecosocialista Galego) sumó 16 escaños y el 19,07% de los votos.

Vox (2,01%) y Ciudadanos (0,74%) también quedan fuera del Parlamento, quedando así los escaños distribuidos únicamente entre tres partidos. 

A pesar del temor a la baja participación a causa de los rebrotes de COVID-19, la participación ha sido de un 59%, cinco puntos mayor que en 2016.

Crisis de representatividad y auge de los nacionalismos

La falsa equidistancia y la tibieza de Podemos con respecto a la lucha del pueblo catalán por su autodeterminación le sigue pasando factura. Con su política de “ni declaración unilateral de independencia ni 155”, no se pusieron del lado del pueblo catalán movilizado en las calles para votar, no se opusieron a la represión y terminaron alineándose con los partidos “constitucionalistas”. La propuesta de Podemos con respecto a la autodeterminación de los pueblos del país de “pactar un referéndum con el Estado central” es tan irrealizable, tan irrisoria y tan quimérica que, en parte, les ha llevado a no tener una trascendencia electoral significativa en comunidades autónomas como Catalunya, Euskadi y Galicia.

Por otra parte, el tiempo de co-gobierno de Podemos ha roto todas las expectativas que había generado con la gestión de la pandemia, enfocada a salvar los beneficios de las grandes empresas. Las medidas en su mayoría son estériles, falsas o insuficientes para la clase trabajadora. Ni siquiera se ha derogado la reforma laboral, que tanto PSOE como UP prometieron.

La formación morada empieza a pagar electoralmente el precio de ser la “muleta” izquierda del Gobierno, de prometer medidas realmente ilusionantes para la clase trabajadora y de generar expectativas con el gobierno supuestamente “más progresista”. La realidad ha demostrado que formar el tan ansiado gobierno con el PSOE no va a cambiar las cosas.

El auge de los partidos nacionalistas en ambas elecciones autonómicas se puede leer como una contratendencia a la política centralista de la derecha española y, en menor medida, del gobierno central. Buena señal para ERC, que puede verse fortalecida en las próximas elecciones catalanas. En ambos casos, crecen los partidos independentistas capitalizando el declive de Podemos.

Las elecciones también han puesto sobre la mesa la crisis de representatividad en el Estado español desde el punto de vista de la clase trabajadora y han puesto de relieve la falta de una opción que represente los intereses de los y las de abajo. Es por eso que la (difícil) tarea que tenemos es la de construir y plantear una alternativa anticapitalista, antifascista, socialista y revolucionaria para los trabajadores, las mujeres y la juventud: para romper con el Régimen del 78, para acabar con la Monarquía y la impunidad de la dictadura franquista, para revertir los recortes y privatizaciones, para garantizar una sanidad pública, de calidad y para todas, y para que esta crisis la paguen los empresarios y las grandes fortunas.

 


[1] https://vientosur.info/una-breve-radiografia-critica-de-las-elecciones-gallegas/