Bolivia: protestas masivas contra la postergación de las elecciones

Martín Mandeb

Durante la última semana en Bolivia se han vivido momentos de gran tensión política y social. En las últimas horas ha habido un aumento en la escalada del conflicto entre los trabajadores y el pueblo boliviano, por un lado, y la golpista Jeanine Añez junto con las fuerzas armadas y la derecha boliviana, por el otro.

Sucede que la nueva propuesta de posponer las elecciones que realizó el gobierno golpista boliviano (La cuarta desde que llegó al gobierno) volvió a caldear los ánimos: El odio acumulado contra un gobierno golpista, la rabia contra una presidenta que ha levantado una política genocida en relación al COVID-19 [1]; la decisión ampliamente repudiada de cerrar el año escolar por la incapacidad de manejar la pandemia (Decisión que hasta la ONU, insospechada de izquierdista, criticó) junto a sus repetidos llamados para posponer las elecciones –con el evidente motivo de no perderlas- han puesto en pie una vez más a la movilización en las calles que la dirección del MAS tanto se había dedicado a evitar a fines del año pasado cuando ocurriera el golpe de estado.

Desde el Lunes 3 de agosto, la COB (Central Obrera de Bolivia) y la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros Bolivianos), entre otras organizaciones, comenzaron a bloquear los accesos de las carreteras, bloqueando al día de hoy 120 puntos en toda Bolivia. La crisis que ha desatado esta medida de lucha, que vence al miedo generado por la pandemia y tiene la enorme virtud de enfrentar a un gobierno golpista, es enorme. Es por ello que el gobierno tuvo que convocar a una mesa de diálogo para el día domingo, mesa que ha fracasado en parte debido a que no tenía el menor interés en retroceder en volver para atrás con el cambio de fecha de la elección, pero si implicaba levantar los bloqueos de las carreteras, en parte porque la COB y el MAS rechazaron participar de la misma en tanto no se liberaran a todos los detenidos por la represión ocurrida contra los bloqueos.

El llamado al dialogo, de todas maneras, no se ha hecho en desmedro de las provocaciones y la represión contra los manifestantes. El ministro de defensa y salud Luis Fernando Lopez, uno de los principales responsables del desastre del COVID-19 y que no ha ideado ni una sola medida que sirva para apaciguar los estragos producidos por la pandemia, el día jueves demostraba su compromiso indeclinable con la represión y el ataque a los trabajadores, indicando que las fuerzas armadas empezarían a coordinar con la policía para realizar las operaciones de desalojo de las carreteras [2].

Para justificar la represión, han calumniado a todos los manifestantes diciendo que no permitían el paso a los camiones que llevan tanques de oxígeno, cosa que por redes sociales se ha demostrado como absolutamente falso, inundándose de internet con vídeos que muestran como los protagonistas de los cortes dejan pasar a los camiones que llevan los insumos necesarios para los habitantes que padecen de Coronavirus. A diferencia de los golpistas que dejan morir a los sectores populares bolivianos, los trabajadores bolivianos si se caracterizan por ser solidarios ante los problemas sanitarios que sufre el país.

Pero las provocaciones y bravuconadas no han sido tan solamente de palabra. Junto a las calumnias, la escalada represiva de la derecha ha empezado a tomar mayor profundidad. Durante el día domingo el grupo de Resistencia Juvenil Cochala (RJC), el grupo paramilitar con características fascistas -que tomo mayor repercusión en el último golpe de estado por dedicarse con sus motos a atacar a los manifestantes anti-golpistas y especialmente a las mujeres de pollera- ha comenzado a reunirse en Cochabamba (rompiendo la cuarentena con la complicidad del ejército y el gobierno) y se han movilizado para desalojar distintos cortes de carreteras de forma armada, de forma totalmente impune e inclusive en algunos casos conjuntamente con las fuerzas policiales. No sorprende para nada que al mismo tiempo que esto sucedía, el lamebotas de EEUU Luis Fernando “El Macho” Camacho haya salido a amenazar con que quizás tenga que llamar a movilizar a las calles para enfrentar a los trabajadores [3]. Por estas horas, además, el ex presidente Evo Morales ha denunciado que el gobierno con ayuda de EEUU está tramando un auto-golpe; alertando al mismo tiempo sobre el envío de francotiradores a El Alto y al Chapare, y el envío de armas proveniente del país gobernado por Donald Trump [4].

Ante todo lo anterior, queda claro que los trabajadores y el pueblo boliviano deben estar totalmente alertas y movilizados para enfrentar a los golpistas. El gobierno de Añez se tiene que ir ya. Su ilegitimidad por ser totalmente anti-democrático, sus ataques contra los sectores populares y su trágica política sanitaria obligan poner sobre la mesa una vez más la necesidad de que se vaya lo antes posible. Ha quedado claro también que la cobarde retirada de Evo Morales no ha servido para otra cosa que no sea el aumentar las fuerzas de los sectores más recalcitrantes de la derecha.

El gobierno de Añez no tiene ninguna intención con que se desarrollen elecciones democráticas,. Los bloqueos de los últimos días demuestran que hay fuerzas para sacar a los reaccionarios del gobierno. Debemos rodear de solidaridad y de fuerza al pueblo Boliviano para apoyar su defensa ante los ataques de la derecha reaccionaria -como se tuvo que haber hecho en noviembre del año pasado, lo que el MAS se dedicó a evitar- y derrotar a la derecha en las calles de una buena vez por todas. A esa perspectiva se debe apuntar si no se quieren seguir lamentando tragedias a manos de los esbirros del imperialismo yanqui.